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Human Rights Watch ve un resurgir global de la resistencia contra el populismo

  • Es la principal tesis del informe anual de esta organización pro derechos humanos
  • Valoran la victoria de Macron frente a Marine Le Pen como un punto de inflexión global
  • Alertan de que los partidos mayoritarios asuman las ideas nacionalistas y discriminatorias

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El presidente francés, Emmanuel Macron
El presidente francés, Emmanuel Macron.

El empuje del populismo sufrió en 2017 un frenazo gracias a la resistencia ofrecida por algunos países y sociedades, según Human Rights Watch (HRW), que ha alertado este jueves del riesgo de que los partidos mayoritarios asuman como propias las ideas nacionalistas y discriminatorias.

Ante un panorama en que el ascenso populista parecía imparable, sobre todo a raíz del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, la elección de Emmanuel Macron como presidente francés frente a la ultraderechista Marine Le Pen marcó un punto de inflexión global.

Esa es la principal tesis del informe anual de la organización pro derechos humanos, que se ha presentado este jueves en París precisamente como testimonio de esa victoria de las sociedades abiertas frente al repliegue identitario.

"El impulso populista no es inevitable y puede ser revertido si los gobiernos y el público están dispuestos a hacer el esfuerzo", recoge el informe, que trata de buscar motivos para la esperanza frente a otros años en los que dibujaba un horizonte más sombrío.

La ONG destaca que la importancia del triunfo de Macron estriba en que defendió principios democráticos en la campaña, lo que demuestra que las sociedades son capaces de secundar a los políticos que aún enarbolan esos valores.

Ejemplo negativo de Austria, Holanda y Alemania

Frente a ello, coloca el ejemplo negativo de países como Austria, Holanda o Alemania, donde partidos de centro y de derecha han tratado de "emular" a los partidos nacionalistas, con el resultado de reforzar los postulados de estos últimos.

"Allá donde los políticos tradicionales capitulan ante el mensaje de odio y exclusión, florecen los populismos", apunta el director ejecutivo de la organización, Kenneth Roth, en el informe.

En una entrevista con Efe en París, Roth destacó que la llegada de Trump a la Casa Blanca fue "un momento de desesperación", pero que desde entonces "ha habido cierto éxito a la hora de limitar la agenda de los populistas" en los países donde se ha podido organizar una resistencia.

Precisamente, la defensa de los derechos humanos en EE.UU. por parte de grupos cívicos, medios de comunicación, políticos o jueces ha conseguido "limitar el daño" de las políticas impulsadas por Trump, lo que evidencia, a ojos de Roth, que el sistema de contrapoderes en ese país todavía funciona.

En el vacío que ha dejado el liderazgo estadounidense en el campo de los derechos humanos, algunos países pequeños -o incluso diminutos como Liechtenstein- han asumido el relevo y han demostrado que con perseverancia se pueden alcanzar grandes logros.

En concreto, HRW glosa la investigación por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre los abusos cometidos en el Yemen, que promovió Holanda, el nombramiento de un fiscal para crímenes de guerra en Siria, impulsado por Liechtenstein, o los esfuerzos de Islandia por investigar las exacciones de Rodrigo Duterte en Filipinas.

Estas iniciativas, sin embargo, no esconden que allí donde gobiernan los dictadores y autócratas la oposición está siendo barrida, como testimonian los casos de la Turquía de Recep Tayyip Erdogan o el Egipto de Abdelfatah al Sisi.

El régimen "autocrático e incompetente" de Maduro

Especialmente cruda se muestra la organización con el régimen "autocrático e incompetente" de Nicolás Maduro en Venezuela que "ha destrozado la economía de este país rico en petróleo" y que "en términos de sufrimiento, ha sido un desastre para la población".

Pese a ello, Roth encuentra un motivo para la esperanza en que los Gobiernos de los grandes países latinoamericanos se han implicado en la denuncia de las violaciones de derechos humanos, lo que es "algo sin precedentes y la clave para una solución a largo plazo de la crisis venezolana".

Para el responsable de la ONG, "sería un gran error abandonar a los países árabes" en el camino hacia la democracia, pese a que los países occidentales no parecen interesados actualmente en promover las reformas en ese mundo.

Por otro lado, Roth se mostró muy crítico en la entrevista con las reticencias del nuevo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a alzar la voz en asuntos vinculados con los derechos humanos.

"Su prioridad en su primer año ha sido mejorar sus relaciones con Washington y evitar los ataques de Trump a Naciones Unidas. Espero que ahora que entramos en su segundo año se escuche su voz más a menudo, porque el mundo necesita oírla", subrayó.

Ve la crisis catalana como problema político pero denunció el uso de "fuerza excesiva" el 1-O

Human Rights Watch (HRW) considera que la crisis en Cataluña es un asunto político y no de derechos humanos, por lo que no le corresponde a ella opinar, aunque sí lo hará en casos de uso excesivo de la fuerza policial, como en el referéndum ilegal del 1 de octubre.

"HRW se centra en cómo trató la policía a los manifestantes porque eso es un tema claro de derechos humanos, pero la cuestión más amplia de si Cataluña debería ser parte de España no es un tema sobre el que vaya a pronunciarse", ha asegurado Ken Roth.

En el informe anual, la ONG dedica un breve apartado a España y otros países de la Unión Europea en el que constata que el referéndum se celebró pese a que el Tribunal Constitucional lo había suspendido y considera que la votación estuvo "empañada por el uso excesivo de la fuerza por la Guardia Civil y la Policía Nacional".

Roth puntualizó que aunque "el derecho a la autodeterminación se encuentra en los tratados", "no hay una definición" sobre cuál debería ser el sujeto que reclama ese derecho, si España, Cataluña o la UE, razón por la que "se ve como una cuestión política más que de derechos humanos".

En su informe, HRW destaca igualmente que el creciente número de inmigrantes que han llegado a España por el Mediterráneo afrontó condiciones "deficientes" en las instalaciones policiales y "obstáculos" a la hora de solicitar el asilo.

Unas 16.000 personas alcanzaron la costa española en los diez primeros meses de 2017, que se suman a las cerca de 5.000 que cruzaron la frontera en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, muchas de ellas saltando las respectivas vallas.

HRW apunta que España solo ha acogido a 1.257 de los 9.323 demandantes de asilo que se había comprometido a reubicar de Grecia e Italia, y a 631 de los 1.449 procedentes de fuera de la UE.

Además, la ONG señala que algunas de las condenas dictadas a lo largo del año por comentarios publicados en las redes sociales, tratados como apología del terrorismo, se pronunciaron "sin pruebas de un vínculo directo a una incitación a la violencia".