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François Cluzet aprende a desobedecer en 'Testigo'

  • El actor francés protagoniza este thriller político que homenajea al cine de espías
  • RTVE.es entrevista al director del filme, el debutante Thomas Kruithof

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Tráiler de 'Testigo'

Duval (François Cluzet) es el empleado perfecto: cuadriculado y acostumbrado a acatar órdenes. Su vida se ciñe de casa al trabajo, visita Alcohólicos Anónimos, y en su tiempo libre hace puzles.

Al quedarse en el paro y aceptar un nuevo empleo para transcribir escuchas por parte de una misteriosa organización, se verá inmerso en una conspiración política que volverá del revés su forma de pensar y actuar.

Son las líneas maestras en las que se mueve Testigo. Un thriller que homenajea al cine de espías y debut en el largometraje de su director, Thomas Kruithof. La cinta llega a la cartelera este viernes, 9 de junio.

El filme está protagonizado por la estrella francesa François Cluzet, un intérprete que alterna drama y comedia en su carrera, y que arrasó en taquilla con Intocable.

De corte realista, la narración plantea, en una atmósfera fría y opresiva, los oscuros tejemanejes de los servicios secretos en las cloacas del poder, a los que somos ajenos los ciudadanos.

“También sabemos que en época de elecciones es una lucha de poder, y de mucha intriga en la sombra y he jugado con todo eso en mi imaginación”, explica el realizador galo en una entrevista con RTVE.es

Kruithof, que también firma el guión, se inspiró en algunos casos reales que han sacudido la vida pública francesa en las últimas décadas, además de en “esa sensación de vigilancia generalizada desde el caso Snowden”, señala.

El director explica que no ha estudiado cine, pero su escuela se basa en “ver películas una y otra vez” y reescribir las historias. Las influencias conscientes e inconscientes que engloba Testigo fluctúan desde el ambiente “crepuscular, de traición y de podredumbre de las relaciones humanas”, de las novelas de John Lecarré, a la huella de Coppola en La conversación.

Un hombre contra el sistema

Un filme que obligó a ver a todo el equipo para que captaran el espíritu, en palabras del cineasta, que se confiesa profundo admirador de las películas de cine negro de los años 30.

En un tributo a esta cinematografía, el realizador recupera el argumento clásico de un hombre solo que se enfrenta al sistema. Plantea una interesante transformación del protagonista, al que la pesadilla en la que se ve envuelto impulsará a aprender a desobedecer, y a cuestionarse la realidad que le rodea.

“Tiene un despertar político y encuentra su papel en la conspiración. Un hombre solo no puede vencer al sistema pero sí puede sacudirlo. Es el factor humano (…) Me gusta que el personaje renazca. Es un personaje impasible, cansado, pero a partir del caos, nace algo vivo”, explica el director a su paso por Madrid para presentar el filme.

El trabajo de François Cluzet como el taciturno y solitario Duval es excelente. Un personaje que expresa a través de silencios y miradas, y casi sin mover un músculo, angustia y consternación.

El protagonista es un hombre ordenado que se enfrenta a una conspiración política

El director elogia la composición de Cluzet y su capacidad para aportar matices realistas a un rol, en principio, pétreo. “Cluzet aporta capas de humanidad que son insospechables. Cada día sacaba cosas nuevas y vivía la situación”, detalla, y añade que escribió el guión con el nombre del intérprete en mente.

Con estos mimbres, Kruithof compone un thriller político, que destaca por su honestidad y sencillez, y cuyo eje central es el suspense en el que sitúa al espectador, que se hace las mismas preguntas que el protagonista para resolver la intriga y escapar de la pesadilla..

El universo visual de la película, que vira hacia el cine negro en su segundo tramo, se enmarca en una estética de colores fríos y sombras, que acentúan el aislamiento del héroe, y nos sumergen en un mundo deshumanizado sin referencias claras. Con varios giros que encajan sin chirriar, Testigo desembocará en un final impactante.

Este clima de tensión se apuntala con planos detalle de la forma de trabajar del grisáceo Duval, que se sirve de una máquina de escribir para transcribir las escuchas al pie de la letra sin prestar atención realmente a su contenido, en un guiño al automatismo del hombre-máquina.

“Tenía esa idea desde el principio, la de introducir maquinas arcaicas, muy laboriosas, y luego nos enteramos de que el KGB había comprado máquinas de escribir. Ese miedo del hacking encajaba también bien en la trama, además me encantan ese tipo de objetos”, concluye.