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Picasso y el Mediterráneo, razón de ser

  • La Fundación Canal de Madrid acoge la muestra Picasso y el Mediterráneo
  • Muestra la "huella cultural" que dejó en la obra del artista el mar Mediterráneo
  • Reúne hasta el 15 de agosto 91 obras de la Fundación-Picasso Museo Casa Natal

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El Mediterráneo, fuente de inspiración de Pablo Picasso

"Picasso no habría sido el genio que fue sin el Mediterráneo", afirma Mario Virgilio Montáñez, jefe de Promoción Cultural en la Fundación-Picasso Museo Casa Natal y comisario de la exposición Picasso y el Mediterráneo, que abre sus puertas al público este viernes en la Fundación Canal de Madrid y que muestra la "huella cultural" que dejó en su obra el mar Mediterráneo, en cuya orilla nació en su Málaga natal y al que fue volviendo siempre que pudo, durante su juventud en Barcelona y luego en sus residencias en el sur de Francia.

Durante gran parte del verano, hasta el 15 de agosto, la Fundación Canal presenta un total de 91 obras, entre grabados (litografías y aguafuertes), cerámicas y libros ilustrados, datadas entre 1905 y 1973 y cedidas por la Fundación-Picasso Museo Casa Natal, que trasladarán al visitante a ese Mediterráneo que hizo a uno de los artistas más grandes del siglo XX permeable y "abierto a las influencias y tendencias más diversas, que asimiló y reinterpretó de un modo vitalista", señala el comisario a RTVE.es.

"Picasso nació en una ciudad marítima y portuaria, a escasos 400 metros del puerto, en una ciudad que es la tercera más antigua de Occidente, fundada por los fenicios en el siglo VIII a.C. y por la que pasaron romanos, bizantinos, musulmanes y cristianos, muy ligada al comercio y a influencias diversas. Estas capas se van superponiendo y, unido al clima y al gusto por vivir en la calle, hacen que el malagueño sea abierto, cosmopolita, tolerante y curioso y Picasso reúne esas peculiaridades. Ese crisol, esa capacidad de integrar lo que es diverso, hacen que Picasso, con su propia formación e influencias artísticas, sea esta figura especialmente peculiar, ecléctica y con una capacidad todavía no superada para metamorfosear la realidad y convertirla en algo personal", asegura Montáñez, quien está convencido de que si el padre del cubismo hubiese nacido y pasado la infancia y juventud en una ciudad de interior "no habría llegado a ser tan múltiple y sorprendente como fue".

La tauromaquia

La exposición está dividida en cuatro secciones, cuya primera parte, y la más amplia con 44 obras, está dedicada a la tauromaquia, uno de los grandes motivos recurrentes de su obra a lo largo de su trayectoria.

La afición taurina le llega desde bien pequeño: la Fundación-Picasso Museo Casa Natal conserva una colección de juguetes del Pablo niño, donados por su hija Maya, entre los que hay una treintena de pequeños soldaditos de plomo y, sorprendentemente, siete figuras de toros y toreros con los que jugaba a las corridas de toros siendo poco más que un bebé. Picasso, asiduo a las corridas de toros durante toda su vida, recordaba cómo su padre lo llevó a su primera corrida en la Plaza de Toros de la Malagueta y allí pudo conocer al diestro Cara-Ancha, quien le sentó en sus rodillas mientras que él se entretuvo en jugar con los alamares de su traje de luces. Ya de adulto, Picasso fue amigo de toreros como Luis Miguel Dominguín, quien le regaló una capa española que al pintor le gustaba ponerse y "vestirse de español" cuando algún periodista iba a entrevistarle a su casa y con la que fue amortajado por decisión de su viuda Jacqueline.

"Pablo era un aficionado taurino de primera categoría y reflejaba las fases principales de la lidia, pero también tenía la fascinación del toro como un tótem en sí mismo, como un símbolo de España, que a veces representa remontándose a la iconografía ibérica como puede verse en algunas cerámicas", cuenta el comisario.

Picasso y el Mediterráneo permite observar una serie de litografías, que rara vez se pueden ver al completo, que el genio realizó entre diciembre de 1945 y enero de 1946 en las que empieza retratando un toro de la manera más realista posible y en los siguientes estados lo va haciendo cada vez más esquemático hasta frenar en el borde de la abstracción absoluta, es decir, el paso del realismo al cubismo y de este al surrealismo, lo que supone además una excelente posibilidad de "disfrutar sorprendiéndose con el proceso creativo de Picasso".

Mitología y civilizaciones mediterráneas

La segunda sección de la exposición, denominada "El esplendor de los cuerpos", está dedicada al desnudo, otro de los grandes temas del artista malagueño heredado de la iconografía griega y romana, y recoge obras como las ilustraciones realizadas para un libro de Píndaro o Escena en la playa (1956), un plato de cerámica que representa a unos bañistas en torno a la sombra de un trampolín y que evocan los veranos pasados por el artista en las playas de Antibes y Juan Les Pins.

La tercera de las secciones, "Celebración mitológica", muestra cómo los mitos clásicos y los seres mitológicos, desde faunos a centauros, fueron una presencia constante en su obra, consecuencia de su formación decimonónica en las escuelas de bellas artes, en las que se uno de los ejercicios principales era copiar yesos que representaban estos personajes. Picasso llega incluso a combinar mitología con tauromaquia al representar a un centauro picador que pica a un toro en una corrida.

La última sección, "Expresiones del Mundo Antiguo", refleja cómo las distintas culturas mediterráneas, desde la griega y la romana al mundo árabe, fueron recogidas y percibidas por el autor del Guernica. En esta parte se pueden contemplar las obras más antiguas presentes en la exposición: los grabados de 1905 La suite de los saltimbanquis, Salomé y La danza bárbara, "obras raramente vistas, muy desconocidas, con una técnica de dibujo excepcional en las que Picasso es tanto simbolista como casi decadente", explica el comisario sobre esta exposición, cuya ambientación -con paneles en rayas azul aguamarina y blanco roto que rememoran tanto la moda playera de principios del siglo XX como las camisetas marineras del artista- traslada de modo definitivo al Mediterráneo que tanto amó y marcó a Picasso.

'Picasso y el Mediterráneo' en la Fundación Canal

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  • Pablo Picasso. 'Las mujeres de Argel (según Delacroix)'. Segunda variación, 1955

  • Pablo Picasso. 'Toro', 1945

La casa de Picasso

Esta de Madrid es una de las múltiples exposiciones organizadas por la Fundación-Picasso Museo Casa Natal, creada en 1988 por el Ayuntamiento de Málaga en el inmueble en el que nació y vivió Pablo Picasso (1881-1973) y que tiene como objetivo la promoción y difusión de la obra del artista. En su museo exhibe objetos personales familiares, granados, cerámicas y libros ilustrados hasta sumar más de 800 obras, cuyo tesoro es un álbum de bocetos con 84 dibujos para el cuadro Las señoritas de Avignon (1907), referencia clave del cubismo. Como la Casa Natal solo posee una pequeña sala de exposiciones, únicamente puede mostrar una pequeña parte de sus fondos, pero estos viajan también fuera de Málaga y de España gracias al programa de exposiciones 'Picasso Exterior', en el que se encuadra la muestra de la Fundación Canal de Madrid, mostrando la influencia en su obra de su ciudad natal, una Málaga a la que siempre quiso volver pero el anhelo no pudo hacerse realidad por la longevidad del dictador Franco, que murió dos años después que el artista. "Si Franco muere, yo mañana estoy en Málaga, pero yo quiero volver a la ciudad que dejé en mi infancia, libre y en la que la gente podía ser ella misma", cuenta Christine Ruiz-Picasso, nuera del pintor, que les decía Picasso cuando, en las sobremesas de las comidas de los sábados, se quedaba callado y cuándo preguntaban qué le ocurría solo decía: "Málaga".