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Llegar a ser presidente del Gobierno puede acortar la esperanza de vida

  • Ocupar la presidencia puede disminuir en 2,7 años la esperanza de vida
  • En cambio, ser diputado no parece ser perjudicial para la salud

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El precio del poder es tener una vida más corta, según un estudio

Ser presidente del Gobierno puede disminuir hasta 2,7 años la esperanza de vida, según ha mostrado un análisis en el que se ha comparado la supervivencia de 279 líderes del Ejecutivo de 17 países, entre ellos España, con la de 261 candidatos no elegidos entre los años 1722 y 2015.

Estos datos se han obtenido tras medir la edad de cada candidato en las últimas elecciones generales en las que han participado, y tomando como referencia lo que se esperaría en una persona de la misma edad y sexo. Los países analizados han sido Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, España, Suecia, Reino Unido, y los Estados Unidos.

Así, los datos arrojados en el trabajo, publicado en la revista British Medical Journal y recogido por la agencia Sinc, han mostrado que los líderes electos viven hasta 2,7 años menos y tienen un 23% más de riesgo de muerte que los candidatos que no llegan a la presidencia.

Aunque cabe reseñar que este estudio se publica en el número especial de Navidad de la revista BMJ, que dedica a investigaciones que, siendo metodológicamente rigurosas, tienen un interés científico cuestionable y casi parecen de broma.

Ser diputado no perjudica la salud

No obstante, ser diputado no parece ser perjudicial para la salud. Así lo ha comprobado un equipo de investigadores liderado por la Universidad de Surrey (Reino Unido) tras examinar la mortalidad de casi 5.000 miembros de las dos cámaras del Parlamento de Reino Unido entre los años 1945 y 2011.

La brecha de mortalidad entre diputados y ciudadanos se amplió, al menos hasta el final del siglo XX

De esta forma, el trabajo ha desvelado que la tasa de mortalidad de estos políticos es un 28% inferior a la de la población general y un 37% inferior en el caso concreto de los lores. Además, la brecha de mortalidad entre los diputados y los ciudadanos se ha ampliado significativamente hasta, al menos, el año 1999.

Además, los investigadores han señalado que la mortalidad entre los parlamentarios conservadores es menor que en los diputados de otros partidos políticos, lo que, según han comentado, puede deberse a diferencias subyacentes en el origen social y, en particular, en la educación.

Finalmente, los resultados han mostrado que los diputados mayores de 60 años elegidos por primera tienen una mortalidad relativamente menor que los diputados que son elegidos cuando son más jóvenes.