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Belén Ortega: "'Pájaro Indiano' habla de los sueños que nunca se alcanzan"

  • Una fábula sobre un joven que busca a un pájaro mágico
  • Una novela gráfica ambientada en Creus, a finales del XIX

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Viñeta de 'Pájaro Indiano'
Viñeta de 'Pájaro Indiano'

Apasionada de la cultura japonesa y del manga, Belén Ortega (Granada, 1986) es muy conocida por su serie Himawari, ambientada en el Japón medieval, que la aupó como una de las artistas de cómic más populares, como demuestra el premio al mejor ilustrador de Expomanga 2010. Sin embargo, para su nueva obra ha cambiado bastante de registro, sorprendiéndonos con una hipnótica fábula: Pájaro indiano (Norma)

“La historia –nos comenta Belén- gira en torno a Bernat, un joven que vive en la Costa Brava catalana de finales del siglo XIX. En aquella época dónde la emigración tuvo un importante papel en la vida de muchas personas, mi protagonista queda a cargo de su abuela, siendo él aún muy pequeño, al tomar sus padres la decisión de marcharse a Cuba en busca de una vida mejor".

"Para compensar esa pérdida -continúa-, la abuela le cuenta una fábula sobre un pájaro mágico que desciende con el viento de la Tramontana en el Cap de Creus y que es capaz de conceder un único deseo. El inicio nos adentra en su mundo interior y vemos desde su perspectiva cómo le marca esa marcha y posteriormente, la muerte de su abuela. Es a partir de entonces cuándo emprende la búsqueda de ese misterioso pájaro”.

Una fábula que nos recuerda a los cuentos clásicos, pero que se enmarca en un contexto histórico muy concreto. “Cómo comentaba antes –asegura Belén- a finales del siglo XIX, cuándo miles de catalanes emigraron a América del Sur. A los retornados, se les llamaba “Indianos” (de ahí el guiño del título). Gracias a la fiesta popular de Begur (Fira d’Indians), pueblo cercano a dónde vivía, supe de esta parte de la historia catalana. Lo único que no tiene nada de histórico o relación con esta región es la fábula del pájaro mágico, es invención mía”.

En el cómic también están presentes las Habaneras. “Es un género músical Cubano -nos comenta la dibujante- de principios del siglo XIX que se instaló en Cataluña con el retorno de soldados, indianos y comerciantes que regresaban después de la guerra Hispano Americana. La más famosa es “El meu avi”, canción con la que inicio Pájaro Indiano y cuya letra modifiqué para adaptarla a la situación del personaje. La escogí porque aparte de ser la más representativa, es el testimonio más claro de esta marcha en masa al otro lado del continente.

Los personajes se basan en actores

Belén define así a Bernat, el joven protagonista: “Bernat podría representar un poco lo que he estado viendo en mi entorno. Vivimos en una época en la que se impone el conformismo, el desánimo, en el que parece que no vale la pena luchar por que no hay nada que ganar. Es algo que me cabrea bastante. Quizás también ese lado personal mío con el que tanto he luchado estos últimos años, cómo explicaba más arriba, para poder salir del hoyo en el que me encontraba. En definitiva, Bernat representa esa parte tan humana, frágil y quebrantable de las personas”.

En cuanto a su contrapartida femenina: “Gala es ese encuentro fortuito, esa voz, ese punto de inflexión que hace cambiar las cosas en determinados puntos de la vida. Se podría decir que es algo parecido a un Pepito Grillo en una de sus facetas, pero algo más sexy. Representa la dualidad de los encuentros, esa impronta que dejan unas personas sobre otras, tanto para bien cómo par mal… Pero no cuento más, que no quiero destripar la historia”.

Para el aspecto físico de los personajes Belén se ha basado en dos conocidos actores Ben Wishaw (El perfume) y Lea Seydoux (La vida de Adèle). “Sí, y quizás la culpa de haber desarrollado este fetichismo, la tiene mi anterior proyecto (BITCH SLAP), ya que mis personajes estaban basados en los actores reales de la película. Por otro lado, también me viene de la admiración que siempre he tenido a ilustradores cómo Alex Ross o Adam Hughes. Éste último hizo un diseño de Catwoman inspirado en Audrey Hepburn que simplemente es una genialidad. Admiro muchísimo esa capacidad de síntesis a la hora de hacer realismo. Quizás también me viene un poco de formación, por haber hecho Bellas Artes”.

“El caso –continúa la dibujante- es que mientras escribía a toda velocidad el guión de Pájaro Indiano, no salía de mi cabeza el actor Ben Wishaw, con ese aspecto demacrado y desnutrido que presenta en “El Perfume”. Era perfecto para Bernat. Para Gala fue algo más casual, vi una foto de Lea Seydox que cuadraba exactamente con el perfil que buscaba para Gala, una belleza delicada y especial. Siempre digo que la intención no es que se parezcan, si no añadir pequeños detalles de las facciones que ayuden a dar más personalidad y humanidad al diseño. El BD requiere personajes más elaborados, a diferencia del manga, que usan un esquema general para las caras y basan su caracterización principalmente en cambiarle el peinado y la ropa”.

El nacimiento de ‘Pájaro indiano’

Como el pájaro Fénix, que resurge de sus cenizas, la génesis del Pajaro Indiano ha sido larga y no precisamente fácil: “Es el fruto de muchos “fracasos” (entrecomillas porque tampoco los considero tales), de los que creo debo poner en situación para entender la esencia original de esta idea –nos comenta Belén-. Justo después de publicar Himawari (2011) estando aún promocionándola, me surgió la oportunidad de trabajar en un proyecto muy importante, relacionado con la industria del cine Americano y que me llevó incluso a visitar Los Ángeles para conocer al guionista (Eric Gruendemann), director (Rick Jacobson), actrices y demás equipo de rodaje”.

“Se trataba –continúa Belén- de crear la secuela en cómic de BITCH SLAP (Perras Furiosas), una película de acción y Serie B que mezclaba tías buenas, armas y explosiones. Me pareció genial cómo contrapunto a lo que había estado trabajando hasta entonces, y además me abriría puertas al mercado Americano. Tras dos duros años de trabajo, el proyecto se quedó en el cajón, sin más. Después de un traspié así es muy difícil volverte a incorporar, puesto que había estado 2 años trabajando bajo el más estricto secretismo, apartándome del mercado”.

“Luego vinieron más proyectos, más pruebas y más trabajo que no llegó a cuajar. En mitad de este bucle de negatividad, me llegó por casualidad a las manos las bases del Premio Internacional de Cómic Costa Brava que organizaba Panini, su segunda edición aquella vez. Quedaban por delante únicamente 4 meses, un suicidio teniendo en cuenta las bases”.

“Pero decidí arriesgar –continúa la dibujante-. Quería hacer algo por primera vez en años que únicamente dependiera de mí y pudiera controlar al 100%, sin editores, pruebas, esperas, semanas de incertidumbre. No es casualidad que Pájaro Indiano sea una historia que hable sobre los sueños que nunca se alcanzan, la pérdida, la duda, la incertidumbre y lo importancia de creer en uno mismo. Esa es la esencia de Pájaro Indiano, la necesidad de proyectar mis ganas de luchar y creer que se puede conseguir lo que uno se proponga”.

“Obviamente, no gané el concurso. Panini lo declaró desierto alejando la baja calidad de las obras presentadas. Pero uno año más tarde, aquí está, publicado por Norma Editorial y el material de Bitch Slap recopilado en un Artbook que acabo de sacar también con Ominiky Ediciones”.

Recreando la Costa Brava de finales del XIX

Para este cómic Belén ha pasado del Japón Feudal a la Costa Brava de finales del Siglo XIX, lo que le ha costado un enorme esfuerzo de documentación. “Lo importante –asegura- es sentir pasión por lo que haces y devorar todo lo que esté a tu alcance para hacerlo lo mejor posible. En este caso, tuvo mucho que ver con que me mudara a Palafrugell el verano de 2013. Allí entré en contacto con toda la cultura marinera de esa tierra, sus tradiciones, los Indianos y las famosas Habaneras. Es por eso que Pájaro Indiano tiene este contexto”.

“Con tan poco tiempo para realizar un cómic, el proceso de documentación podría habérmelo saltado –continúa-, pero quería ser muy fiel a la historia y su esencia, llegar tanto al que conoce esta tierra como al que no, enamorar con la vista. Y si transmites pasión con lo que haces, al lector le llega. Disfruto muchísimo retratando paisajes y dando vida a lugares que ya no están, es cómo homenajear una belleza extinta”.

La dibujante también nos ha contado cómo es su proceso de trabajo: “Normalmente, cuentas con el triple de tiempo que conté yo para hacer un cómic. Lo normal sería hacer un trabajo grande de documentación, realizar los lápices, pasar a tinta (todo este proceso es manual) y finalmente aplicar color digital. En mi caso fue todo sobre la marcha; hice un poco lo que pude. La tinta y los lápices prácticamente iban al día y cuándo esta parte del proceso tradicional estuvo finalizado, a penas me quedó un mes para el color”.

Una falta de tiempo que le llevó a experimentar, con éxito, con nuevas técnicas: “En este caso, si opté por una técnica nueva: un previo tratamiento de grises para crear contrastes, sombras, luces, etc., para más tarde “teñir” de color las escenas, cómo los famosos documentales a color de la segunda guerra mundial de la 2. Algo parecido. Siempre estaré agradecida a Lelia Álvarez y Eli Basanta por su ayuda en esta parte del proceso, aunque no llegué a ganar, al menos llegamos a la fecha de entrega. Batí un récord, eso sí que fue mi triunfo personal!”.

Por último, Belén nos avanza sus proyectos: “Este año Pájaro Indiano y la publicación del Artbook con el material descartado de estos años de trabajo con Ominiky Ediciones, me han abierto muchas puertas, todo se verá. Pero gracias a Pájaro Indiano, en concreto, actualmente estoy trabajando en un proyecto que empezamos ya en Enero de este año y que tendrá proyección internacional. No puedo dar más datos, pero si todo va bien y me mato dibujando, antes de acabar el año se sabrá algo”.