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Los hermanos Dardenne: "En la sociedad actual, la lucha y la competición se trasladan a todos los campos"

  • Los cineastas belgas, aclamados en Valladolid por su película Dos días, una noche
  • Marion Cotillard es una obrera de frágil autoestima en busca de la solidaridad

Por
59 EDICIÓN DE LA SEMINCI
Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne.

Al escuchar a los hermanos Dardenne (Jean-Pierre, 63 años; Luc, 60), se comprende que lo que en apariencia es un ser partido en dos, es en realidad un hombre multiplicado. Intelectuales y herederos de la tradición realista y humanista de Roberto Rossellini, han presentado en la Seminci su última bofetada de realidad: Dos días, una noche. Con su método de “persona de cuatro ojos” y una división de trabajo que califican como “sin división”, los cineastas belgas incorporan por primera vez a una estrella como Marion Cotillard a sus planteamientos casi documentalistas.

Cotillard interpreta a Sandra, una obrera de frágil autoestima que durante un fin de semana tiene que buscar, uno a uno, a sus compañeros de trabajo para disuadirles del diabólico dilema en el que les ha puesto su patrón: o votan por despedir a Sandra, o votan por perder una prima de 1.000 euros. Un guión más perfilado y convencional que otras películas suyas con el que han arrancado aplausos Valladolid.

P: En general, tenemos pruebas de nuestra valía y de nuestra inutilidad. En esa situación, la opinión de los demás influye decisivamente en la opinión que tenemos sobre nosotros mismos. El personaje de Sandra muestra ese vaivén extremo: cada vez que recibe una negativa se hunde, y cada vez que le apoyan se viene arriba.

Luc Dardenne: Podemos hablar mucho de eso. Creo que, efectivamente, nuestra manera de estimarnos, depende en gran parte de la mirada que otros tienen sobre nosotros. Si no somos solidarios, si pensamos que no vales 1.000 euros… Porque eso es lo terrible: la propuesta del patrón es saber si Laura es igual a 1.000 euros. O 16 veces 1.000 euros, 16.000 euros Y es terrible enfrentarse eso. Y además, si en los 16 compañeros que votan hay 14 que dicen que no vale 16.000 euros, para ella es difícil tener autoestima porque además acaba de salir de una depresión que ha ocurrido antes de la película, por así decirlo, y por tanto tiene tendencia a despreciarse a sí misma, a decir, es verdad, no soy capaz, soy nula. Y para liberarnos necesitamos a los demás. Cuando le dicen: “sí, he votado contra ti, pero he cambiado de opinión, perdóname, he pensado en mí, 1000 euros me vendrían bien”, ella lo entiende, pero eso le ayuda a liberarse de la mirada de los demás y poder decir: mierda, existo, ya no tengo miedo, ya no tengo miedo a los demás, ya no tengo miedo de existir.

P.: Sandra se avergüenza de, sencillamente, pedir una oportunidad. La película puede interpretarse como un ejemplo de cómo los mecanismos de la explotación en el capitalismo imposibilitan la empatía y la solidaridad.

Jean-Pierre Dardenne: Es difícil decirlo. Quizá es paradójico: el comunismo ha transformado a cada uno en espía de su vecino. Y en mentiroso. Está claro que la sociedad en la que vivimos actualmente subraya y considera la eficacia individual como un valor esencial. La lucha, la competición, el combate, se traslada a todos campos. Incluso, ahora, los deportistas cuando ganan se convierten en una expresión de una violencia enorme. Es incluso patético, cómico. La solidaridad respecto a eso es también decir: solo no valgo mucho, soy más humano cuando estoy con los demás. Es verdad que no son los valores que se subrayan más o que se exponen en la sociedad, pero creo que hay un espacio que podemos forzar para que se exprese. La solución para liberarte de la mirada negativa de los demás no es decir “solo soy fuerte solo”. La solución es decir “estoy bien con los otros” y en parte gracias a los demás. Eso es la empatía o la simpatía.

P.: La película trata de colocar al espectador en el lugar de Sandra y también en el de sus colegas. ¿Sois optimistas sobre si los espectadores “salvarían” a Sandra?

Luc Dardenne: La idea es que el espectador no sea un juez, porque Sandra no es un juez. No les dice: tú lo haces bien o tú lo haces mal. Es solidaria. Para empezar sabe que renuncian a 1000 euros y lo entiende. Aunque sea duro, acepta cuando dicen que no. Queríamos que el espectador tuviera ese debate dentro de sí mismo, que es un diálogo interior muy rápido. Y al final esperamos que en la cabeza del espectador hayan ocurrido muchos cambios. Y tras ver la película hablen con su marido, con su mujer, con su amigo, con su compañero, con alguien que haya visto la película y podrán hablar y decir ¿qué habrías hecho tú?

Jean-Pierre Dardenne: No sé que van a decir. Lo que esperamos es que dijeran yo sería solidario, aunque la experiencia real a veces demuestra que lo que pensamos no se cumple. Pero en todo caso, si el espectador tuviera más empatía por Sandra, y estuviera más cerca de un personaje que cambia de opinión y que vota por ella, estaría muy bien.

P.: La película es también una bella historia entre Sandra y Manu (Fabrizio Rongione) en la que se muestra que la paciencia con el otro como una clave del amor

Jean Pierra Dardenne: Todas las mujeres están enamoradas de Manu. Los hombre también, quizá. Sí, es verdad, todo lo que vemos de él es como una especie de coach, de entrenador. Le apoya, pero no tiene que estar demasiado cerca porque, si no, la infantiliza y no le permite respirar. Únicamente el amor permite tener la paciencia que se muestra en algunas escenas. Es verdad que el amor puede cambiar a la gente. Y Manu es eso.

Luc Dardenne: Es la primera forma de solidaridad en la película Y esa historia de amor nos parecía que le daba mucho espesor al personaje de Sandra. Es una mujer a la que aman.

P.: Vuestras películas son por momentos desasosegantes, por momentos esperanzadas. ¿Es el ciclo emocional de vuestras vidas?

Luc Dardenne: En cada película tratamos de contar a un personaje que se enfrenta a cosas, a veces a cosas que el mismo inventó. Y el problema suele ser porque no entiende su propio deseo, no sabe lo que busca. Y lo que busca en realidad, en casi todas las películas, es encontrar a alguien. Es tratar de escapar de esa maldita soledad para volver a lo que decía Jean-Pierre: que un ser humano, hablamos en general, es más feliz si estas con los demás que si estas solo.

Jean-Pierre Dardenne: Nuestros personajes tratan de buscar algo distinto a ese miedo y a esa desconfianza respecto a las demás.