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Led Zeppelin, el 'Starship' y el mundo a sus pies

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Los cuatro componentes de Led Zeppelin posan delante de su avión, el 'Starship'.
Los cuatro componentes de Led Zeppelin posan delante de su avión, el 'Starship'.

A principios de los 70 se produjo una curiosa paradoja en el mundillo del rock: Led Zeppelin eran la banda más grande del momento. Noche tras noche Jimmy Page (guitarra), Robert Plant (vocalista), John Paul Jones (bajo y teclados) y John ‘Bonzo’ Bonham (batería) llenaban los recintos en los que actuaban pero la prensa musical ignoraba de manera sistemática todos sus logros.

Es posible que la leyenda salvaje del grupo y las (fundadas) acusaciones de plagio en algunos de sus temas ayudara poco de cara a su imagen pública. A ello hay que unir la figura de su mánager, Peter Grant, cuyos métodos de trabajo estaban más cerca de los de un capo mafioso que los de un representante de artistas al uso.

Bajo la influencia de Grant, Led Zeppelin habían renunciado a publicar singles de su discos, de modo que, quien quisiera poseer sus canciones, debía hacerse con el álbum al completo. Lo que parecía un suicidio comercial en aquel momento resultó todo un acierto, con millones de copias vendidas de cada uno de sus trabajos. A partir de la decisión de Led Zeppelin, el disco de larga duración se impuso por encima del sencillo entre los grandes artistas de la época.

También Grant limitó la exposición periodística de sus pupilos. Dolidos por las malas críticas que habían sufrido sus discos, sobre todo el tercero y el cuarto, Led Zeppelin cortaron la relación con la prensa y dejaron de conceder entrevistas. Otra decisión comprometida que, sin embargo, engrandeció el misterio a su alrededor.

De este modo, aunque la banda copaba los primeros puestos de las listas y los fans enloquecían en cada una de sus maratonianas actuaciones –algunas de las cuales superaban las cuatro horas de duración-, nadie parecía darse por enterado.

Los medios especializados se volcaban con las nuevas estrellas del ‘glam’ como David Bowie o Marc Bolan y ensalzaban cada movimiento de los Rolling Stones, cuyo cantante frecuentaba la compañía de la jet-set o de intelectuales como Truman Capote.

A su lado, los Zeppelin parecían cuatro garrulos malencarados que se dedicaban a arrasar cada uno de los hoteles en los que se hospedaban y protagonizaban sonadas orgías. Y bastante de verdad había en ello.

La gira de 1972 había sido enormemente exitosa. La banda se pasó casi todo el año en la carretera, incluyendo conciertos en Europa, Oceanía y Estados Unidos. Sin embargo, en Norteamérica coincidieron en algunas fechas con los Rolling Stones, que acababan de publicar el aclamado Exile on main street. El resultado era que, una vez más, los medios parecían ignorar los éxitos de Page y compañía mientras adoraban a la banda de Jagger y Richards.

Lavado de imagen

1973 sería un año clave para Led Zeppelin. En enero apareció Houses of the Holy, un disco en el que el grupo ampliaba aún más su paleta de sonidos, sumando algunos clásicos a su repertorio ("The Rain Song", "Over the hills and far away", "The Ocean", "The song remains the same") y añadiendo sorprendentes incursiones en el reggae ("D’yer Mak’er"), el rock sinfónico ("No quarter") o el funky ("The crunge"). Aunque el paso del tiempo y el hecho de estar encajado entre dos obras capitales como IV y Physical Graffiti parece haber rebajado la importancia de Houses of the holy, lo cierto es que el disco entró como un tiro en las listas y coincidió con la confirmación a nivel mundial de Led Zeppelin.

Peter Grant decidió entonces dar un giro a la austera política de comunicación del grupo y contrató a uno de los más importantes agentes de prensa del mundillo, Lee Solters, que había trabajado con artistas de la talla de Frank Sinatra. Solters contaba con la ayuda de Danny Goldberg, un joven periodista, excolaborador de Billboard y Rolling Stone, con la misión de lavar la imagen de la banda. Era hora de que todo el mundo supiera que Led Zeppelin eran la banda más grande del mundo.

La labor de los publicistas dio sus frutos. Aprovechando que el alcalde de Atlanta había pedido pases para uno de sus conciertos, Goldberg atribuyó al político una frase que nunca dijo: “Es lo más grande que ha pasado por Atlanta desde Lo que el viento se llevó”. El alcalde, vista la publicidad gratuita, no desmintió la cita, con la que todo el mundo pareció quedar satisfecho.

Los agentes también consiguieron que los medios destacaran el éxito logrado en Tampa, Florida, donde Led Zeppelin lograron entrar en el Libro de los Records tras meter a 56.600 espectadores en el estadio Bay, la mayor marca lograda por un solo artista, superando a los Beatles, que habían congregado en 1965 a 55.000 en el Shea Stadium de Nueva York.

Como correspondía a su estatus de grandes estrellas, Led Zeppelin contaron por primera vez con un cuidado montaje de sonido e iluminación, que incluía espejos, focos, hielo seco y bolas de cristal, además de los espectaculares trajes bordados con extraños símbolos que lucía Jimmy Page en escena, reforzando su imagen de dios de la guitarra y sus conexiones con los ritos satánicos.

Los conciertos arrancaban frenéticamente con "Rock and roll", para después repasar algunos de los nuevos temas y varios clásicos como "Whole lotta love", "Dazed and confused" –que podía durar más de 20 minutos y en el que el guitarrista tocaba su instrumento con un arco de violín- o la indispensable "Stairway to heaven", su tema más popular.

Reyes de los cielos

Sin duda, la jugada maestra en esta operación de imagen fue alquilar un Boeing 720B para transportar al grupo en los conciertos de la gira americana. El aparato, denominado Starship, era un avión de línea remodelado que contaba con todo tipo de lujos en su interior: bar, pantallas de vídeo, un órgano, biblioteca y un dormitorio.

La realidad es que el grupo, que ya había utilizado un pequeño jet privado para cubrir las enormes distancias que existían en Estados Unidos, había tenido alguna mala experiencia durante la anterior gira, a lo que se unía el miedo a volar de Jimmy Page. El alquiler del Starship les permitía un transporte más seguro y estable y, además, fijar el cuartel general en una gran ciudad (Los Ángeles, Chicago o Nueva York) para regresar la misma noche del concierto.

Sin embargo, de puertas afuera el Starship fue el auténtico símbolo del poder de Led Zeppelin. Hasta entonces ningún grupo había contratado su propio avión de línea, aunque a partir de entonces la práctica se generalizaría entre las estrellas del rock.

Los Zepp aterrizaban en la ciudad de turno y una flota de limusinas les transportaba hasta el recinto correspondiente, normalmente un gran estadio deportivo, donde decenas de miles de fans exaltados esperaban para disfrutar de la experiencia rockera definitiva. De pronto, todo el mundo supo quiénes eran Led Zeppelin y el británico Daily Express se aventuró a asegurar que, en base a las ventas de sus discos y las entradas de conciertos, eran más grandes que los intocables The Beatles.

El principio del fin

La gira norteamericana fue un auténtico éxito y culminó con tres noches en el Madison Square Garden de Nueva York, con todo el papel vendido, conciertos que fueron filmados para la elaboración de una película, la irregular The song remains the same.

Led Zeppelin se mantendrían en su sólido estatus de dioses del rock mundial durante los años siguientes. Sin embargo, en 1975 todo empezó a torcerse. Durante un descanso de su gira estadounidense el cantante del grupo, Robert Plant, viajó con su familia a la isla de Rodas, donde sufrieron un grave accidente automovilístico que a punto estuvo de costarle la vida a la mujer de Plant. El vocalista tuvo que sufrir una larga convalecencia que le retiró temporalmente de los escenarios.

Pero dos años después la tragedia volvería a golpear al cantante, esta vez con más fuerza: Karac, su hijo mayor, murió de una infección estomacal mientras la banda se encontraba inmersa en la gira de Presence, su séptimo álbum. El tour fue suspendido, Plant sufrió una enorme depresión y el grupo estuvo cerca de separarse. Esto contribuyó a la preocupante adicción de Jimmy Page y John Bonham a las drogas duras.

La puntilla final para el grupo llegó el 24 de septiembre de 1980, cuando John Bonham falleció debido tras una ingesta masiva de alcohol, una muerte que, esta vez sí, supuso la ruptura definitiva.

Led Zeppelin dijeron adiós y, desde entonces, han sido constantes los rumores de una reunificación que solo se ha materializado esporádicamente para algún concierto, como el que ofrecieron en el O2 de Londres en 2007. Pero Robert Plant se ha negado de manera insistente en volver a rehacer la banda, a la que considera incompleta sin la presencia de Bonham. Un hecho que ha contribuido a reforzar la leyenda de Led Zeppelin, el grupo de rock más grande de la historia.