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La destructiva doble vida del saltamontes

  • Los saltamontes se transforman en langostas cuando hay suficiente comida
  • Se reúnen con miles de millones de individuos y arrasan con los cultivos
  • La transformación se produce en menos de dos horas

Por
Tom Fayle

Como si del doctor Jekyll y Mister Hyde se tratara, un saltamontes verde que da simpáticos saltos en el césped un jardín se puede transformar en una destructiva langosta. Cuando lleva una vida solitaria tiene el color de las frescas hierbas que habita y come, pero su color y personalidad cambia cuando empieza a convivir con muchos más de sus congéneres. Con ellos forma voraces enjambres que destruyen todos los cultivos que encuentran a su paso.

Esta espectacular transformación se produce en 10 de las 8000 especies de langostas que se conocen. Habitan un área muy amplia del planeta, hasta el 20% de los continentes, desde el oeste de África a la altura de Mauritania hasta el noroeste de la India pasando por el Sáhara, África Oriental y la península arábiga. También en Estados Unidos y grandes zonas de China y Australia.

Los enjambres pueden cubrir superficies de hasta 1200 kilómetros cuadrados, con una densidad de hasta 80 millones de langostas por cada kilómetros cuadrado. Pueden avanzar unos 200 kilómetros al día con el viento a favor y alcanzar los 2000 metros de altura, cruzar montañas, como la cordillera Atlas o mares como el Rojo. Devoran cultivos en menos de un día. Los mayores enjambres pueden devorar 100.000 toneladas de plantas al día. Son una ruina para los agricultores y provocan hambrunas.

Fumigando en Madagascar

La última gran plaga está sucediendo en Madagascar, donde de los 13 millones de personas que lo habitan 9 millones vive de la agricultura. Comenzó en 2012 y gracias a la campaña de control con pesticidas coordinada por la FAO se ha logrado contener la población. La siguiente fumigación será en septiembre de este año, pero aún faltan fondos para completar el plan previsto de actuación hasta 2016. Afortunadamente esta primavera no ha llovido lo suficiente para que se produzca una reproducción masiva del insecto.

El anterior gran brote en África sucedió de 2003 a 2005. En el momento de mayor intensidad, en 2004, las langostas habían llegado incluso a las islas Canarias, Cabo Verde y Europa Meridional. En 2008, nubes de 6 kilómetros de longitud recorrieron y devoraron Australia. Desde los inicios de la agricultura, las nubes de langostas son temidas por el ser humano. Aparecen en el Éxodo de la Biblia como una de las diez plagas que envió Dios para castigar a los egipcios. Hoy en día, la FAO publica cada mes un boletín informando sobre el estado de las langostas y los pronósticos para prevenir a los agricultores.

La transformación se produce cuando las condiciones ambientales son favorables para la vida de estos animales. En las zonas que habita la vegetación es dispersa y las poblaciones de langostas suelen ser moderadas. Pero cuando las lluvias de primavera son intensas las plantas crecen generosamente, aumenta el alimento disponible y se producen las plagas.

La transformación sucede en tan solo dos horas

En esas condiciones eclosionan más huevos de lo habitual y se juntan un enorme número en torno a los mismos puntos de alimento. Cuando son tantas que sus patas traseras se chocan con las del vecino, el cuerpo les pide un cambio. Es entonces cuando se transforman en langostas: cambian del verde al amarillo y negro, acortan su cuerpo y aumentan el tamaño de su cerebro.

En el laboratorio, los científicos han observado cómo una langosta solitaria cambia al aspecto de langosta gregaria en tan solo dos horas tan solo golpeando unas estructuras parecidas a espinas presentes en sus patas para simular las condiciones de masificación. También han constatado que mientras se produce el cambio se acumulan una gran cantidad de serotonina en el sistema nervioso de la zona del tórax. En los humanos esta hormona tiene que ver con el placer y el bienestar; tener los niveles bajos es síntoma inequívoco de depresión.

Tras la metamorfosis, liberan feromonas que las atraen las unas a las otras, y se reproducen desenfrenadamente hasta que forman un gigantesco enjambre. En comunión parten por el mundo en busca de más comida.