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Velasco y Sacristán, medio siglo de cine español homenajeado en Valladolid

  • Se sienten herederos de toda una generación de actores
  • Recuerdan las similitudes de sus carreras 
  • Coincidieron en el teatro en los 80 con Yo me bajo en la próxima y ¿usted?

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58 SEMANA INTERNACIONAL DE CINE DE VALLADOLID (SEMINCI)
Los actores Concha Velasco y José Sacristán tras recoger la Espiga de Honor en la 58 Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Más de medio siglo de cine español, síntesis y reflejo de la sociedad en etapas tan significativas como la Dictadura, la Transición y la democracia,  sintetizan las carreras de Concha Velasco y José Sacristán,  homenajeadas esta tarde en la 58 Semana de Cine de Valladolid (Seminci) con sendas Espigas de Honor.

Ambos se sienten símbolos y herederos de una generación de actores forjada entre los cómicos de la legua, afanada en buscarse la vida y que contribuyó con papeles comprometidos a cambiar una mentalidad y a "poner en evidencia una problemática" de índole social y política, ha subrayado Sacristán a los medios informativos.

A punto de cumplir 74 años, y de ellos cerca de sesenta en las tablas y platós, Concha Velasco siente que representa a maestros ya desaparecidos, entre los que ha mencionado a Fernando Fernán Gómez, Tony Leblanc, Alfredo Landa y José Luis López Vázquez, y que en su caso resumen "toda una vida de penurias y satisfacciones".

Pero también se acuerda de Rafael J. Salvia, Pedro Lazaga, Mariano Ozores,  José Luis Sáenz de Heredia y Pedro Olea, algunos de sus primeros productores y directores que la ofrecieron una oportunidad en momentos cruciales de su vida.

"A ellos les debemos que en nuestra casa saliera agua del grifo, y caliente. Gracias a estas personas, al cine español, mi familia ha vivido muy bien, y mis padres se han sentido orgullosos de que su niña quisiera ser artista", ha comentado la actriz, inmersa ahora en una etapa en la que interpreta y llora, según sus palabras.

Compañeros y amigos

Velasco, Goya de Honor a su carrera este mismo año, afronta desde hace años "la edad del llanto", plagada de recuerdos, que en esta ocasión le han unido a José Sacristán,  quien con 76 años debutó en la gran pantalla con La familia y uno más (1965), de Fernando Palacios.

Por la mente de la actriz han desfilado sus comienzos como bailarina de Manolo Caracol y películas clave en su filmografía como Tormento (1974) y Pim, Pam, Pum... ¡fuego! (1975), que en su caso la aportaron un valor añadido ajeno a todo lo que hizo hasta ese momento.

Sacristán, además de la amistad con su compañera, de la que ha elogiado su capacidad de trabajo, entrega y espíritu de coraje, ha encontrado numerosas similitudes en las trayectoria de ambos, coincidentes a comienzos de los ochenta en la obra de teatro Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, de Adolfo Marsillach.

Querían ser Errol Flynn y Elisabeth Taylor

"Nos hemos buscado la vida desde nuestra más tierna infancia, a brazo partido y a contracorriente", ha rememorado el actor madrileño, a quien Concha Velasco ha recordado como vendedor de libros del Círculo de Lectores por los camerinos de los teatros.

Uno quería ser Errol Flynn y Tyrone Power, y la otra parecerse a Elisabeth Taylor "con lunar y todo"; el actor fue "cómico de la legua" y una "tonadillera frustrada", y la actriz se dedicó "a perseguir" a directores y productores en busca de un papel.

"Hemos hecho de todo, y estoy muy satisfecho de dónde vengo, porque siempre tengo muy presente al crío que fui", ha dicho este cómico, actor de reparto, secundario de postín y protagonista de filmes comprometidos durante la transición como "Un hombre llamado flor de otoño" (1978) y "El diputado" (1978), los primeros en abordar el asunto de la homosexualidad durante la Transición.

Eran papeles "en los que, además de actor, quise expresar mi compromiso con los ciudadanos" en momentos difíciles, con ánimo de representar al "nuevo español" y de "señalar, de poner en evidencia", ha comentado.

Sacristán sigue sintiéndose intérprete y ha elogiado el talento y contribución de los nuevos creadores. También ha expresado, dentro del plano político, su desencanto y preocupación con el "desmantelamiento moral" de la izquierda tanto en España como en Europa, porque "de la derecha ya no espero nada", ha concluido.