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El PP busca romper por primera vez la hegemonía socialista en Castilla-La Mancha

  • Barreda y Cospedal se disputan por segunda vez la presidencia
  • Las encuestas dan ventaja a los populares sobre los socialistas
  • El agua, el paro y los sueldos de Cospedal centran la polémica
  • Repasa las biografías de los candidatos a la Junta el 22-M

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José María Barreda (PSOE) y María Dolores de Cospedal (PP) se disputan por segunda vez la presidencia de Castilla-La Mancha, una comunidad que nunca ha conocido otro color político que el socialista.

Si cuatro años atrás Barreda logró una clara victoria al sumar más del 51% de los votos, frente al 42% de su rival, ahora los sondeos pronostican un posible vuelco electoral.

Así lo apuntan el último barómetros del CIS, que da al PP un porcentaje de votos del 46,3% frente al 45% que lograría el PSOE. Según estos datos, la candidatura de Cospedal lograría la mayoría absoluta con 25 escaños frente a los 24 de Barreda.

La encuesta del CIS estrecha la ventaja que el 24 de abril daba al PP el sondeo del diario  El Mundo el domingo 24 de abril, según el cual el PP lograría el 49,3% de los votos frente al 43,9% de los socialistas.

Ambos sondeos dan mejor valoración pública a Barreda que a Cospedal, que incluso en el barómetro del CIS obtiene peor nota que el candidato de IU, Daniel Martínez, quien ni siquiera lograría sentarse en el Parlamento regional.

Victoria estratégica

Para los populares, ganar en Castilla-La Mancha tendría un enorme significado estratégico y moral ya que, como en Andalucía o Extremadura, las urnas les han relegado a la oposición una y otra vez.

Incluso cuando en 2007 la marcha al Ministerio de Defensa del eterno presidente, José Bono, parecía abrir nuevas perspectivas para el partido que preside Rajoy, los castellano-manchegos siguieron apostando por un Gobierno de mayoría socialista.

Lo cierto es que, en este tiempo, José María Barreda ha sabido quitarse de encima el estigma de simple heredero de Bono con el que tuvo que lidiar en sus primeros años de mandato para convertirse en un político con personalidad propia, en cuyo Gobierno apenas queda rastro de los consejeros de la ‘época Bono’.

Aunque, sin duda, la principal muestra del carácter de Barreda la hemos visto en los últimos meses, cuando el presidente castellano-manchego ha encabezado la corriente de los barones que exigían un relevo al frente del liderazgo socialista para así intentar amortiguar el posible fracaso que algunos vaticinan al PSOE en estas autonómicas.

Una batalla de la que parece que ha salido vencedor, tras el anuncio de que Zapatero no irá a la reelección.

También María Dolores de Cospedal ha reforzado su imagen pública en este tiempo gracias, sobre todo, a la exposición mediática que le ha proporcionado el cargo de secretaria general de PP, que ostenta desde 2008.

Cospedal ha vivido en los últimos tres años bajo la constante atención de los focos, compaginando sus tareas en el partido a nivel nacional con las de carácter regional.

Esta duplicidad de funciones ha sido, precisamente, uno de los temas de conflicto recurrente entre PP y PSOE en Castilla-La Mancha, ya que los socialistas han criticado en numerosas ocasiones que Cospedal perciba dos sueldos, uno como secretaria general de su partido y otro como senadora.

A pesar de este enfrentamiento, Cospedal ha logrado unificar en torno suyo al PP castellano-manchego. En el seno del partido consideran que, por primera vez en mucho tiempo, presentan un candidato con aspiraciones reales, tras algunos experimentos que fracasaron de manera estrepitosa, como en 2003, cuando eligieron a Adolfo Suárez Illana como adversario de Bono.

El agua, motivo de enfrentamiento

Uno de los asuntos que ha enfrentado a ambos partidos con mayor crudeza durante esta legislatura ha sido el tema del agua.

El PSOE ha criticado duramente la postura de Cospedal en este terreno, ya que acusa a la aspirante de plegarse a los intereses nacionales de su partido, -y a los de regiones como Murcia o Valencia, con gobiernos del PP- en lugar de defender los de la comunidad que representa.

Esta polémica hizo fracasar la reforma del Estatuto de Autonomía, un asunto que ambos partidos iniciaron de manera conjunta en 2004 y que ha dejado al descubierto las evidentes diferencias que mantienen ambos líderes políticos.

Cospedal, por su parte, se ha mostrado especialmente beligerante con la política económica y de empleo del actual Gobierno de Castilla-La Mancha, una comunidad cuya tasa de paro, según la última Encuesta de Población Activa, es del (21,79%), medio punto por encima de la media nacional (21,29%) y que cerró abril de 2011 con 215.621 parados, lo que supone el 5% del total nacional.

Lo que parece improbable es que algún otro partido, más allá de PSOE y PP, vaya a lograr representación en Castilla-La Mancha.

Desde 1999, el bipartidismo reina en el Convento de San Gil, sede del Gobierno regional, y los sondeos aseguran que esta circunstancia también se mantendrá durante la próxima legislatura.