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El Museo Reina Sofía reivindica el movimiento de la fotografía obrera

  • Dedicará una sección a la fotografía de la Guerra Civil española
  • Podrá verse del 6 de abril al 22 de agosto

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El Museo Reina Sofía reivindica el movimiento de la fotografía obrera

Más de 1.000 trabajos, fundamentalmente fotografías, además de revistas, libros y películas, de fotografía obrera (1926-1939) tomarán desde este miércoles 6 de abril al 22 de agosto el Museo Reina Sofía, que pretende dar a este movimiento la importancia que merece y "resituarlo como momento clave de la historia de la fotografía". Además, la muestra prestará especial atención al trabajo de los fotógrafos extranjeros durante la Guerra Civil española.

La exposición, titulada "Una luz dura sin compasión. El Movimiento de la Fotografía Obrera 1926-1939" y comisariada por el fotógrafo y crítico de arte Jorge Ribalta, coincide con la celebración de PHotoEspaña 2011.

La muestra pretende, más allá de ser una antología histórica de artistas y obras, relatar cómo se constituyeron espacios públicos mediante la fotografía documental proletaria y como ésta se mostró antagónica al modelo burgués con su evelado componente de denuncia. A menudo, este movimiento ha sido postergado, marginalizado o reprimido, pese a tener entre sus practicantes nombres tan relevantes como los de Gerda Taro, Paul Strand, Henri Cartier-Bresson o Walter Reuter.

La fotografía obrera, que se empezó a articular en la Alemania de la República de Weimar a través de la revista AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung) y entroncó con la Unión Soviética, partía de la búsqueda revolucionaria de una ruptura epistemológica y de la percepción a través de la imagen.

Entre Alemania y la Unión Soviética

La primera parte de la exposición aborda la dialéctica entre Alemania y la Unión Soviética entre 1926 y 1932. En 1926, la revista AIZ convocó un concurso para fotógrafos aficionados para que remitieran imágenes de la vida cotidiana del proletariado que mostrarían "sin compasión" las condiciones objetivas del trabajo industrial, según explica Ribalta.

Esto suponía reconocer el papel de esta nueva prensa ilustrada y la necesidad de "crear un contrapoder mediático a la hegemonía de la prensa burguesa", explica el comisario. Así, a raíz de la convocatoria se crearon varios grupos de fotógrafos en diversas ciudades alemanas que culminarían en la constitución de la Vereinigung der Arbeiter Fotografen Deutschlands (VdAFD) (Asociación Alemana de Fotógrafos Obreros), madre del movimiento de la fotografía de los trabajadores (Arbeiterfotografie), a la vez que nació la revista Der Arbeiter-Fotograf.

Además, la recepción alemana determinó en gran parte el impacto internacional de la fotografía soviética. En la Unión Soviética, la fotografía obrera nació paralelamente al fotoperiodismo profesional y, así, la ROPF (Asociación Rusa de los Fotoperiodistas Proletarios) firmó un manifiesto que rechazaba las imágenes que buscaban "el puro efecto visual" en favor de una concepción de la fotografía como "arma para la reconstrucción socialista de la realidad", indica Ribalta.

En este ámbito de la muestra encontramos trabajos de artistas como Eugen Heilig, John Heartfield —ambos miembros del equipo editorial de  AIZ—, Erich Rinka, Alexander Rodchenko, Ernst Thormann, Walter Ballhause o Max Alpert,  que, junto a Arkady Shaikhet, entre otros, firmó el manifiesto de la ROPF.

El movimiento en Europa y Norteamérica

La segunda sección de la exhibición está dedicada a la expansión del movimiento de la fotografía obrera por el centro y el norte de Europa y Norteamérica durante la primera mitad de los años 30, donde surgieron asociaciones de fotógrafos obreros: la Worker Film and Photo League en EE.UU., la Amateur Photographes Ouvries (APO) en Francia o la holandesa Arbeiders-Fotografen (VAF). También surgieron revistas ilustradas inspiradas en AIZ y vinculadas a las redes de los partidos comunistas y socialistas.

Además, se produce un desplazamiento desde el movimiento revolucionario hacia la resistencia tras la caída de la República de Weimar y el fin del primer plan quinquenal de la URSS.

En este apartado se incluyen obras de autores húngaros, checos, eslovacos, austríacos, suizos, holandeses y británicos —como Kata Kálmán, Kata Sugár, Irena Bluhova, Willy Kessels, Ferenc Haár, Karel Hajek, Oldrich Straka, Cas Oorthuys, Eva Besnyö, Edith Tudor-Hart, entre otros—, así como de la Photo League americana —con nombres como Siskind, Corsini, Engel, Grossman—, de Paul Strand y de Tina Modotti.

El compromiso internacional en España

Aunque en España no existió un movimiento de la fotografía obrera, sí hubo una importante presencia de fotógrafos extranjeros que trasladaron la praxis del movimiento a la península durante la Guerra Civil española. En esto está centrada la tercera y última parte de la exposición, donde se da cuenta de las experiencias en el Frente Popular y se incluye documentación de la Guerra Civil.

Así, se destaca la dimensión internacional de la Guerra y la presencia que tuvieron en ella fotógrafos del movimiento comunista internacional y algunos antiguos "arbeiterfotografen", como Walter Reuter, o figuras como Joris Ivens o Ilya Ehrenburg, entre otros. Se podrán ver obras de Gerda Taro, Robert Capa, Chim, Andre Papillon, Henri Cartier-Bresson, Agustí Centelles, Eli Lotar, Margaret Michaelis, José Suárez, Josep Renau, Pere Català Pic, miembros de las Misiones Pedagógicas —entre los cuales figura José Val del Omar—, entre otras.

Con la subida de Hitler al poder en 1933, la VdAFD se disolvió y las revistas dejaron de publicarse, mientras que otras se trasladaron a París o Praga, con lo que el movimiento de la fotografía obrera se puede dar por terminado, aunque hubo ciertas continuidades en algunas ciudades europeas.

Además de las fotografías, casi todas vintage, y de libros y revistas, en el Reina Sofía también se exhiben piezas fílmicas de Joris Ivens, Roman Karmen, Piel Jutzi, la Photo Leahue, el Frente Popular francés y la emblemática Las Hurdes, tierra sin pan, de Luis Buñuel.