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Las conexiones cerebrales que controlan el miedo y la memoria

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Entre probetas

¿Quién dice que la Ciencia y, sobre todo, su Divulgación (ambas con mayúsculas) tienen que ser aburridas?¿Se puede divulgar e informar de los principales logros e hitos científicos sin dejar el humor, motor de vida, en el intento? Entre Probetas nació para informar. Entre Probetas surge para divertir. Mi labor como Profesor, Investigador y Director de Cultura Científica de una de las mejores universidades y centro de investigación del país -Universidad Autónoma de Madrid y Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, respectivamente- me permiten estar en primera línea informativa en áreas afines, o no tan afines, a mi propio desarrollo como científico; como biólogo molecular y microbiólogo. Emisión: Lunes a Jueves 15.36; Sábado 14.52; Domingo 09.52 y 14.52

Antes de morir, Francis Crick llegó a asegurar que el conocimiento de nuestro cerebro y su funcionamiento molecular era más complicado que la exploración del firmamento y mucho más que el estudio de la estructura genética de un ser vivo; esto es, su ADN, estudio que le supuso el Premio Nobel.

La explicación última de cómo pensamos, sentimos, soñamos, recordamos o tememos está lejos de conocerse completamente aunque, noticias como la que acaba de aparecer en Science, arrojan, al menos, un pequeño haz de luz sobre algunas de las facetas humanas –y no tan humanas- enumeradas

anteriormente.

Científicos del Departamento de Psicología de la Universidad de California acaban de publicar sus observaciones sobre el control a través de las denominadas sinapsis eléctricas de la contribución de una zona concreta del cerebro –el hipocampo- al aprendizaje del miedo y la memoria.

Existen dos tipos básicos de sinapsis o contactos entre neuronas que facilitan la transmisión del impulso nervioso: las químicas y las eléctricas. Éstas últimas, las sinapsis eléctricas permiten la transmisión de una neurona a otra mediante iones a través de unas uniones denominadas gap y no mediante neurotransmisores.

El grupo de investigadores, coordinados por Michael Fanselow, adiestró ratas condicionándolas al estilo Paulov para sentir miedo -tras un pitido, recibían una pequeña descarga que las inmovilizaba-.

En el experimento se analizaba la expresión génica inmediata y la electrofisiología en vivo observándose que si se bloqueaba mediante diferentes compuestos –inyecciones intraperitoneales de Carbenoxolone, por ejemplo- las uniones gap que permiten el flujo de los iones que transmiten el impulso dentro de la región denominada Hipocampo Dorsal,  inhibían la capacidad del aprendizaje del miedo y la memoria.

Los autores concluyen que la transmisión neuronal mediada por uniones gap es una característica importante de la memoria emocional. Una pequeña liberación de iones parece estar detrás de nuestras sensaciones de miedo y su recuerdo.