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Los protagonistas de la crisis en Egipto

  • Mubarak se mantiene firme en su cargo y ha permitido cambios simbólicos
  • El Baradei se ha postulado como el "cabecilla" de la nueva oposición

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Las revueltas populares que han puesto en jaque el régimen de Hosni Mubarak han obligado a los actores políticos y sociales a reajustar sus papeles para cambiar el final de la película.

Estos son los grandes protagonistas. Los que pueden hacer que la crisis egipcia tenga un final más o menos feliz.

Hosni Mubarak, el faraón enrocado

Es el hombre que ha dirigido con mano de hierro el país desde hace ya tres décadas. Este político y general del Ejército de 81 años llegó al poder el 14 de octubre de 1981, cuando sucedió a Anwar el-Sadat, asesinado por islamistas radicales.

Ha sido reelegido cinco veces, la última en noviembre del año pasado con una arrasadora mayoría en unas elecciones que, según los observadores electorales y ONG internacionales estuvieron marcadas por la compra de votos y la intimidación de los electores.

Carente del liderazgo y porte aristócratico de Sadat y del carisma de Nasser, su talante moderador y conciliador en las relaciones internacionales le granjearon las simpatías de Occidente y, en especial, de EE.UU.  Sin embargo, la represión de la disidencia y la falta de libertad le están pasando factura.

El "nuevo faraón", como le apoda la oposición, ha basado la fortaleza de su régimen en el apoyo del Ejército, en su papel mediador en el conflicto de Oriente Medio y en ser el garante de la estabilidad y el equilibrio frente a posturas radicales islamistas temidas por los países occidentales.

Omar Suleimán, el vicepresidente "espía"

No es otro que el jefe de los servicios secretos egipcios desde 1993.  The Daily Telegraph lo ha denominado como "uno de los jefes de espionaje más poderosos del mundo". La revista Foreign Policy lo ha clasificado como el jefe de Inteligencia más poderoso de Oriente Medio, incluso por delante del jefe del Mosad.

Realizó una importante labor en la lucha contra grupos islamistas radicales en los años 90, en plena campaña de asesinatos y atentados contra el sector turístico. Cercano al presidente Mubarak, ha jugado un importante papel en la diplomacia del país, incluidas las relaciones con Israel y Estados Unidos.

Ahmed Shafqi, un primer ministro de altos vuelos

Este general de aviación ha sido nombrado primer ministro en el nuevo Ejecutivo. Nacido en El Cairo en 1941 se enroló en la Fuerza Aérea egipcia y se graduó en la Academia del Aire en 1961.

Como piloto de combate sirvió en varias contiendas bélicas contra el estado de Israel entre ellas la del Yom Kippur en 1973.

Tras cuarenta años de carrera militar, que culminó con su nombramiento como comandante en jefe de la Fuerza Aérea en abril de 1996, fue nombrado ministro de Aviación Civil en 2002. Desde este puesto ha dirigido el proceso de modernización de los aeropuertos del país.

Mohamed El Baradei, el opositor que volvió del exilio

El Premio Nobel de la Paz es una figura que divide a jóvenes y mayores. Los primeros le ven como la alternativa a Mubarak. Los últimos consideran que “llega demasiado tarde”, y que no ha estado presente en los momentos clave de la historia del país.

Diplomático de carrera, dejó las embajadas para dedicarse a la investigación y pasó a dirigir el Organismo Internacional de la Energía Atómica en 1997, un cargo que no dejaría hasta 12 años más tarde y que en 2005 le valió el galardón como Nobel de la Paz por su "labor independiente y sus esfuerzos para prevenir que la energía nuclear sea utilizada con fines militares".

Ahora ha llegado a El Cairo para pilotar las revueltas sociales que tratan de derrocar el régimen de Mubarak. En los últimos días, le hemos oído decir que “El cambio en Egipto es irreversible”, “Nos han robado nuestra libertad”, o “Esto es el comienzo del fin”.

Hermanos Musulmanes, la fuerza de la oposición

Su nombre ha sido uno de los que han cobrado especial importancia desde que comenzaran las protestas. Son temidos por Israel y el presidente Mubarak ha usado sus pretensiones de un Estado islámico que imponga la ley Sharia como factor para poner en su contra a la población.

De hecho, ese fue el motivo que se alegó en el año 1954, cuando fueron ilegalizados.

Pese a sus orígenes fundamentalistas, la organización ha evolucionado hacia algo semejante a un "liberalismo islámico conservador" ya que aceptan el pluripartidismo, la liberalización económica y en sus filas cada vez hay más clase media.

Durante estos días de protestas, han dejado claro que no han asumido la dirección de la revolución contra el régimen del presidente Hosni Mubarak, sino que han decidido actuar con pragmatismo, a base de buscar alianzas con los opositores laicos y el Ejército.

Todo ello ha hecho que hayan sabido hacerse con el respaldo de buena parte del pueblo egipcio y por ello, ahora, suenan como una posible pieza dentro del gobierno que Egipto sí quiere para el país.

>> Más información: Los Hermanos Musulmanes

Mahmud Wagdi, un cambio simbólico

Su saludo militar tras jurar el cargo ante Mubarak no dejaba espacio a la duda: Mahmud Wagdi, nuevo ministro del interior, tiene a sus espaladas una trayectoria como exjefe de Instituciones Penitenciarias y como exdirector del departamento de investigaciones penales de El Cairo.

El nombramiento de Wagdi es importante, aunque no suficiente para el pueblo, ya que sustituye en el cargo a Habib el Adli, cuya dimisión pidieron los manifestantes egipcios desde el comienzo de las protestas políticas contra el régimen de Mubarak, por la represión policial sufrida.

Hussein Tantawi, defensa sigue igual

Era una cartera clave y más en un contexto como el que vive Egipto. Sin embargo, Mubarak ha optado por contar para ella con el mismo ministro que ejercía el cargo antes de la crisis: Hussein Tantawi.

Es importante que de su figura se conoce su impopularidad ya que no ha mostrado, en ningún momento, pretensiones de cuestionar la permanencia en el poder del presidente.

De hecho, también ejerce el cargo de Jefe del Ejército y de él destacan su lealtad hacia Mubarak.