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Zapatero se aferra una vez más al debate de la nación para recuperar la iniciativa

  • El presidente deberá defender su ajuste fiscal y las reformas estructurales
  • La presidencia española de la UE no ha mejorado su imagen en el último año
  • Por primera vez, acude al debate con una amplia desventaja en las encuestas

Ver también: Especial debate  sobre el estado de la nación

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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en su escaño del Congreso junto a la ministra de Economía, Elena Salgado.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en su escaño del Congreso junto a la ministra de Economía, Elena Salgado.

Es poco probable que el presidente del Gobierno se planteara hace un año, cuando salió victorioso del que hasta entonces era su debate sobre el estado de la nación más comprometido, que la situación iba a ser aún más adversa sólo un año después.

Pero todo ha ido a peor: la crisis económica es aún un grave problema, las encuestas nunca habían mostrado tanta desventaja respecto al PP, la presidencia española de la UE ha sido un via crucis y la soledad parlamentaria de los socialistas se ha agudizado hasta poner en grave riesgo la aprobación ley más importante de todas, los Presupuestos Generales del Estado. Incluso la polémica del Estatuto de Cataluña ha resucitado.

Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero se siente cómodo en la tribuna del Congreso, donde pocas veces el líder de la oposición, Mariano Rajoy, le ha hecho morder el polvo. Nunca en un Debate sobre el Estado de la Nación, que, a falta de una remodelación del Gobierno, parece una buena manera de recuperar la iniciativa política o, al menos, frenar el desgaste que acusa en los últimos tiempos el Ejecutivo socialista.

No será fácil, puesto que el presidente deberá defender los recortes fiscales decretados para reducir el déficit y las reformas estructurales impulsadas en el último semestre, algunas de ellas muy impopulares, como la del mercado laboral y la del sistema de pensiones. De hecho, los sindicatos le esperan a la vuelta del verano para reprochárselas con una huelga general.

Sin apoyos parlamentarios

En el Congreso no le esperan tampoco alabanzas: la soledad parlamentaria del Ejecutivo es palmaria y CiU, que salvó in extremis la aprobación del decreto de recortes fiscales, ya ha advertía entonces de que no apoyará el techo de gasto, el primer paso hacia los Presupuestos Generales del Estado.

Acuciado por su falta de apoyos, el Gobierno ha apelado al consenso en la comunicación oficial de la convocatoria del debate. "El Presidente afronta el debate como una oportunidad, en el ecuador de la legislatura, balance de todo lo que hemos puesto en marcha y lo que nos queda, así como para buscar el mayor número de acuerdos", avanzaba el pasado viernes, tras el Consejo de Ministros, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.

Todos los intentos anteriores han resultado en fracasos, desde los Pactos de Zurbano al diálogo social, pasando por la educación. Tan sólo en la reforma de las cajas de ahorro ha habido acuerdo con el PP, además de un tímido inicio de pacto sobre energía, pero queda por delante la reforma de las pensiones, en la que el Gobierno tampoco ha recibido ningún respaldo para su propuesta de retrasar la jubilación hasta los 67 años.

Cabe la posibilidad de que Zapatero intente, como ya hiciera en 2007 con el cheque-bebe, presentar alguna iniciativa nueva, pero tendrá las manos atadas por el déficit. Podría detallar la anunciada subida de impuestos a las rentas altas, un gesto hacia la izquierda después del viraje restrictivo de su política económica.

Las encuestas, en contra de Zapatero

Sea como sea, lo cierto es que Zapatero deberá afrontar de nuevo el debate a la defensiva, pero más acosado que hace un año. Su imagen ha sufrido un serio deterioro, especialmente, a causa de los recortes para controlar el déficit, mientras el paro seguía aumentando (600.000 personas más entre marzo de 2009 y marzo de 2010).

La presidencia europea de la Unión Europea, en este aspecto, ha perjudicado más que impulsado la consideración del Presidente entre los ciudadanos, que han percibido el cambio de su política económica como una imposición de Bruselas, al tiempo que Zapatero quedaba al margen de las grandes decisiones, como el mecanismo de rescate para Grecia.

Así, su valoración ha caído hasta el 3,71, pese a que sigue por encima del líder de la oposición, Mariano Rajoy, que sólo llega al 3,09. El PP, en cambio, si gana al PSOE en intención de voto: según el último barómetro del CIS, vencería unas elecciones generales con el 39,5% de los votos, por el 38% de los socialistas.

Otras encuestas amplían esa ventaja hasta 10 puntos, la mayor ventaja popular desde que los socialistas llegaran al Gobierno en 2004. Zapatero, en cualquier caso, dispone aún de dos años para intentar voltear la situación y este debate sobre el estado de la nación es su primera ocasión para iniciar la remontada.