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Francia estudia prohibir el burka

  • El Gobierno francés estudia una ley que regula el uso del burka
  • Hace cinco años Francia prohibió el uso de signos religiosos en lugares públicos
  • El seno del Gobierno está dividido ante el nuevo debate, que resucita el del velo de 2004

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Tras la prohibición del velo en 2004, Francia reabre la polémica con el burka.
Tras la prohibición del velo en 2004, Francia reabre la polémica con el burka.

El Gobierno francés estudia una ley que regule el uso del burka, cinco años después de la que prohibió el velo islámico en los centros públicos, según ha informado el portavoz del Ejecutivo, Luc Chatel. "Si se demuestra que el uso del burka es contrario a los principios republicanos, el Parlamento afrontará sus responsabilidades", ha afirmado Chatel en la televisión pública 'France 2'.

Ha señalado que "los signos de pertenencia religiosa deben ser voluntarios y no impuestos, sobre todo a las mujeres". Las declaraciones del portavoz del Ejecutivo se producen dos días después de que un grupo de unos 60 diputados de partidos diferentes pidiera una comisión de investigación sobre la proliferación del burka, el velo que cubre integralmente a las mujeres preconizado por ciertas prácticas islámicas integristas.

Desde que se lanzó esa petición, la polémica ha resucitado en Francia, tras la producida en 2004 a propósito del velo islámico y que desembocó en la creación de una ley que prohíbe el uso de cualquier signo religioso en los lugares públicos, con atención especial a la escuela.

Según diversos estudios, varios miles de mujeres portan en Francia el burka, que toma su nombre de la práctica afgana impuesta por los talibanes.

La iniciativa parlamentaria que pidió una comisión de investigación partió del diputado comunista André Gerin, que también es alcalde de Vénnissieux, un municipio situado en la órbita de Lyon, al sur del país, que se ha visto afectado por varios casos de fundamentalismo religioso.

El imán de la mezquita de esa ciudad fue expulsado a Argelia en 2004 tras haber defendido que la violencia contra las mujeres es conforme al Corán. La iniciativa de Gerin ha reabierto un debate entre los defensores de las libertades individuales y los que consideran que éstas pueden ser limitadas en nombre del laicismo.

División de opiniones en el Gobierno

Incluso en el seno del Gobierno las posturas no parecen homogéneas. El ministro de Inmigración e Identidad Nacional, Eric Besson, afirmó estar "personalmente" en contra del burka, pero señaló que "cada uno es libre de hacer lo que quiera en la calle". Una posición similar defienden el Ministerio del Interior, responsable del culto, para quien "prohibir todo comportamiento que crea incomodidad acaba con las libertades públicas".

En el otro extremo se situó la secretaria de Estado de la Ciudad, Fadela Amara, ex líder del grupo de defensa de los derechos de la mujer "Ni putas, ni sumisas", quien apostó por una ley que prohíba esta prenda que calificó de "ataúd que mata las libertades fundamentales". Amara, de origen marroquí, pidió la intervención del presidente, Nicolas Sarkozy, para que lidere la batalla en contra del burka.

El jefe del Estado puede tener sobre su mesa un asunto caliente pocos días después de haberse mostrado de acuerdo con su homólogo estadounidense, Barack Obama, sobre la obligación de los países occidentales de no coartar a los musulmanes en la práctica de su religión. Obama hizo esa afirmación en su discurso al Islám en El Cairo del pasado día 4 y en Francia muchos la interpretaron como un ataque directo a la ley francesa que prohíbe el velo islámico.

La comunidad islámica francesa tampoco se pone de acuerdo sobre la necesidad de una ley sobre el burka. El presidente del Consejo francés de Culto Musulmán, Mohamed Musaui, afirmó que el burka es "un fenómeno marginal" que no merece la atención de los diputados y alertó contra el riesgo de "estigmatizar" a sus correligionarios con este debate. El rector de la mezquita de París, Dalil Bubaker, se mostró menos severo y recordó que el burka no es un prefecto coránico y que su uso revela la expansión de un Islám fundamentalista que mira al pasado.