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Obama rediseña su estrategia en Afganistán para derrotar a Al Qaeda y salir de la región

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Obama rediseña su estrategía en Afganistán

Obama lo dejó claro en su última entrevista en la cadena CBS: el fin último es retirarse de Afganistán. "Debe haber una estrategia de salida", porque "las decisiones que llegan a mi mesa oscilan habitualmente entre lo malo y lo peor; y la más dura hasta ahora ha sido enviar más tropas a Afganistán". Pero antes, hace falta cumplir el objetivo principal que llevó a EE.UU a esta guerra: derrotar a Al Qaeda para que no pueda lanzar más ataques contra suelo norteamericano o aliado.

Obama es consciente de que los últimos siete años no han servido para cumplir esa misión. Al contrario: "la situación es cada vez más peligrosa", reconoce. De ahí que haya presentado este viernes su nueva estrategia para la zona. Para la zona, porque la solución en Afganistán está íntimamente ligada a Pakistán, y por extensión, a las potencias con intereses en el conflicto: Rusia, Irán, China e India. Ese es el nuevo terreno de juego. Y aprovecha la lección aprendida en Irak.

Mejorar la vida de los afganos y dar el relevo a su ejército

El Presidente enviará 4.000 instructores para entrenar al ejército de Afganistán. Está previsto que los instructores lleguen antes del próximo verano y se sumarán al refuerzo de 17.000 soldados que ordenó Obama el pasado mes de febrero. Pero el objetivo a largo plazo es incrementar los efectivos afganos hasta 134.000 hombres en el año 2011 y posibilitar la retirada de las tropas estadounidenses: 55.000 efectivos en la actualidad.

Pero esto sirve de poco si no se estabiliza un país atrapado en la miseria, los poderes locales, el narcotráfico y la corrupción. Ese es el caldo de cultivo que permite que los talibanes hayan ganado terreno. El último informe del Consejo Internacional de Seguridad y Desarrollo, ICOS, señalaba que los talibanes han incrementado su poder considerablemente en el último año y tienen ya presencia permanente en un 72% de Afganistán.

Al deterioro de la situación militar, se une que el gobierno afgano de Hamid Karzai está cada vez más cuestionado por sus socios occidentales. El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, abandonó el año pasado una cena oficial con Karzai tras reprocharle el incremento de la corrupción y el tráfico de opio. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha calificado Afganistán como narcoestado. Y el enviado especial a la zona, Richard Holbrooke, ha señalado que la corrupción, masiva y oficialmente alentada, es uno de los principales problemas. Para complicar más las cosas, hay elecciones presidenciales en agosto.

Por todo ello, a las fuerzas militares se sumarán funcionarios civiles occidentales que se centrarán en fortalecer las instituciones afganas, promover el desarrollo económico y asesorar en materia agrícola. O de otro modo, mejorar las condiciones de vida de una población mayoritariamente rural para romper los lazos que les unen con los extremistas. Un proceso de reconciliación de pueblo en pueblo, y no sólo en la capital.

Acabar con los santuarios al otro lado de la frontera

La zona limítrofe de Pakistán se ha convertido en un refugio para los insurgentes, desde donde lanzan ataques contras las tropas de la OTAN y objetivos civiles en Afganistán. Según el gobierno estadounidense, reciben apoyo militar, fondos y planificación estratégica de la agencia de Inteligencia pakistaní. EE.UU lleva meses atacando estos santuarios mediante el uso de aviones controlados a distancia, los famosos drones, e incursiones relámpago. Los ataques han provocado un incremento de la tensión con el gobierno pakistaní.

Para acabar con los santuarios de los talibanes en la zona montañosa de Pakistán, Estados Unidos triplicará la ayuda humanitaria a este país. El proyecto lo presentó el año pasado el vicepresidente Joe Biden y alcanzará la cifra de 1.500 millones de dólares durante cinco años. Se gastarán en hospitales, escuelas y carreteras. EE.UU. también condicionará la ayuda militar a Islamabad a que refuerce su lucha contra los talibanes.

Involucrar a los aliados y cortejar a los adversarios

"Al Qaeda no es un problema de Estados Unidos sino una amenaza a la seguridad global", ha añadido el Presidente. Por esta razón, quiere incorporar a la solución del problema a Rusia, China, India e Irán. Teherán ya ha adelantado que participará en la cumbre sobre Afganistán que se celebrará en La Haya el próximo 31 de marzo.

Es sólo la mitad de la estrategia global. La otra parte se detallará en la cumbre de la OTAN que se celebra en Estrasburgo y Kehl los próximos días 3 y 4 de abril. Estados Unidos pedirá a sus aliados más tropas y más recursos. En el frente civil, la ayuda se ampliará en una conferencia de donantes que se celebrará en abril en Tokio.