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¿Un Nobel de Economía que explique la crisis?

  • La Real Academia de Ciencias de Suecia no es proclive a premiar siguiendo la actualidad
  • Sin embargo, este año podría premiar algún trabajo que estudie la economía financiera
  • Desde hace una década, ningún galardón reconoce aportaciones sobre el mundo financiero

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No es habitual que la Real Academia de Ciencias de Suecia se deje llevar por las modas o la actualidad informativa a la hora de otorgar los premios Nobel que están bajo su designio -Física, Química y Economía-. Sin embargo, la crisis financiera desatada en el último año podría impulsar al comité que otorga el Premio de Ciencias Económicas Sveriges Riksbank a la memoria de Alfred Nobel a galardonar algún trabajo relacionado con la estructura financiera y su funcionamiento.

"Si los directivos de los bancos hubieran escuchado un poco más los hallazgos de la investigación sobre finanzas, quizás algunos de los serios problemas actuales podrían haberse evitado", opina el profesor de la Jonkoping Internacional Business School Hubert Fromel, uno de los mejores conocedores del premio Nobel de Economía.

De hecho, Fromel señala que otra posibilidad es que resulte elegido algún trabajo interdisciplinar, que combine por ejemplo la psicología y la economía. "La psicología es una ciencia importante en el contexto económico: cómo se comportan los consumidores, los inversores y los mercados financieros. La actual crisis financiera tiene, por supuesto, razones económicas, pero también se ha exacerbado por exageraciones psicológicas", argumenta.

El último galardón otorgado a una investigación relacionada con las finanzas es el de 1997, cuando Robert C. Merton recibieron el premio por idear "un nuevo método para determinar el valor de los derivados", los productos financieros que dependen de un activo subyacente, desde acciones a oro, como las opciones o los futuros.

Macroeconomía, mercado...

Desde entonces, los galardones han premiado a estudiosos de la Economía del Bienestar, como Amartya Sen en 1998; investigaciones macroeconómicas, como las de Finn Kindlan y Edgard Prescott, que compartieron el premio en 2004, o las de Edmund Phelps en 2006; o a expertos en el funcionamiento de los mercados, como George Akerlof, Michael Spence y Joseph Stiglitz, premiados en 2001 por el estudio de la información asimétrica.

Los tres economistas que compartieron el galardón en 2007, Leonid Hurwicz, Eric Maskin y Roger Myerson, se encuadran en este último grupo de estudiosos del funcionamiento del mercado. Iniciadas por Hurwicz -que falleció el pasado mes de junio a los 89 años- y completadas por sus discípulos Maskin y Myerson, sus investigaciones permitieron el desarrollo de la denominada teoría de diseño de mecanismos, que establece cómo tomar decisiones eficientes cuando el mercado se comporta de forma ineficiente.

En cualquier caso, lo habitual es que el Nobel de Economía reconozca las aportaciones de trabajos elaborados al menos diez años antes. De este modo, esquiva no solo las modas, sino también los errores, evitando premiar alguna aportación que posteriormente se demuestre precipitada.

Aspirantes

En cualquier caso, como en el resto de galardones, el secretismo respecto a los posibles premiados es absoluto. Se cree que el galardón recaerá en algún trabajo realizado en los setenta o los ochenta del siglo pasado, de forma que la consultora Thomson Reuters apunta como favoritos a Lars Hansen, de la Universidad de Chicago, junto a Thomas Sargent, de la Universidad de Nueva York, por sus aportaciones a la teoría de las expectativas racionales, así como a Christopher Sims, de la Universidad de Princeton, por sus trabajos sobre econometría.

Otros aspirantes habituales son el profesor de Yale William Nordhaus, célebre por sus aportaciones macroeconómicas a la teoría de los ciclos político-económicos, o Robert Barro, macroeconomista de Harvard que también ha hecho aportaciones relativas a las expectativas racionales de los agentes económicos.

En cualquier caso, lo que parece improbable es que el galardonado no sea estadounidense, ya que en la última década solo tres de los 21 premiados -el indio Amartya Sen, el canadiense Robert Mundell, premiado en 1999, y el noruego Finn Kindlan- no tenían esa nacionalidad.