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McFerrin y el Orfeón Donostiarra, juego imprevisto de voces en el festival de Jazz de San Sebastián

  • Además de Bobby McFerrin, Dianne Reeves y Diana Krall han pasado por el Kursaal
  • McFerrin sólo se ha reunido con el Orfeón media hora antes del concierto
  • La improvisación ha sido el motor de la actuación del neoyorquino

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McFerrin y el Orfeón donostiarra improvisan juntos

El Orfeón Donostiarra se ha dejado llevar en la noche del jueves por lo imprevisto en un juego de voces compartidas con Bobby McFerrin. Ha sido en la tercera jornada del Festival de Jazz de San Sebastián, que ha tenido además otras dos grandes citas, las de Dianne Reeves y Diana Krall.

Decenas de cuidados ensayos se esconden tras las siempre excelentes actuaciones del Orfeón, pero en esta velada junto al mar se ha producido un reto experimental sorprendente y divertido, salpicado además con parodias de ópera, que han seguido desde la playa de La Zurriola cientos de personas.

El espacio reservado a la sorpresa era bien amplio, sobre todo después de conocerse que el músico neoyorquino sólo había celebrado una reunión con los componentes del Orfeón de apenas media hora y que quien iba a mandar, por tanto, era la improvisación.

El coro vasco ha superado la prueba al imbricarse en la prodigiosa voz de McFerrin, capaz de moverse en tesituras que pasan de los graves a los agudos casi simultáneamente y que ha llegado a hacer en solitario una deslumbrante variación de un tema que acababa de interpretar el Orfeón acompañado por un piano.

Lou Reed canceló su presencia en el festival

Su faceta de director también se ha apreciado al ponerse frente al coro para cerrar con una preciosa canción el concierto, al que McFerrin ha añadido un breve bis ante la insistencia del público.

Habrá quien haya echado de menos a Lou Reed, para el que se había reservado la noche en este Jazzaldia, pero otros cuantos estarán agradecidos a la espantada del cantante de Brooklyn, incluidos algunos de los que más le aman, que no veían en este escenario al aire libre el lugar idóneo para presentar un disco tan oscuro como "Berlín".

La tarde la abrió Dianne Reeves en la sala de cámara del Kursaal, donde ha firmado uno de los conciertos que mejor recuerdo van a dejar en esta edición, en los que supo aprovechar ese espacio que tanto se presta a la cercanía y en el que, por sorpresa, apareció Bobby McFerrin para acompañar a la cantante en un dúo que terminó en divertimentos vocales.

Reeves se ha mostrado con una voz magnífica y con unas enormes ganas de seducir a la audiencia, a la que contó cantando, porque no habló, muchísimas cosas, hasta el "puedes hacer conmigo lo que quieras" que le espetó a Georges Clooney cuando coincidieron en el rodaje de "Buenos días y buena suerte", película de la que ofreció un tema.

También hizo otro guiño cinematográfico al interpretar la famosa "The windmills of your mind", de El caso de Thomas Crown, y cerró con un estupendo "You taught my heart to sing", de McCoy Tyner, que cantó durante más de dos minutos sin micrófono.

Diana Krall en el Kursaal

Tras ella, en un auditorio del Kursaal al completo, Diana Krall ha dado buenas muestras de su madurez artística, de esa voz tan cargada de sentimiento y de swing que dejó oír por primera vez en San Sebastián en 1997.

Quizá tendrá que vencer todavía los prejuicios de quienes la ven demasiado rubia y las suspicacias por haber grabado discos superventas, pero con lo hecho en estos años de carrera, corroborado en conciertos como el de esta noche, a estas alturas no tendrían que poner ninguna pega a alguien que es capaz de revisar como lo hace a su admirado Nat King Cole o interpretar tan espléndidamente clásicos como "Let's fall in love" o "The look of love".

Ambos se han escuchado en el Kursaal, donde demostró elegancia, simpatía y se despidió con un beso, antes de regresar y visitar a Gershwin en su único bis con un "'S Wonderful" tan bello como el "Boulevard of broken dreams" que esta dignísima heredera de las cantantes pianistas había interpretado un momento antes.