Enlaces accesibilidad

Herbert von Karajan, centenario polémico

  • La Filarmónica de Berlín interpreta la quinta sinfonía de Anton Bruckner para homenajearle
  • La discográfica EMI Classics ha reeditado parte de la obra del genial director
  • La prensa alemana aprovecha estos días para indagar en su polémica figura

Por

La Orquesta Filarmónica de Berlín celebra el centenario del nacimiento de Herbert von Karajan. La obra escogida para rememorar al genial director de orquesta es la quinta sinfonía de Anton Bruckner.

El concierto en la capital alemana, que forma parte de una programación en recuerdo de Karajan, estará bajo la dirección de Herbert Blomstedt y no del titular de la Filarmónica, Simon Rattle.

Con este motivo, la discográfica EMI Classics ha reeditado parte de su obra. De este modo, verán la luz cinco volúmenes con las piezas que el director grabó entre 1946 y 1984 para este sello discográfico. Se trata de un total de 160 discos, con unas mil horas de música.

Polémica interminable en torno al genio

Del genio musical de Karajan, director durante 34 años de la Filarmónica de Berlín, se ha hablado mucho. En estos días de celebraciones, reedición de discos y biografías, la prensa alemana ha aprovechado para indagar en la figura del maestro.

La biografía de Karajan arranca en Viena, aunque su carrera como director comenzó en Alemania en la ciudad bávara de Ulm, a la que trasladó en 1934 para cubrir una vacante de repetidor.

Un año mas tarde marchó a Aquisgrán, y en 1937 a la Staatsoper unter den Linden de Berlín, donde se hizo notar con su dirección de la ópera de Richard Wagner "Tristán e Isolda".

Según la prensa de la época, los elogios al prodigioso joven Karajan fueron captados por los radares del nacionalsocialismo, necesitado de una figura alternativa al desleal Wilhmen Furtwängler, director de la Filarmónica de Berlín y "fetiche" de Joseph Goebbles.

El mariscal Herman Göring asumió "la tutela" de Karajan y lo nombró maestro repetidor de la Staatsoper unter den Linden, desde donde el joven austríaco, afiliado al partido de Adolf Hitler, abrió un pulso de celos e intrigas con Furtwängler.

Las apariciones de Karajan en todo el país se hicieron cada vez más frecuentes, favorecido por el apoyo de Göring y la ausencia de los grandes directores alemanes enviados por los nazis al exilio, entre ellos Erich Kleiber, Fritz Bush y Otto Klemperer.

La negativa de Furtwängler a dirigir la novena sinfonía de Beethoven ante Hitler catapultó al siempre disponible Karajan. No es de extrañar que tras la Segunda Guerra Mundial fuera convocado en dos ocasiones por los aliados, quien le castigaron con un año de inhabilitación profesional.

Karajan, que nunca quiso hablar de su pasado y relación con los nazis, aprovechó ese año de inhabilitación en Alemania para reforzar su presencia en el extranjero. Hasta que en 1955, tras la muerte de Furtwängler, fue invitado por la Filarmónica a sucederle. Se trató del comienzo de una fructífera relación musical y comercial, un matrimonio perfecto que permitió a la Orquesta Filarmónica desarrollar su virtuosismo y a Karajan experimentar con el sonido en busca de nuevos equilibrios, armonía y belleza perfecta.

El caso "Sabine Meyer"

Todo acabó en 1982, cuando la orquesta rechazó la propuesta de Karajan de acoger a la joven clarinetista Sabine Meyer, negativa que el maestro interpretó como una falta de lealtad y prueba de que su autoridad y juicio artísticos eran cuestionados.

El caso "Sabine Meyer", quien acabó siendo impuesta por Karajan -ésta sólo aguanto el fuego cruzado un año- produjo ríos de tinta. Según los documentos de la época, dañó de tal manera las relaciones entre los músicos y el director que la fascinación mutua dio paso a la intriga y la venganza.

Karajan lanzó la primera piedra ausentándose del podio durante dos años, una provocación a la que la Filarmónica respondió revocando el contrato para la grabación de todas las sinfonías de Beethoven. Fue éste un golpe bajo de consecuencias millonarias.

La crisis, que duró años, superó el límite de lo tolerable para la orquesta y las autoridades locales después de que Karajan se negara a dirigir la Filarmónica en el concierto inaugural de las celebraciones de Berlín como capital cultural de Europa en 1988.

Un año más tarde, después de fracasar todos los intentos de conciliación, el maestro presentó su dimisión, un paso sin precedentes en la historia de la Orquesta Filarmónica de Berlín.

Un diario de la época se hizo eco de esa decisión con el título "Caída del Ayatollah", muestra de la escasa simpatía que sentían algunos berlineses por el músico, quien siempre vivió en un hotel y nunca permaneció en Berlín más de lo estrictamente necesario.

El 16 de julio de 1989, cinco meses después de su dimisión, Karajan murió en su casa de Salzburgo a la edad de 81 años.