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Muere el ultimo veterano de la I Guerra Mundial

  • Tenía 110 años y se alistó en el ejército francés con 16
  • Sarkozy anuncia un acto conmemorativo con motivo de su muerte

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Ha muerto Lazare Portinelli y, con él, el recuerdo vivo de la guerra más cruenta que se ha vivido en suelo francés. Tenía 110 años y era el último soldado vivo que luchó en el sangriento frente de Verdún durante la I Guerra Mundial.

Portinelli, un inmigrante italiano que huyó a Francia en busca de una vida mejor, se unió a Legión Extranjera del Ejército galo a los 16 años. Formaba parte del batallón de los peludos, tal y como se conocía a los soldados sin afeitar que se encargaron de la defensa del territorio francés.

Acto conmemorativo

En total, más de ocho millones de soldados franceses lucharon en la Gran Guerra, de los que 1,3 millones murieron en ciudades como Chemin des Dames y, sobre todo, Verdún, unida para siempre en el imaginario francés a las palabras horror y sufrimiento.

De hecho, los restos de esta batalla aún se pueden apreciar en multitud de pueblos y aldeas de Francia. Por este motivo, no es extraño que el presidente francés, Nicolás Sarkozy, haya anunciado que un acto conmemorativo rendirá tributo a Portinelli como símbolo de todos los franceses que lucharon en la Gran Guerra.

"Expreso mi más profunda conmoción e infinita tristeza de toda la nación por la muerte del último superviviente frances en la I Guerra Mundial", ha asegurado en una declaración oficial.

Portinelli se había resistido hasta el último momento a este homenaje, ya que lo consideraba un insulto a todos los supervivientes que habían muerto sin ningún tipo de conmemoración.

Finalmente, tras el funeral del penúltimo superviviente, Louis de Cazenave, también de 110 años, el pasado mes de enero, aseguró que aceptaría una ceremonia sencilla tras su muerte "en homenaje a mis camaradas".

Un hombre hecho a sí mismo

Portinelli nació en 1897 en una pobre familia del pueblo italiano de Bettola, al norte del país. Con apenas nueve años se instaló en Francia, en un viaje que hizo a pie para ahorrar dinero.

Antes de alistarse en el ejército "como señal de agradecimiento a la patria que me alimentó", fue repartidor de periódicos y limpiachimeneas.

Ya en batalla, sirvió en la región de Argonne, al nordeste de Francia, y en Douaumont, cerca del frente de Verdún. Allí realizó su acción más heroica, cuando salvó a una mujer alemana y un soldado francés que se habían quedado atrapados entre las dos líneas enemigas.

Tras la guerra fundó una empresa de ingeniería junto a sus dos hermanos, que todavía emplea a 2.000 personas.