Barcelona 0 - 1 Real Madrid
Las claves de la final de la Copa del Rey, por DAVID RAMOS
La temporada ya tiene a su primer campeón. El Real Madrid se impuso al Barcelona (0-1) en una final de Copa que no defraudó a nadie. El choque más vibrante del año tuvo fútbol, bronca, prórroga, ocasiones y sobre todo intensidad. Por algo lo llaman, y con razón, el mejor partido del año. Barcelona y Real Madrid volvieron a protagonizar un encuentro extremadamente igualado que se ganó a los puntos, en un detalle. El primer tiempo fue para el Madrid, que perdonó varias ocasiones, palo incluido, y dejó al Barça sin tirar a puerta, mientras que el segundo, salvo los cinco minutos finales, fue de claro dominio blaugrana, con toque y llegada. Pero en la prórroga apareció Cristiano, representando esa fe que dio al Madrid un plus en el tiempo extra. Al portugués se le fichó para esto y, por fin, que dirán los madridistas, justificó todos los millones que costó su fichaje con un testarazo impecable que dio el título al más necesitado. Mourinho agranda su fama de cazatítulos y el Madrid, que vuelve a la Cibeles casi tres años después, gana de nuevo en Mestalla un trofeo que se le resistía desde el año 1993.
Otro capítulo más en leyenda de San Iker. El portero madridista, como en Glasgow y en la final del Mundial, volvió a ser decisivo cuando su equipo más lo necesitaba. Casillas, que no había tenido trabajo en la primera mitad, tuvo que emplearse a fondo en la segunda para salvar los muebles. El Barça se encontró a sí mismo a la salida de vestuarios y empezó a pisar el área madridista. Se mascaba el primero de los de Guardiola, pero en frente estaba el mito, que hizo tres intervenciones de mérito. La primera a disparo raso y fuerte de Messi, la segunda estirándose para despejar una rosca de Pedro que se colaba en la escuadra y la tercera sacando con la yema de los dedos un disparo cruzado de Iniesta.
El capitán del Real Madrid recibe la Copa del Rey 2011 de manos de Don Juan Carlos.
Casillas: "Se lo debemos a la gente que ha venido y a la que se ha quedado en Madrid".
Un gol que vale una final. Después de un partido poco solidario en la presión y sin fortuna, incisivo arriba pero errático en el pase y en la definición (cruzó dos balones a Pinto, uno parado por el meta y otro fuera por poco), Cristiano se elevó en el aire como el mejor Santillana para rematar en el 102' un centro preciso de Di María. Se desquitaba así de su gran error en el minuto 90, una jugada en la que, con todo de cara, no llegó a definir. Sufrió mientras tuvo que ser la referencia arriba y llevó más peligro con la salida de Adebayor. Pudo matar el partido dándole el balón a Di María, solo para hacer el 0-2, pero fue egoísta y falló.
"Es una gran alegría, no sólo por haber marcado el gol, sino por haber ganado la Copa. Estamos muy felices, a disfrutar".
El partido no fue el más estético de la temporada. No fue un choque abierto de ida y vuelta, pero sí un homenaje a la emoción en el que ambos dieron todo lo que tenían dentro. No hubo respiro en 120 minutos. El Madrid salió mucho más enchufado y agresivo que en el partido del pasado sábado. Con la misma táctica, pero con mucha intención de hacer daño. A su manera, pero iba a por el partido. Presionó bien al Barcelona impidiendo la salida fácil del balón. Robó y llegó. Por primera vez en la temporada dejó al Barcelona sin tirar a puerta durante 45 minutos. Su línea de medios acumulaba kilómetros y había frescura arriba, que no clarividencia. Pero el Barça reaccionó haciendo lo que mejor sabe: jugar al fútbol. La charla de Guardiola en el descanso dio sus frutos con un auténtico lavado de cara a su equipo, que empezó a triangular y a encerrar al Madrid en su área. Los de Mourinho, ahora sí, corrían sin balón entre olés del público culé. Pero supieron sufrir. El orden, mucho oficio y un gran Casillas impidieron lo que empezaba a parecer inevitable. Sin embargo, cuando el Madrid parecía vacío, se sacó dos ocasiones en los minutos finales (una de CR7 y otra de Di María que despejó Pinto) con las que se cargó de moral de cara a una prórroga en la que volvió pisar el acelerador a la contra. El Barça dominaba por inercia hasta que Marcelo se inventó una pared con Di María, que puso un centro medido que acabó en el gol de Cristiano. A partir de ahí el Madrid fue un frontón. Coincidencia o no, el partido más intenso lo ganó el músculo.
Florentino: "El Madrid necesitaba un título para compensar el trabajo"
Rosell: "Nos vamos con orgullo por el juego realizado por el Barcelona"
Probablemente su peor partido ante el Real Madrid. El mejor jugador del mundo no tuvo su día. Se desesperó con la intensidad y la dureza de las marcas madridistas, sobre todo con la de Pepe, y se fue del partido. Se entonó en la segunda mitad (en la primera no existió) con un par de diagonales, un pase que dejó solo a Pedro y un buen disparo que paró Casillas. Pero nada más. Volvió a diluirse y se anuló completamente cuando llegaron las prisas del Barça con el 0-1.
Mourinho se equivocó al jugar sin '9'. Involuntariamente obliga a Cristiano a ser la referencia, puesto en el que sufre y no luce (le pasó en la final de Champions entre Manchester y Barça). Rectificó, dio entrada a Adebayor y acertó. Cambió el rumbo del partido. El togolés fijó a la defensa y Cristiano ofreció sus mejores minutos con más libertad de movimientos. Las mejores ocasiones del Madrid llegaron con un delantero en el campo y sin Özil, que tuvo menos capacidad de sorpresa saliendo de inicio.
El Barça pagó por primera vez tener una plantilla corta. Ha bastado una lesión de Bojan para que no hubiese un delantero en el banquillo. Thiago y Afellay, que sustituyó a un Villa en su peor momento del año (once partidos sin marcar), eran lo más ofensivo que tenía Guardiola en el banquillo. Mientras, en el Madrid estaban Adebayor, Higuaín, Benzema... Keita fue su único recambio de garantía antes del gol y echó un falta revulsivo después.
Mourinho no ha descubierto a Pepe como mediocentro defensivo (lleva jugando mucho tiempo ahí con Portugal), pero sí lo ha consagrado. Recital de asedio, corte y anticipación. Siempre al límite. Espectacular despliegue físico del defensa portugués como alma del trivote madridista. En el primer tiempo, asfixió a Xavi y a Iniesta, cayó a la banda a por Messi, presionó la salida del balón hasta el área contraria y llegó a fijar a los centrales del Barça haciendo de falso '9' (pudo marcar en un gran remate de cabeza que se estrelló en el poste justo antes del descanso). En el segundo (condicionado por la tarjeta amarilla) lo tuvo más difícil, pero ordenó la línea, basculó y evitó que el equipo se descompusiera cuando más apretaba el Barça. El despliegue del portugués contagió a todo el equipo, muy sacrificado en las ayudas. Khedira, una locomotora, se fue junto a él a perseguir a los medios del Barça cuando éstos bajaban a recibir y Xabi, que no hizo su partido más brillante, bregó como el que más. Esa solidaridad defensiva, a la que también contribuyó y mucho Di María fijando a Alves y ayudando a Marcelo, frustró de nuevo la movilidad de los 'bajitos' del Barcelona.
Fue clave en el partido de la manera más positiva que puede ser un árbitro: no influyendo en el resultado. Undiano supo llevar el partido más difícil de pitar. Dejó jugar, puso paz en las trifulcas con serenidad y estuvo muy bien en la aplicación de la ventaja. La única jugada polémica fue el fuera de juego que señaló en el segundo tiempo a Pedro, que acabó marcando en la continuación de la jugada. Por poco, pero acertó su asistente. Su único fallo, no sacar la segunda amarilla a Pepe (eso sí, la primera fue muy discutible) por un claro pisotón sobre el tobillo izquierdo de Leo Messi.
El Barça no supo resolver el partido cuando tenía al Madrid contra las cuerdas. Sacó su mejor fútbol en el segundo tiempo, pero no generó ocasiones suficientes. Las tres intervenciones de Casillas son un balance pobre a tenor del nivel de dominio exhibido. Se empeñó en entrar hasta la cocina sin acabar las jugadas y acabó pagándolo en la prórroga, donde ya salió con mentalidad de frustración. Le faltó la actitud de un 'killer' arriba, tirar más... Acusó el mal que a veces tiene la selección, que es ser blando arriba, no culminar con disparo cuando ya pisas el área.
