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El rey Nadal ha vuelto, viva el rey

  • Rafa Nadal gana a Fernando Verdasco el Masters de Montecarlo (6-0 y 6-1)
  • Gana por sexta vez consecutiva en un torneo que domina con mano de hierro
  • Rompe a llorar de emoción al ganar el 16º Masters Series de su carrera

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El 'Nadal' de los seis títulos

Nadal no dio precisamente una cálida bienvenida a su compañero y amigo Fernando Verdasco a su primera final de un Masters 1000 y 'prefirió' resarcirse de su racha negativa de los últimos once meses logrando un nuevo título (6-0 y 6-1 en una hora y 25 minutos), el que le hace pasar a la historia como único tenista que ha ganado en seis ediciones, de manera consecutiva, en el torneo del principado [Así ha sido la final de Montecarlo].

El manacorense ha ganado más que su 34º partido en la pista de Mónaco -32 de ellos consecutivos-, sin ceder un solo set en todo o el torneo, o la defensa de los 1.000 puntos en el ranking que atesoraba como ganador del año anterior.

Ha puesto un nuevo hito para su autoafirmación, un punto de inflexión en el que hacer palanca para volver a competir por el dominio en el planeta tenis, después de una travesía en el desierto de once meses sin ganar, con lesiones recurrentes en la rodilla y otros factores de destabilización personal, que le habían hecho caer desde el número uno al cuatro en el ranking de la ATP.

Son 16 títulos de Master Series, igualando a Federer, a uno del mítico récord de Andre Agassi, todo ello con 23 años. Nadal se sintió liberado, abrumado y después de tirarse a la arena tras conseguir el triunfo, rompió en lágrimas sobre su toalla. El campeón español sigue conmoviéndose y conmoviendo con sus victorias.

Para Verdasco esta final era una merecida recompensa que llevaba buscando desde que llamó a la puerta del 'top-ten' la temporada pasada, pero entró en ella envarado y descolocado, como si se hubiera colado con chándal en el baile de las Rosas.  Pagó la novatada y no pudo celebrar en condiciones la guinda de la que calificó después como "la mejor semana" de su carrera, con permiso de la semifinal del Open de Australia, también ante el mismo rival.

Agarrotado, no cuajaron sobre la pista sus cualidades, acumuló fallos en voleas o 'passings' que recogía en bandeja de plata su rival, un Nadal inmisericorde que repartía tremendos latigazos y golpes metódicos para sumar punto a punto, juego a juego, su confirmación en el mes de abril, su favorito del calendario, en el que se lleva hartando los últimos años a ganar torneos.

Si en los partidos anteriores había resuelto con facilidad, no fue menos contundente en el primer parcial de la final, al que dio pasaporte con un esférico 6-0. En los 35 minutos que duró el primer set, Verdasco sólo ganó cinco puntos con su saque y tuvo que tumbarse en el suelo para recibir masajes en las cervicales.

Nadal no se dejaba tocar

"No puedo, no puedo", se le escapaba al jugador en el segundo set,  desesperado por la presión y la impotencia, poco antes de ganar su  primer juego del partido, al comienzo del segundo set.

También empezó a mejorar su saque, y con él la potencia en los peloteos y su competitividad. Pero Nadal se agarró al fondo de la pista, devolvió bolas increíbles y machacaba con sus contragolpes, adivinando dónde iba a mandar sus golpes ganadores el rival. El 'passing' que asestó a Verdasco para conseguir la rotura de servicio en el tercer juego del segundo set fue ejemplar.

No había llave para conseguir entrar en el partido, y Verdasco, que seguía con molestias en el cuello, empezaba también a sentir urticaria. Su siguiente servicio terminó con una rotura en blanco, con lo que el madrileño decía adiós virtualmente a la final.

Ni siquiera cuando tuvo opciones fue capaz de resolver. En un sexto juego apasionante para el público y desesperante para el madrileño, ni siquiera cinco bolas de 'break' fueron suficientes.

Nadal era justo vencedor y se llevó el partido y la gloria, por muchos años, "hasta que se canse de ganar aquí; entonces me gustaría hacerlo a mí", como dijo Fernando Verdasco al recoger su título de subcampeón.