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Las cosas no están muy bien en Cisjordania. Desde que estallara la tensión entre palestinos e israelíes a primeros de octubre, no ha habido semana sin ataques y enfrentamientos. En tres meses de violencia han muerto asesinados 21 israelíes, el último apuñalado esta misma tarde en Jerusalén. También han matado a más de 130 palestinos.

La imagen de enfrentamientos es ya diaria en los territorios ocupados. Pero por estas fechas, algo ha roto la rutina. Han aparecido "papás noeles" que dan caramelos y apoyan a los palestinos mientras lanzan piedras al ejército israelí.

La Navidad se vive de forma especial en Tierra Santa, allí nació Jesús según la tradición, y en Nazareth, ciudad israelí de población mayoritaria árabe, se recrea estos días el nacimiento.

Pero es la ciudad palestina de Belén, la que se convierte cada año en el centro de las celebraciones cristianas por la Navidad. Luces y alegría que conviven con la cruda realidad de los disparos, las redadas, los funerales y la ocupación. Esa convivencia está representada cada año de forma metafórica en los árboles de Navidad que decoran Belén; el oficial y luminoso de la Plaza del Pesebre y el que los palestinos adornan con botes de gas, balas y granadas frente a la Iglesia de la Natividad.

Belén es este año una ciudad más apagada, más callada de lo habitual en estas fechas. Pronto, el muro ilegal que construye Israel la convertirá también en una ciudad aislada, separada de Jerusalén Este. Allí también se vive este año una triste Navidad.

La ola de violencia ha ahuyentado a los turistas de Tierra Santa, una catástrofe para los comerciantes que en diciembre, solían hacer su agosto. No se recordaba una época tan mala en muchos años.

Jerusalén intentaba esta semana retomar el espíritu navideño, repartiendo árboles entre los cristianos con un mensaje de esperanza. Esa que dicen haber perdido ya, los jóvenes palestinos.

La Comisión Europea (CE) ha establecido que los productos fabricados en colonias judías situadas en los territorios palestinos ocupados por Israel no pueden etiquetarse como "hecho en Israel", sino que tendrán un etiquetado especial. El primer ministro israeli, Benjamín Netanyahu, ha asegurado en una nota que la decisión no ayuda a avanzar en un eventual proceso de paz.