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Cinco de cada diez mujeres sufren ansiedad y estrés a causa de la pandemia: "Me siento una esclava en mi casa"

  • Así lo revela el informe La hora de cuidarse y respirar, del Club de Malasmadres y DKV Salud
  • El autocuidado se percibe como una actitud egoísta o un privilegio, que lleva al sentimiento de culpa

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7 de cada 10 mujeres se sienten tristes, apáticas o desmotivadas
7 de cada 10 mujeres se sienten tristes, apáticas o desmotivadas

La pandemia ha sacudido la M de mujer: 7 de cada 10 mujeres se sienten tristes, apáticas o desmotivadas; 5 de cada 10 dicen sufrir estrés; 5 de cada 10, ansiedad; 4 de cada 10, insomnio; y así una larga lista de secuelas, de esta crisis sanitaria, sobre la vida de las mujeres.

El Club de Malasmadres y DKV Salud han presentado este lunes el informe La hora de cuidarse y respirar en el que la mitad de las mujeres reconoce que su salud mental ha empeorado durante esta crisis sanitaria. Un proyecto que pone la lupa sobre estos alarmantes datos, pero que también da pautas y soluciones para mejorar la calidad de vida.

"Esta época me ha resultado bastante estresante, no solo por la carga que como mujer ya tengo adquirida, sino verme todo el día en casa con muchos frentes abiertos. Me ha dado mucha ansiedad, se me ha caído el pelo y me ha afectado al sueño. Los primeros meses me pasaba la noche en vela pensando en cómo podía organizarme mejor", explica RTVE.es Ana Mari Ríos desde Sevilla. Tiene dos hijos y hasta la llegada de la pandemia contaba con el apoyo de sus padres que están jubilados. "He tenido días muy malos y me he hartado de llorar porque me he sentido como una esclava en mi casa", lamenta. Toda la carga de la casa recae sobre su espalda.

"Vivimos una crisis de los cuidados y nos hemos sentido invisibles"

"Te acabas acostumbrando a no parar. Nos acostumbramos a tirar y tirar sin descanso. Se nos olvida que las horas de descanso son importantes", expone Laura Baena, fundadora del club de Malasmadres. Desde este colectivo insisten en la necesidad de que las mujeres se pongan en el centro y que bajen el nivel de autoexigencia a la hora de cuidar a los demás. "Vivimos una crisis de los cuidados y nos hemos sentido invisibles. La pandemia nos ha demostrado que somos las que cargamos con toda la responsabilidad. Hemos renunciado, muchas veces, a nuestra vida profesional y ahora también a la vida personal", añade.

Fátima es madre primeriza desde hace seis meses. Confiesa a RTVE.es que se siente identificada con estos datos. "Me quedé embarazada justo antes de la pandemia, vivo con mi pareja en el centro de Barcelona, no tengo ningún apoyo en esta ciudad y me he visto sola, muy sola, cargando con todo", cuenta. El embarazo le ha resultado complicado, pero el posparto le ha resultado "una pesadilla".

"Empieza la ansiedad cuando de repente me veo en un piso con un bebé sola, mi pareja trabajando y yo ahora teletrabajando. No podía cumplir bien con el trabajo de media jornada y al mismo tiempo no atendía a mi hijo". Al no poder cumplir con los objetivos del trabajo, se vio trabajando más horas. "Tuve que recurrir a otra persona para que viniese durante mi horario de trabajo. Exponiéndonos a posibles contagios, pero no me queda de otra", dice. Fátima asegura que ha sufrido falta de memoria, temblores o la caída del pelo que le causa aún más estrés.

Llama la atención que un 17% de las mujeres en la encuesta de La hora de cuidarse y respirar confiesa que ha somatizado estos síntomas y ha sufrido pérdida de cabello o erupciones cutáneas. "La pandemia ha sido muy dura. Nos encierran y nos privan de libertad y de esos escapes que antes teníamos. Yo también me encontré confinada con una niña recién nacida", recuerda la fundadora de Malasmadres. "Nos llegaban mensajes a diario de mujeres pidiendo ayuda", añade.

Gráfico ¿La hora de cuidarse y respirar¿ Club de Malasmadres y DKV Salud

La encuesta ‘La hora de cuidarse y respirar’ se realizó en el 27 de enero y el 8 de febrero de 2021 y obtuvo 9.269 respuestas de mujeres con hijos e hijas de España.

La incertidumbre convierte en eterna la sobrecarga

Según el estudio, una de cada tres mujeres ha necesitado ayuda externa para solucionar sus problemas de salud mental. "Son datos muy reales", asevera Leire Villaumbrales codirectora de Alcea Psicología. La psicóloga argumenta que durante la primera ola se pusieron en marcha recursos más creativos, pero a partir de la segunda ola se disparó la demanda. "En concreto las mujeres acuden porque se encuentran ante una sobrecarga. Las tareas domésticas que recaen mucho más sobre ellas y atender a las obligaciones laborales". A esto se le suma la falta de recursos internos y externos: "Llevan un año intentando salir adelante y ahora están llegando a un momento de colapso".

Del 30 % de las que han necesitado ayuda, solo un 41% acudió a un especialista. Si este dato se compara sobre la base total de la encuesta, destaca que un 12% de las mujeres españolas ha acudido a un especialista para tratar un problema de salud mental. Otras, sin embargo, se han refugiado en el deporte o la meditación. "Es la consecuencia de que no hay espacio para todo. Es como si hubiera que elegir entre trabajo o familia. No se les facilitan otras soluciones y se encuentran sin un espacio propio para dedicarse tiempo", denuncia Villaumbrales.

Ana Mari reconoce que no ha recurrido a ayuda, primero porque no tiene tiempo. "No me he desahogado todavía, hasta que no se vaya esta pandemia no volveré a sentirme libre", dice. "La solución para mí es pedir ayuda en casa y ahora no puedo permitirme ese lujo y tampoco quiero poner en riesgo a mi familia". Le cuesta gestionar la incertidumbre: "En septiembre, cuando los niños volvieron al cole hemos tenido que afrontar un nuevo gasto: el comedor escolar. Antes no lo necesitaba porque los recogían los abuelos. Con la incertidumbre de no saber hasta cuando lo podíamos pagar, pero menos mal que en octubre mi marido, que se había quedado en paro, encontró un nuevo trabajo", explica aliviada.

Fátima vive en un piso pequeño, se ha sentido sola durante este año: "La pandemia me ha impedido prepararme para la maternidad o recibir a alguien de mi familia para estar a mi lado. Tu cuerpo se transforma, tienes dolores, tienes que cumplir con tus objetivos laborales y todo, sola".

"Sigo sin hacerle frente", dice con respecto a los episodios de ansiedad y estrés. "Me aterra pensar que a lo mejor sigo igual con mis problemas", denuncia.

Sentir la impotencia de no llegar a todo: responsabilidades laborales, familiares y el cuidado de los hijos e hijas. Además de “la incertidumbre y no poder hacer planes”, explica Baena. "Lo que hace que no se vea la luz al final de túnel es el no saber hasta cuando va a durar esta sobrecarga". A través de las redes sociales, desde el club han dado muchas charlas sobre como gestionar las emociones y la incertidumbre. "No hemos podido planificar, hay una realidad, tenemos que trabajar el aquí y ahora. Vivir el presente", añade.

El autocuidado es un derecho y no un privilegio

El principal obstáculo para los autocuidados en el sentimiento de culpa. Nueve de cada diez mujeres madres se sienten culpables al autocuidarse, por pensar que está restando tiempo para estar con su familia. "La culpa es el eje fundacional. Es lo que me llevó a fundar Malasmadres. Es algo que se ha creado y que nos han metido en vena. Sentimos que estamos quitando tiempo a nuestra familia. Hay que hacer cosas para nosotras mismas igualmente, aunque nos sintamos culpables. Los beneficios van a ser mayores. Una de las claves es que la pareja no te haga sentir culpable", explica Baena. "Hazlo con culpa, pero hazlo", dice que siempre repite.

El autocuidado se percibe como una actitud egoísta o incluso como un privilegio, a pesar de que las madres también palpan los beneficios: seis de cada diez se sienten más alegres y cinco de cada diez más optimistas. "Esta percepción coincide con que todavía la mayoría de las que son madres, que tienen entre 30 y 40 años, pertenecen a otra generación en la que acudir a un psicólogo era un tabú o tienen una percepción más tradicional de la maternidad. Por eso es muy necesaria la normalización de todo esto y de hablar de la necesidad para todas", aclara Villaubrales.

"Yo estoy aprendiendo. Ahora me pongo música en la ducha, intento alimentarme, no ponerme nerviosa cada vez que llora. Tuve que comprar un perfume de la época de la universidad para recordar aquella época sin cargas", confiesa Fátima. "Me lo pongo y me sienta bien".

Ana María logró dedicarse a sí misma, un domingo. "Le dije a mi marido: este fin de semana, el domingo para mí. Tras superar una operación y luego la primera ola de la pandemia yo me he dado cuenta de que tenía que reorganizar mis prioridades empezando por mí. Necesito sentirme bien conmigo misma. Siempre tenía como prioridad la casa y el trabajo", dice. Pero reconoce que mientras no cambie el escenario de la pandemia, difícilmente pueda cambiar su realidad.

"Tenemos que decir la verdad, no pasa nada. Por decir la verdad no quiere decir que no quiera a mi hijo o a mi familia. Lo que querrá decir es que me quiero a mí", sentencia Fátima.