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Manal Al Sharif, la mujer que desafía las leyes en Arabia Saudí

  • RTVE.es entrevista a la mujer que se atrevió a conducir en Arabia Saudí
  • Manal subió el vídeo a YouTube y fue encarcelada por desafiar a la monarquía
  • "Las redes sociales son la herramienta para escapar de la censura", dice
  • La activista pide el fin de la discriminación de la mujer en el reino suní

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Manal al-Sharif, una activista saudí por los derechos de las mujeres: "Somos tratadas como menores"

Al smarthphone de Manal Al Sharif no le falta ninguna aplicación que cualquiera de nosotros no tengamos en nuestros teléfonos móviles: Twitter, Facebook, Snapchat, Whatsapp… Y YouTube, la plataforma que la hizo famosa hace cinco años cuando desafió a la monarquía saudí con un video en el que aparecía al volante de un coche.

Arabia Saudí es el único país del mundo en el que las mujeres tienen prohibido conducir. El video de Manal consiguió 700.000 visitas en pocas horas. Millones de reproducciones en unos días, pese a los esfuerzos del gobierno por censurarlo. La policía la encarceló, pero la presión internacional logró su liberación.

“Yo sabía que si subía el video a Internet tendría un gran impacto. YouTube es la red social más visitada en Arabia Saudí. Se consumen 90 millones de vídeos al día y somos una población de 30 millones. No necesitaba a la televisión pública. Mi arresto fue un shock en la sociedad saudí. Incluso para quienes estaban en mi contra. La gente se preguntaba por qué una mujer tiene que ir a la cárcel por conducir”, cuenta a RTVE.es esta "activista accidental" de 37 años y una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time.

Las mujeres han desempeñado un papel muy activo en todos los movimientos democráticos de los últimos meses. Pero su protesta, en algunos países islámicos, se limita a exigir algo mucho más elemental: tener los mismos derechos que los hombres. En Arabia Saudí, no pueden conducir.

Conducir tu vida

Manal es una mujer inquieta, llena de energía y valiente. Estudió ingeniería informática y trabajó en la empresa estatal de petróleo como consultora de seguridad. “No había igualdad entre hombres y mujeres. Nosotras no podíamos utilizar los alojamientos de la empresa, ni los autobuses de empleados, ni estudiar en el extranjero”, explica. Fue entonces cuando el peso de años de discriminación se hizo evidente e insoportable. Y dijo basta.

"Vives toda tu vida con esa gran lista de cosas que no puedes hacer. Pero cuánto más sigues las normas, más infeliz y miserable te sientes. Hasta que te das cuenta de que todo es una mentira y que no es Dios quien te prohíbe conducir o practicar deporte, sino el gobierno", señala.

No es Dios quien te prohíbe conducir o practicar deporte, sino el gobierno

Manal tomó el volante como símbolo del derecho de la mujer saudí a conducir su propia vida, sin restricciones. El movimiento Women2drive viene de lejos. En 1990, en Riad, un grupo de 47 mujeres se atrevió a conducir. Fueron arrestadas, sus pasaportes confiscados y perdieron sus trabajos. El gesto de Manal revivió esa lucha y cada año el desafío se repite.

“Conducir es sólo una de las prohibiciones que sufrimos las mujeres saudíes. No es la más grave, pero es un símbolo porque cuando las mujeres tengamos derecho a conducir será porque el sistema de tutela se está quebrando”, señala.

Bajo el yugo del guardián

Arabia Saudí es el reino de la infancia eterna para las mujeres. No pueden trabajar, estudiar, casarse, practicar deporte, someterse a una intervención quirúrgica, alquilar un apartamento, viajar al extranjero, abrir una cuenta en el banco, o registrar el nacimiento de sus hijos sin el permiso de su guardián. Todas tienen un tutor varón de su familia -generalmente el padre, el marido, el hermano o incluso el hijo- que decide por ellas.

“Desde que nacemos hasta que morimos las mujeres en Arabia Saudí somos inferiores a los hombres sin importar nuestra edad o estatus social”, asegura Manal. “Nos tratan como a niños. No tenemos capacidad de decisión sobre nuestras vidas", denuncia esta saudí, de visita en Madrid, donde ha disfrutado de caminar con libertad, sin abayas (túnica saudí) ni guardianes.

Manal explica cómo las normas transgreden lo absurdo. “La policía no entra a tu casa aunque se esté incendiando o produciendo un robo si no estás acompañada de un pariente masculino”, señala. “Si estudias en el extranjero tienes que vivir con un hombre y tener pruebas a tu regreso porque si no el gobierno no te convalida el título”, añade. "O sólo puedes pasar consulta con el médico en presencia de una enfermera".

Hay casos más graves. En 2013 Lama, una niña de cinco años, fue violada, torturada y asesinada a manos de su padre, que era su guardián legal y un famoso predicador que evitó la cárcel a cambio de una suma de dinero. El crimen conmocionó a la sociedad. La campaña I am Lama (Yo soy Lama), impulsada Manal para exigir una reforma judicial surtió efecto. El gobierno, presionado, aprobó ese mismo año una ley contra la violencia doméstica, que aún no se ha implementado como debería.

Las mujeres saudíes necesitan el permiso de su tutor varón para realizar cualquier trámite.

Las mujeres saudíes necesitan el permiso de su tutor varón para realizar cualquier trámite. Faisal Al Nasser/Reuters

Twitter, el arma de las mujeres saudíes

Las mujeres siguen encontrando muchísimos obstáculos para escapar de un guardián violento. “Las víctimas son tratadas como criminales. Las meten refugios, que son cárceles, hasta que otro tutor se haga cargo de ellas”, explica Manal. Incluso durante la tramitación del divorcio el esposo sigue manteniendo el control sobre la mujer.

Las redes sociales son la herramienta para hablar de lo que no está permitido

Pero algo comienza a moverse en la monarquía absoluta. En las últimas semanas miles de saudíes han firmado una petición por internet instando a las autoridades a abolir el sistema de tutela masculino bajo el lema #IamMyOwnGuardian (Soy mi propio guardián). “Las cosas están cambiando porque las mujeres se están atreviendo a romper las normas y están tomando conciencia de sus derechos”, explica Manal, sin perder la sonrisa.

Cartel difundido por las redes con el lema #IamMyOwnGuardian.

Cartel difundido por las redes con el lema #IamMyOwnGuardian.

A veces, dice, son pequeños gestos. El último suyo ha sido poner una foto en Twitter sin el velo islámico pese al disgusto de su familia. O colgar un post en Facebook con su carné de conducir expedido en Emiratos Árabes Unidos. En pocas horas consiguió 120.000 “me gusta”.

"Las redes sociales son nuestra herramienta para organizarnos, para hablar de lo que no está permitido en los medios. Los saudíes tuitean más que nadie en el mundo”, señala la activista. “Solía escribir en un periódico pero cambiaban mis artículos o los rechazaban. En mi blog no hay censura”, explica.

Las mujeres en Arabia Saudí somos inferiores a los hombres sin importar nuestra edad o estatus

El activismo encuentra en las redes sociales el espacio que no tiene en los medios tradicionales, aunque con muchos riesgos. El bloguero Raif Badawi lleva cinco en prisión por expresar opiniones contrarias al Islam en su página web. En su caso ni el Premio Sajárov a la Libertad de Conciencia ni la presión internacional han conseguido liberarle. Cumple una pena de diez años de cárcel y mil latigazos.

El reputado periodista Alaa Brinji es uno de los últimos condenados por publicar tuits en apoyo, precisamente, al derecho de las mujeres de Arabia Saudí a conducir vehículos, a defensores de los derechos humanos y a presos de conciencia. Lleva dos años en prisión sin que se haya celebrado el juicio.

Arabia Saudí, el vigilante de la moral musulmana

“Arabia Saudí quiere ser el líder de la moral musulmana. Exportar el fundamentalismo religioso al resto del mundo. Enseñar cómo ser perfectos musulmanes, pero la interpretación del Corán está totalmente distorsionada. Es radical, extremista. La gente empieza a estar cansada y a hacerse preguntas”, explica Manal. "Los políticos usan la religión y los religiosos la política".

Los políticos usan la religión y los religiosos la política

La crisis del petróleo ha contribuido a sacudir los cimientos del reino saudí. La caída de los precios del crudo ha obligado a aplicar recortes y reducir subsidios, disparando el paro entre los más jóvenes. El monarca ha querido contener el descontento social que entre sus vecinos prendió en forma de revueltas, y décadas de inmovilismo están dando paso a cierta reapertura económica.

“En 2015 el 60% de las graduadas en las universidades saudíes fueron mujeres. Pero sólo entre el 11 y el 13% encuentran trabajo. El gobierno se está empezando a dar cuenta de la importancia de incorporar a las mujeres al mercado laboral”, señala Manal.

En diciembre de 2015 las mujeres pudieron votar por primera vez en unas elecciones municipales. Fue un primer paso lleno de claroscuros porque sólo pudieron presentarse candidatas progubernamentales y apenas pudieron hacer campaña.

Manal, madre de dos hijos, y a punto de publicar su primer libro, no pierde la esperanza de ver una nueva generación de saudíes libres. Y seguirá despertando conciencias con espíritu de lucha y bordeando la ley: "Si las normas son injustas, ¿hay que cumplirlas o trabajar para cambiarlas?"