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Adiós a Bowie, un artista del futuro

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David Bowie
David Bowie

Poderosa imagen: David Bowie ha dicho adiós huyendo de la zona de confort, mirando hacia el futuro, lanzando, poco antes de su muerte, Blackstar, un álbum experimental, sin concesiones a la nostalgia, con el que nos ha mostrado una vez más ese espíritu audaz tan característico de su carrera. “Lo peor para la libertad es sentirse encasillado”, dijo en 1998.

El viernes pasado, mientras escuchaba su último disco, pensaba en Bowie no tanto como en ese artista de pasado glorioso que grabó canciones inolvidables como "Space Oddity", "Starman" o "Heroes", sino como en un músico de futuro. Fue impactante: en ese momento no importaba tanto lo que había hecho hacía años sino lo que acababa de alumbrar e incluso lo que estaba por hacer.

Ahora, evidentemente, intentando digerir la noticia de su fallecimiento, se agolpan multitud de recuerdos vitales relacionados con la música del Delgado Duque Blanco, uno de mis primeros ídolos pop.

Como muchos de mi generación, también tengo recuerdos borrosos de verle por primera vez en la película Dentro del laberinto, aunque tuvieron que pasar unos cuantos años para poder conocer realmente quién era aquel extraño y fascinante personaje.

Lo descubrí tiempo después en una cinta de casete que contenía la grabación de una de sus obras capitales, The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars. Aquello me cautivó de principio a fin: desde el emocionante inicio con "Five years" hasta el sobrecogedor colofón que supone "Rock ’N’ roll suicide".

Pero aún más apasionante fue ir escudriñando en su discografía y sorprenderse con cada álbum. Recuerdo quedarme atónito al escuchar Station to station, Low, The man who sold the world o Scary monsters y pensar que su autor era el mismo Bowie que había descubierto con Ziggy Stardust.

Resultaba asombroso escuchar cómo era capaz de saltar del glam-rock al blue-eyed soul y de ahí al art-rock, la electrónica y la música ambiental con una solvencia y naturalidad pasmosas. Talento arrollador y mucha visión para rodearse de la gente adecuada para cada momento: Mick Ronson, Mike Garson, Brian Eno, Robert Fripp, Carlos Alomar, Nile Rodgers, Adrian Belew y, por supuesto, Tony Visconti.

Lástima que nunca pudiera verlo en directo. Llegué a comprar las entradas para aquel concierto programado para el 16 de julio de 2004 en Santiago de Compostela, con motivo del Xacobeo. Sin embargo, una lesión de hombro le obligó a cancelar las fechas para aquel mes. Curiosamente, en el cartel fue sustituido por un viejo amigo: Lou Reed.

A veces se ha dicho que David Bowie siempre ha estado absorbiendo influencias de otros músicos. Estoy de acuerdo con la afirmación, pero me gusta añadir que así como el músico bebió de muchos para dar forma a una obra personal y única, también dio de beber a tantos otros artistas de diferentes generaciones que reconocen en él a un referente indiscutible.