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La exposición sobre refugiados de Brian Sokol, algo más que un objeto

  • Sokol expone en Madrid 'The most important thing. Retratos de una huida'
  • El fotógrafo muestra a los refugiados con sus objetos más valiosos

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Bonheur (segundo por la derecha), de 9 años, en el campo de refugiados de Boyabo (República Democrática del Congo) con su familia, lo "más importante" de su vida.
Bonheur (segundo por la derecha), de 9 años, en el campo de refugiados de Boyabo (República Democrática del Congo) con su familia, lo "más importante" de su vida.

La muestra se podrá visitar hasta el 31 de mayo en CaixaForum Madrid y, más adelante, en el espacio CaixaForum Palma.

"Las pulseras no son mis cosas favoritas. Mi objeto favorito es mi muñeca Nancy, pero con las prisas me la olvidé sobre mi cama", relata May, de 8 años, desde el campo de refugiados de Domiz, Kurdistán (Iraq), en el que lleva desde el año 2012. Así, cuenta esta niña de ocho años qué fue lo primero y lo único que cogió cuando tuvo que huir de Damasco.

Unas pulseras, un bastón, unos pantalones, una moto, una almohada o un carnet de identidad fueron algunos de los objetos con los que miles de personas huyeron en busca de cobijo. El fotoperiodista Brian Sokol lleva años retratando refugiados con el objeto que salvaron antes de abandonar sus casas. Objetos sin ningún valor económico, pero sí sentimental o fundamentales para ellos. Sus tesoros más preciados. "Es una manera de ver qué es lo que más valoran", señala Sokol.

Mi objeto favorito es mi muñeca Nancy, pero con las prisas me la olvidé sobre mi cama

La exposición The most important thing. Retratos de una huida, organizada por la Obra Social 'la Caixa' y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), constituye una mirada sobre la vida de estas personas. Su muestra se acerca a los testimonios de 24 personas concretas que, en el momento de ser fotografiadas, acababan de verse forzadas a huir de sus casas llevándose lo más importante para ellos.

El fotoperiodista cuenta a RTVE.es que los únicos datos que tenemos de los refugiados son siempre números y estadísticas y el objetivo de su exposición ha sido ponerle cara a esas cifras. Así, asegura que se sorprendió por la "humanidad" de los refugiados, pese a vivir en "ambientes tan complicados".

Una labor difícil

Sokol señala que su labor como fotógrafo es difícil y no sabe en qué medida los protagonistas pueden beneficiarse de su proyecto. No obstante, confía en que sí que pueda servir para algo.

A este fotoperiodista le marcó la historia de un joven de 16 años que viajó durante meses solo por el Congo. Su objeto más preciado era la fotografía de su padre, que había muerto días antes de partir.

Preguntado por qué objeto se llevaría, Sokol piensa primero en su cámara de fotos, pero más tarde señala que se llevaría su pasaporte para poder cruzar fronteras y seguir contando historias.

Por su parte, la asistente de comunicación de ACNUR, Rosa Otero, coincide con el fotoperiodista en que el objetivo de la muestra es poner un rostro a "las cifras récord" de desplazamiento forzado. "Muchas veces las cifras nos ocultan cuál es la realidad de las personas", afirma a RTVE.es.

Sus tesoros más preciados

Ojos caídos, rostros tristes, semblantes serios, pero todos pegados a lo único que les queda en la vida: su familia y sus únicos objetos, que han hecho, en muchas ocasiones, que puedan seguir adelante. Un ejemplo es el bastón de Ahmed. "Sin él no habría hecho la travesía a pie hasta la frontera iraquí", cuenta este hombre, de 70 años, en el campo de refugiados de Domiz en Kurdistán (Irak). Ahmed huyó de Siria con su esposa y ocho de sus nueve hijos; su casa en Damasco había sido destruida en un ataque.

Otros optaron por llevarse aquello que les sirve para seguir comiendo, como la máquina de coser de Benjamin. "La utilizo para poder comprar comida para mi familia", cuenta. En Batanga (República Democrática del Congo), gana algún dinero arreglando la ropa de los refugiados y de la población local.

También es un ejemplo la red de pesca de Jean, de 36 años. "Algunos de los peces que pesco los vendo, y otros nos los comemos".

La lucha por un futuro mejor

Incluso los hay que, aún con ilusión y con esperanza, piensan en un futuro mejor. Es el caso de Fideline, de 13 años, que cogió sus libros porque quiere estudiar para convertirse "en alguien en la vida". "No pude coger ni mi cartera de la escuela, ni mis zapatos, ni las cintas de colores para el pelo, pero sí cogí mis cuadernos y mi bolígrafo", dice la estudiante. Ella y su familia huyeron para salvar sus vidas subiendo a un barco en dirección a Batanga.

No pude coger ni mi cartera de la escuela, ni mis zapatos, pero sí mis cuadernos y mi bolígrafo

En estos tres últimos años, más de 14 millones millones de personas se han visto forzadas a huir de sus hogares, en un tercio de los casos, para refugiarse en países vecinos. "Es un récord que no habíamos visto desde la Segunda Guerra Mundial", asegura Otero.

Fotografías que invitan a detenerse, que ponen rostro a historias que no dejan a nadie indiferente. Una muestra que deja atrás unas cifras y cuenta el forzoso exilio de millones de personas en países como Mali, Siria, el Congo o la República Centroafricana. Benjamin, Ahmed, Fideline son la cara más preciada de la historia de unos refugiados que un día huyeron en busca de 'algo' mejor.