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Coleccionistas en ARCO, el precio absurdo del amor al arte

  • La feria de arte ARCO abre oficialmente sus puertas este jueves
  • El mercado de coleccionistas mueve 300 millones de euros anuales

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ARCO, el precio absurdo del amor al arte

Para que en 1917 un urinario desnudo se convirtiera en obra de arte solo bastó que el artista, el inmortal Duchamp, lo firmara; así lo declaró él mismo. Desde entonces, lo único nítido que se ha escrito en la tierra de nadie que separa cierto arte moderno del absurdo son las firmas de los autores. Rúbricas que convierten el aire en cheques al portador por valor de miles o millones.

Este jueves, como cada año, la feria de arte moderno más importante de España, ARCO, ha abierto sus puertas, e inmediatamente la marea mediática ha transportado al altar de los titulares la elección del absurdo con el precio más demencial. Pueden ser cajas de cartón o ferrallas amontonadas, este año ha sido un vaso de agua de 20.000 euros.

Sin embargo, como cada año, una legión de protagonistas del mercado del arte, los coleccionistas, también acuden a indagar en esta ambigüedad, poniendo a prueba la necesidad de ser seducido. “El placer del coleccionista es la pasión de la posesión. A uno le gusta algo y lo quiere para si, lo compras y te haces dueño de ello. Es una pequeña locura. Poseerla es tenerla a tu disposición cuando quieras”, explica a RTVE.es Luis Gonzalez Iglesias, un coleccionista privado con más de 200 obras y 35 años de devoción que curiosea en los stands.

El arte es pagar por nada

El sarcasmo de medio vaso de agua a la venta no impide que, por algo más de 80.000 euros, el artista afroamericano Willie Cole entrelace ideas enormes en un pedazo de bronce llamado Worrier (Preocupado), una figura "que remite al Pensador de Rodin, pero construida con zapatos de mujer", aclara el galerista Guido Maus, que explica la sorprendente conexión: “En las familias afroamericanas tradicionales, la figura predominante no es la del padre masculino, sino la de una madre o una abuela fuerte, una mujer, por un lado. Por otro, los zapatos simbolizan la lucha por los derechos civiles. En Europa, la gente se manifiesta, pero en los Estados Unidos la gente marcha. Cuando Rosa Parks en Montgomery, Alabama, fue encarcelada por negarse a ocupar las plazas para negros de un autobús, la gente se solidarizó caminando a pie. Esto nos es familiar gracias a la película Selma".

En una entrevista, el escultor Jaume Plensa admitía a RTVE.es que "el arte debe ser de una gran inutilidad en la vida material; es cuando más fuerza tiene, más se vuelve un objeto de deseo y más imprescindible es".

Pero, ¿cuál es el criterio? Michel Benevento de la galería Clifton Benevento nos muestra “dos latas aplastadas con una piel de conejo en medio, como si fuera una hamburguesa” firmadas por John Brown, un nombre ficticio que propone el artista mexicano Martin Soto Climent en un proyecto llamado “Comedia contemporánea”. La reflexión relaciona la idea de la basura y la imagen, pero pone a prueba la capacidad de acogida del hogar del comprador.

Fermín Jiménez Landa firma por 8.000 euros una mesa invertida colocada sobre otra y separadas por canicas de cristal. "Se llama Ecuestre, y las mesas representan los caballos de las fuerzas del orden que sofocaban las revueltas estudiantiles en la España de los 60, a las que los estudiantes se enfrentaban lanzando canicas", aclara María Colubi, de la galería viguense Bacelos. La idea es interesante en su estado inmaterial. Luego la voluntad diluye la sensación de estar presenciando una mudanza de muebles patas arriba.

A pocos metros, por algo más de 13.000 euros, el artista Ícaro Zorbar ofrece “Ventilador, instalación atendida número 6. Es un ventilador con una grabadora desarmada encima a la que llega la cinta de un cassette que está en el suelo”, nos explica el autor, un colombiano que ofrece una instalación con música en la que periódicamente se escucha un fragmento de música clásica que aporta “La estructura dramática".

Una apuesta, una inversión, un capricho, o un engaño. En cualquier caso, Jaime Sordo González, presidente de la Asociación de coleccionistas privados 9915, justifica la aportación de esta actividad: “Aunque pequeño, en España el volumen de compras por parte de los coleccionistas se mueve en torno a 300 millones anuales, el sexto lugar en Europa".