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'La isla mínima' deslumbra y François Ozon cumple en el inicio de la competición por la Concha de Oro

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'La isla mínima' entra con fuerza en la lucha por la Concha de Oro

La Transición. Escrita en mayúsculas. Un nombre propio de significado inconcreto. ¿Cuándo empezó? ¿Dónde acabó? ¿En qué consistió? Es decir, el período histórico como pantano. Y también el marco de La isla mínima, la película de Alberto Rodríguez (Grupo 7) que abre la competición por la Concha de Oro en San Sebastián y que ha entusiasmando en los primeros pases.

Unos inmensos Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez se meten en la piel de dos policías enviados a las marismas del Guadalquivir para resolver un sórdido caso de desaparición de menores en 1980. O sea, pantano sobre pantano. Un policíaco visualmente impactante envuelto en una alegoría sobre las dos Españas que encarnan los dos policías. “La película es un thriller, un ‘quién lo hizo’, aunque tenga dos lecturas diferenciadas”, afirma el director para subrayar que le interesa la historia por encima de la Historia.

La isla mínima fue un rodaje especialmente arduo en las inhóspitas marismas y ahora recoge sus primeros elogios tras la sorpresa de no ser preseleccionada por la Academia de cine para representar a España en los Oscar. “La película era dura y había que sufrirla y saberla sudar, había momentos en los que podían haber dicho: ya no me mojo más. Pero Javi es una actor maravilloso y Raúl tiene una energía total”, afirma Alberto Rodríguez.

Raúl Arévalo coincide al recordar el impresionante (y largo) plano de persecución sobre un descampado de tierra seca. “Valoré lo difícil que es hacer películas de acción a lo Tom Cruise o Matt Damon; de tanto repetir acabamos lesionados”.

Arévalo es el joven policía progresista castigado por criticar el ruido de sables. “Alberto nos recomendó los documentales en los que inspiraron la película (Atado y bien atado y No se os puede dejar solos, de los hermanos Bartolomé), hechos a base de entrevistas a gente en la calle desde el año 77 al 81, justo antes del golpe de estado, y que nos sirvió para trabajar los personajes y entender la tensión que se respiraba en aquella España postfranquista”.

Javier Gutiérrez deslumbra con su papel de policía del régimen, una de las interpretaciones del año para el cine español. Pese a ser amigos y habituales del grupo teatral Animalario, Arévalo y Gutiérrez jamás habían coincido. “Estábamos deseándolo. Convivir con el tres meses fue un regalo, ha sido mi gran apoyo y referente”, dice Arévalo. “Destaco sobre todo su trabajo, me parece mítico. Aunque yo sabía lo gran actor que es, el gran público le conoce por la comedia y Águila roja. Demuestra esa cosa de los grandes cómicos cuando hacen drama, como Landa o Pajares. Me fascina su trabajo”.

Antonio de la Torre, que tiene un pequeño papel, y Jesús Casto ‘El niño’, apodado ‘el guapo’ en La isla mínima, también han acudido a San Sebastián para arropar la presentación de la primera película y primera favorita.

Travieso e inocente Ozon

El francés François Ozon regresa a la ciudad en la que ganó la Concha de Oro hace dos años por En la clase y el Premio especial del jurado en 2009 con Mi refugio. Este año trae Une nouvelle amie, en la que la muerte de una mujer desencadena las vacilaciones de identidad sexual de su marido y la amistad romántica de éste con la mejor amiga de la fallecida. Romain Duris encarna al hombre que pasa de llamarse David a Virginia en una narración lúdica que Ozon define como “cinta transgénero”.

Aparentemente perverso, pero pretendidamente naif, Ozon aligera el tema de la película con su facilidad para la comedia sutil y la dirección de actores. “Tenía ganas de hacer una película popular, que gustara a la gente. Empecé a escribir cuando comenzaron las manifestaciones en Francia en contra de los derechos de parejas homosexuales. No quería ser pedagógico, pero quería que la gente entienda, sin hacer un manifiesto, qué es ser una pareja diferente respecto a un pareja clásica. Quería hablar del deseo y de la construcción de la identidad”, dice Ozon.

Duris completa el gran día de interpretaciones masculinas (o del género que sea) con una transformación llena de matices. “Lo que quería hacer es una criatura que ya no tiene género, que como espectador te olvides si es muy femenina o muy masculina”, sostiene al actor. “Se trataba de de abrir la puerta y confiar en mi parte femenina”.

La abigarrada sección oficial se completa esta tarde con la proyección y rueda de prensa de Stille Hjerte / Silen Heart del danés Billie August, drama familiar con el que el director de Las mejores intenciones y Pelle el conquistador busca recuperar su mejor pulso.

Mientras, el famoseo se acumula en el Hotel María Cristina con la llegada de Antonio Banderas, William Dafoe, Abel Ferrara, Nikolaj Coster-Waldau y Noomi Rapace. Y aguardando, tras retraso de última hora, a John Malkovich.