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Un siglo usando gases lacrimógenos

  • Se usaron por primera vez al inicio del Primera Guerra Mundial
  • Los más usados hoy en día son el CS y el gas pimienta

Prohibidos en guerras, están permitidos como antidisturbios

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Gas lacrimógeno y bombas de humo en las protestas en la plaza Tahrir de El Cairo en 2012
Gas lacrimógeno y bombas de humo en las protestas en la plaza Tahrir de El Cairo en 2012

Se cumplen 100 años desde que se utilizó por primera vez un gas con efecto lacrimógeno. Fue en el campo de batalla, durante la Primera Guerra Mundial. Los franceses lanzaron granadas con bromoacetato de etilo en las trincheras alemanas, que habían invadido Bélgica en 1914.

Hoy estos gases son un clásico de la autodefensa y de las fuerzas de seguridad, que usan para disolver protestas ciudadanas. Una pequeña rociada cerca de los ojos del atacante es suficiente para que lagrimeen y escuezan sin control y quede inhabilitado. Esta misma semana las fuerzas de seguridad estadounidenses usaban gas lacrimógeno para disipar las protestas en el barrio de Ferguson (San Luis, Misuri) tras la muerte del joven negro Michael Brown abatido a tiros por un policía.

El despegue del desarrollo de estos gases nació a partir de la Convención de la Haya de 1899. En esta reunión, los 27 países participantes acordaron durante las guerras “abstenerse de usar proyectiles con el único objetivo de diseminar gases asfixiantes o mortíferos”. En 1907 matizaron más el acuerdo prohibiendo “el uso de armas venenosas” y “armas, proyectiles o material calculado para causar sufrimiento innecesario”.

Los ejércitos se saltaron la prohibición innumerables veces, pero a la vez emprendieron la búsqueda de nuevas maneras de bloquear al enemigo sorteando las restricciones recién impuestas, o sea, sin producirle daños permanentes aprovechando la eficaz dispersión de los gases. Con el paso de los años los químicos británicos, alemanes y estadounidenses fueron sintetizando hasta una veintena de gases lacrimógenos.

A partir de ese primer ataque con gases en la Batalla de Lieja, la lista se engrosó con cloroacetona, bromuro de xililo, acroleína, CN (cloroacetofenona), CR (dibenzoxazepina), adamsita (que también es vomitivo), OC (gas pimienta) o el CS (o-clorobenzilideno malononitrilo). Estos dos últimos son los usados hoy en día porque producen con una exposición puntual los efectos irritantes deseados con menos riesgos graves para la salud.

Hoy la Convención de Ginebra prohíbe el uso de gases lacrimógenos en guerras. Sin embargo, está permitido como antidisturbios. El más usado, el CS, no es un gas sino un sólido blanco, que se comercializa como aerosol en botes. El mecanismo de acción en humanos no se conoce del todo. Actúa sobre las terminaciones nerviosas de la membrana de la mucosa del ojo. Al contacto con el agua del ojo se producen una serie de reacciones químicas que resultan en varios productos altamente irritantes y que engañan a la enzima encargada de desencadenar una reacción defensiva a base de lágrimas en el ojo. Es un mecanismo similar al que produce el compuesto químico que se libera al trocear las cebollas, pero exacerbado.

El efecto es inmediato, los ojos comienzan a picar, el párpado se inflama y el sujeto se ve forzado a cerrarlos, siente náuseas, su piel se irrita y tiende a huir del foco. Con unas pocas moléculas de CS se desencadena en el ojo humano una reacción tan exagerada que llega a inhabilitar al sujeto. Así, con un miligramo en un metro cúbico de aire es suficiente para dispersar a un nutrido grupo de personas.

Leche entera para eliminar el gas pimienta

En media hora no suele quedar ni rastro del lagrimeo, picor e inflamación, excepto en personas con afecciones respiratorias previas, como los asmáticos, que pueden sufrir efectos más graves, como insuficiencia pulmonar. Para retirar el gas CS hay que lavar la cara y las zonas manchadas con abundante agua fría y jabón, los ojos con solución salina, colocarse en un lugar ventilado con aire fresco y tirar la ropa.

El gas pimienta está hecho de oleorresina de capsicum, es decir, aceite concentrado de capsaicinoides, que es la familia de sustancias que provoca el sabor picante de las guindillas o chiles. Nuestro sistema nervioso tiene receptores que recogen esta sustancia. Cuando la capsaicina alcanza estos receptores nos sobreviene la sensación de picor. Estos receptores son los mismos que recogen la señal de dolor y de calor.

Estos días en los disturbios de Ferguson personas bajo los efectos del gas pimienta se echaban leche en la cara para aliviarse; un método efectivo porque la capsaicina es insoluble en agua y soluble en sustancias grasas, como el aceite o la leche entera.