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Gurlitt legó su colección al Museo de Bellas Artes de Berna

  • Su testamento refleja su deseo de que los cuadros no estuvieran en Alemania
  • Las 1.280 obras deben permanecer juntas

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Puerta de la casa de Cornelius Gurlitt en Salzburgo.

El coleccionista alemán Cornelius Gurlitt, fallecido este martes, expresó en testamento su voluntad de que sus cuadros, entre los que hay obras expoliadas por los nazis, se muestren en el Museo de Bellas Artes de Berna, Suiza.

En un comunicado, la pinacoteca se ha mostrado sorprendida y encantada de recibir como legado la colección de arte del millonario alemán. "El Kunstmuseum fue informado por Christoph Edel, abogado de Cornelius Gurlitt, quien murió ayer, por teléfono y por escrito, de que éste designó a la fundación de derecho privado Kunstmuseum como su único y total heredero", indicó el museo.

Aseguró que la noticia fue totalmente inesperada en vista de que "el señor Gurlitt nunca tuvo vinculación con el Kunstmuseum de Berna". "El consejo de administración y los directores del museo están felices, pero al mismo tiempo no ocultan que el magnífico legado trae consigue una enorme responsabilidad y abundantes preguntas sobre cuestiones muy sensibles", reconoció la institución cultural.

Las cuestiones por resolver -precisó- son de orden "ético y legal", y adelantó que por el momento no está en condiciones de ofrecer más detalles hasta que no reciba la documentación necesaria y entable contacto con las autoridades competentes.

El diario Süddeutsche Zeitung y la radio pública regional NDR habían difundio que Gurlitt, recientemente testamento debido a su delicado estado de salud, había expresado en su última voluntad que su colección, cuya existencia no se hizo pública hasta el año pasado, no se mostrara en Alemania.

Las 1.280 obras, entre las que se cuentan piezas de Picasso, Chagall, Matisse, Beckmann y Nolde, deben permanecer juntas en esa fundación -cuyo nombre no se ha hecho público- y no quedar en manos de alguno de los escasos familiares de Gurlitt, incluido un primo lejano que reside en España.

El testamento lo redactó un abogado del anciano coleccionista en la habitación del hospital en que se encontraba Gurlitt ingresado antes de una operación de corazón a la que fue sometido recientemente.

Las obras expoliadas por los nazis serán devueltas

Las autoridades alemanas han indicado por su parte que el acuerdo que alcanzó Gurlitt con el Gobierno alemán y el estado federado de Baviera para que estos pudiesen revisar la colección entera -en busca de obras expoliadas por los nazis- durante un año, sigue vigente.

El caso de Gurlitt salió a luz pública en noviembre del año pasado, cuando se reveló que el anciano había tenido durante décadas decenas de obras de arte de primer nivel cuya existencia se desconocía.

Gurlitt era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen nazi para negociar con obras del así llamado "arte degenerado", que habían sido retiradas de los museos alemanes.

El coleccionista se mantuvo durante años en un casi absoluto anonimato, viviendo entre Múnich y Salzburgo (Austria), hasta que su colección fue descubierta en el marco de unas investigaciones por posible evasión fiscal.

En noviembre de 2013, se empezaron a publicar en una plataforma de internet las obras de las que había sospecha que habían llegado a manos del padre de Gurlitt, después de que sus propietarios judíos tuvieran que venderlas a bajo precio por la presión de la persecución del régimen nazi.

Especialmente, dos cuadros -Dos jinetes en la playa, de Max Liebermann, y Mujer sentada, de Henri Matisse-, cuya procedencia estaba documentada, ya que habían pertenecido a judíos perseguidos, generaron preguntas sobre buena parte de la colección.

El coleccionista murió en su apartamento en el barrio muniqués de Schwabing, donde habían sido encontrados sus cuadros y a donde regresó después de una intervención quirúrgica que fue necesaria debido a problemas cardiacos, que finalmente le causaron la muerte.