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Jaime Martín: "El cómic es el cine de los pobres"

  • Se reedita su cómic 'Sangre de barrio', un clásico de los 90
  • Un apasionante relato de la juventud marginada de la época
  • En 1990 le valió el premio al autor revelación en el Salón de Barcelona

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Fragmento de la portada de 'Sangre de barrio', de Jaime Martín
Fragmento de la portada de 'Sangre de barrio', de Jaime Martín

Jaime Martín (Barcelona 1966)

Comenzó a dibujar en 1985 en revistas humorísticas infantiles y juveniles, como 'Caníbal' o 'Bichos'. En 1987 empieza a colaborar con 'El Víbora', realizando obras con cierto contenido de crítica social, como ‘Sangre de Barrio’ (Premio al Autor revelación en el Salón de Barcelona 1990). Después vendrían ‘Los primos del parque’, ‘La memoria oscura’, ‘Sex Games’ e ‘Infierno’. En 2004 publica el álbum ‘Invisible’, donde cambia totalmente de temática, y su grafismo se muestra más maduro. Desde 2007 trabaja para el mercado franco-belga con cómics como ‘Lo que el viento trae’ (2008) y ‘Todo el polvo del camino’ (2010).

Desde hace más de 20 años, Jaime Martín es uno de los grandes del cómic español. Pero casi todos los aficionados le siguen idolatrando por la obra que le hizo famoso: Sangre de barrio, que empezó a publicar en la mítica revista El Víbora (en 1989) y con la que consiguió el Premio al Autor revelación del Salón del Cómic de Barcelona de 1990. Un cómic barriobajero que nos impactó tanto como las primeras películas de Almodóvar y que ahora Norma recoge en una estupenda edición integral.

"Fue mi primer álbum -confiesa Martín-,  un sueño hecho realidad, la materialización de lo  que siempre quise hacer. Ese voto de confianza supuso una inyección de  seguridad que me ha acompañado hasta hoy mismo. El premio fue un subidón de adrenalina, pero tal como llega se va. Todos  los autores sabemos que el verdadero premio son los lectores. Sólo  ellos y nadie más hacen que estemos al pie del cañón".

"Creo que Sangre de barrio ha envejecido bien -continúa el autor-, en parte por tener un cierto componente testimonial. Creo que eso ayuda a que perdure en el tiempo con más facilidad. Además, tal como apuntan las cosas, me veo retrocediendo otra vez hasta aquellos años de cochambre, así que va a estar más que nunca de actualidad".

"El que se considere una obra clave de los 80-90 me parece estupendo, claro, pero no siempre lo llevé bien. Hubo un tiempo en que tenía la impresión que todo lo que hacía era tapado por la sombra de Sangre de barrio".

"Un tebeo barriobajero"

Martín nos comenta cómo nació el proyecto: "Josep Mª Berenguer, editor de la revista El víbora, me ofreció la oportunidad de  publicar mi primer álbum. Me dio total libertad. De golpe sentí una responsabilidad enorme. Salí de su despacho dándole vueltas a la cabeza, preocupado con hacer algo que no defraudara y me permitiera seguir colaborando con la editorial. Al final la historia la tenía frente a mis ojos: haría un tebeo barriobajero, como la música que escuchaba, como el lugar donde vivía, como los personajes que veía a diario".

"No soy consciente de querer retratar las clases más desfavorecidas -asegura Martín-, simplemente yo formaba parte de aquello: éramos 5 de familia habitando un piso de 38m cuadrados; mi colegio era frecuentado por los delincuentes juveniles de la época; mis amigos iban a otros aún peor, donde los alumnos eran capaces de pegarle fuego a la clase; nuestras familias no tenían un duro, no sabíamos lo que era un capricho; el primero de mis colegas que consiguió un trabajo fue en el camión de la basura…"

Y es que Sangre de Barrio tiene mucho de autobiográfico: "Siempre recurro a apuntes autobiográficos o de gente muy cercana, tratando de crear cierto compromiso con la historia que contaré. Ese vínculo me hace el trabajo más fácil en los momentos duros (cuando hay poco dinero, cuando el cansancio de meses de trabajo hace mella…). A todo eso añado una buena dosis de ficción donde articular todo ese material personal".

"Para los escenarios salía con la cámara a recorrer los barrios de L'Hospitalet de Llobregat. Fotografiaba las localizaciones que iban mejor para cada escena, como en una película. El cómic es el cine de los pobres" -concluye Martín-.

"Mis personajes son quinquis rockeros"

"Las películas de delincuentes juveniles y la prensa de sucesos, como El caso, no fueron un referente -asegura Martín-. Los tuve presentes, formaban parte del contexto, pero los personajes principales de Sangre de barrio eran otra cosa muy diferente. No pertenecían a la cultura "flamenca". De hecho, Vicen, el protagonista, tiene un encontronazo con unos palmeros que le hacen la vida imposible. Mis personajes son quinquis rockeros".

"Básicamente me apoyaba en bandas de rock urbano -puntualiza el autor-. Todos aquellos grupos fueron una verdadera inspiración. Recuerdo cómo de una canción a veces salían ideas para toda una historia. Era como tener a alguien indicándote el camino. Sin toda aquella música el resultado hubiera sido otro, por eso Sangre de barrio está lleno de canciones".

Cuando le preguntamos si refleja a la juventud de la época, Martín lo tiene claro: "De una pequeña parte sí. Uno de mis amigos de la adolescencia, con el que aún tengo relación, si estaba ansioso y necesitaba darse una vuelta en moto, petaba una, se daba un paseo y la dejaba en su sitio. Mi amigo M. no se convirtió en un delincuente, simplemente eran las circunstancias. No teníamos nada y queríamos lo mismo que los demás".

"El gobierno frenará a los jóvenes que piensen por sí mismos"

Le preguntamos a Martín porque los jóvenes de ahora parecen más conformistas que los de finales de los 80: "Tal vez los jóvenes de los 70 y 80 teníamos muy presente el pasado franquista de este país y sabíamos muy bien a dónde no queríamos volver. A los jóvenes del siglo XXI puede que la dictadura sólo les suene de haberla tratado en la escuela, y ni si quiera estoy seguro de eso".

"Aún así, está claro que hay una parte de la juventud que se rebela contra lo establecido, que no sólo viven de radiofórmula, telebasura, fútbol y toda la tontería que se nos ofrece para tenernos entretenidos con cara de bobos. Nada es porque sí. Ningún cineasta, ninguna banda de música, van a tener las mismas facilidades para desarrollar su trabajo si muestran una clara actitud en contra del sistema. Por eso nunca veremos en televisión a una banda como "Riot propaganda", sin embargo a Bisbal lo veremos jubilarse en un plató".

"Por otra parte-continúa Martín-, los Toretes de aquella época los considero más bien una consecuencia de la degradación social de aquellos años, no tanto unos "jóvenes rebeldes".  En cualquier caso, de Toretes y demás especímenes no tardaremos en vernos desbordados. En períodos de escasez la delincuencia urbana se dispara. Las desigualdades sociales tienen eso. Muchos ya lo vivimos de pequeños: quinquis a la vuelta de la esquina, sacándote lo que fuera a punta de navaja. Pero el gobierno no se va a ocupar de nivelar esa desigualdad social. De lo que se va a ocupar es de poner freno a los jóvenes que piensan por sí mismos y se manifiestan contra lo establecido. Contra ellos va a ir la artillería: se cambiarán leyes, se restringirán derechos, se reprimirá con todas las armas, y lo que haga falta".

Un cómic con una banda sonora inolvidable

La música es una parte fundamental de Sangre de barrio, un cómic que tiene su propia banda sonora: "Como decía antes, fueron bandas que me inspiraron profundamente -asegura Martín-. Era la música que escuchábamos en el barrio, la que hablaba de las cosas que conocíamos, de nuestros problemas o de nuestras alegrías. Las bandas de rock urbano siempre han tenido algo de reporteros a pie de calle. La conexión con Sangre de barrio es absoluta".

"Burning, La Polla Records, Rosendo, Barricada, Juanito Piquete y los Mataesquiroles, Ramoncín y El hombre del sako son los que aparecen en el tebeo, pero habían muchos más: Rigor Mortis, Leño, Los Suaves, Extremoduro… Ésa es la música que describe a los protagonistas de la historia. Era la época de las tribus urbanas, y a Vicen y sus colegas no les iba el pop ni el flamenco".

En cuanto a sus influencias, Jaime Martín nos comenta que: " De niño habían por casa algunos Tintín y un libro enorme de El Príncipe Valiente. Estaban un poco garabateados con bolígrafo (me dijeron mis padres que había sido yo). A los 14 años empecé a leer tebeos de ciencia ficción y terror (1984, Totem, Creepy). Allí, entre otros, publicaban Carlos Giménez, Josep Mª Beá y Alfonso Font. Me tenían completamente alucinado con sus historias, y además eran excelentes dibujantes. Copié manos, caras, fondos, desnudos… Aprendí a dibujar tebeos de manera autodidacta gracias a ellos. Más tarde descubrí la revista El Víbora y mi concepto de la historieta cambió radicalmente. Fue como con la música: sus autores hablaban de historias cercanas, no de otros planetas. Desde aquel momento la ciencia ficción ya no fue lo mismo, era como escuchar cuentos para niños..."

Sus proyectos

Consagrado ya como uno de los grandes del cómic español y publicando habitualmente en el extranjero, Martín nos ha comentado en qué trabaja actualmente: Recuperé un cuaderno de memorias que escribió mi padre al acabar el servicio militar en África, entre finales de los 50 y principios de los 60, y he tratado de hacer una historia fiel al contenido. Me he permitido ciertas licencias, como cambiar el orden de algunos pasajes para adaptarlo mejor a la narración, pero en esencia es la mili de mi padre, en un entorno de locos: el alto el fuego en Sidi-Ifni. Miles de reclutas enviados a aquel territorio, donde escasos años antes se había producido una guerra de la que la población apenas sabía una palabra".

"No sólo he querido relatar una historia militar, sino también abordar la rapidez con la que, en aquellos años, se dejaba de ser joven para pasar a ser adulto, sin tiempo para reflexionar acerca de qué quería hacer uno con su vida. Esa fugacidad de la juventud de aquellos años, comparado con el dilatado recorrido que tiene actualmente, me parece algo devastador".

Mientras esperamos a ese nuevo trabajo, podemos disfrutar con este fabuloso tomo que retrata a la perfección una época que recordamos con cariño pero que mejor sería que no volviera, aunque al paso que vamos la cosa puede ser incluso peor. Antes, por lo menos,  había buena música.