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Letizia, regia pero sin rigidez

  • Elige un vestido de Felipe Varlea, su talismán
  • Se ha mirado en una de las grandes, Jackie Kennedy

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Más de 1.900 invitados a la boda real inglesa

Menudo reto el de Letizia. Los maestros y las maestras sirven para algo. Eso ha debido pensar nuestra Letizia que, en vez de mirar a su alrededor o hacia sí misma para vestirse, ha mirado a una de las grandes: Jackie Kennedy/Bouvier; también hacia el pasado, que nunca falla.

El vestido que ha elegido para esta cita de audiencia millonaria es de su talismán Felipe Varela; como se había anunciado ha sido de color rosa palo. Un color difícil pero que sobre una piel clara y un pelo rubio es garantía de elegancia.

El modelo elegido ha sido una pieza en muselina plisada rosa terracota o rosa palo de manga larga, que es complicada pero que, si resulta, es otra garantía extra. Tenía volantes pero sin vuelo, aunque parezca contradictorio.

Silueta ceñida

Los bordados resultaban casi imperceptible en los planos generales pero quizás por eso no resultan cargantes. La silueta era ceñida, sólo apta para ciertas figuras. Regio pero sin rigidez.

El sombrero es del dúo Pablo y Mayaya, artesanal y del mismo color que el vestido. Esta pieza ha sido clave en el look para proporcionar el estilo retro buscado. Paja de Italia y plumas de faisán para la princesa. Lleva los consabidos guantes de ante, clutch de boquilla y peep-toes de Magrit, marca de la casa.

Todos del mismo color: Letizia monocroma.  Como en la noche anterior, durante la cena de gala con la que obsequió la Reina Isabel a los Royals, el vestido de Letizia resulta mejor de lejos que de cerca. El maquillaje sin excesos (porque no es momento de ellos) tonos suaves y sonrisa en la cara.  Prueba superada.

*Anabel Vázquez es editora del blog de moda y tendencias Radar en Vanity Fair