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Las FDA de Estados Unidos ocultó informes que pudieron evitar la muerte de pacientes

  • Un estudio revela el escándalo y compromete a la FDA
  • Las normas internas del organismo regulador permitían el 'secreto científico'
  • Las denuncias de los consumidores frenaron las investigaciones

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Escándalo en la sanidad pública de Estados Unidos. Un informe revela que la Aministración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA) ocultó informes negativos sobre productos que provocaron numerosas muertes por infartos, según informa el Journal of American Medical Association.

Las normas internas de la FDA  impidieron que se pudiera revelar secretos sobre productos que sustituyen a la sangre y sus derivados, comercializados por cinco empresas biotecnológicas. Este comportamiento pudo llevarse la vida de varios pacientes, y poner en peligro la de otros tantos.

El estudio, que la FDA ocultó, ha revelado que muchos de estos productos incrementaban un 30% el riesgo de muerte prematura y 2,7 veces el de infarto de miocardio. Todos los productos parecían buenos sustitutos del plasma por usar hemoglobina, la molécula sanguínea que transporta el oxígeno.

Los 'secretos científicos'

"No debería existir una ciencia secreta", ha afirmado el principal autor del estudio, el doctor Charles Natanson, del Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud. Los datos sobre seguridad de medicamentos "deben ser dados a conocer de forma expeditiva para que la ciencia pueda aprender de los errores" de estudios previos.

El informe ha sido escrito por científicos del Centro Clínico y miembros del grupo Public Citizen, de defensa de los derechos del consumidor. El centro tiene como objetivo asegurar la seguridad y la conducta ética de las investigaciones clínicas.

Un reemplazo seguro de sangre sería un enorme logro para la medicina y una gran fuente de ingresos para las compañías que lo produzcan. Podría salvar vidas en el campo de batalla. A diferencia de la sangre real, podría, teoréticamente, ser almacenada durante años sin necesidad de refrigeración. Asimismo, sería compatible con cualquier tipo sanguíneo y no portaría enfermedades infecciosas, como hepatitis y el virus del sida.

La FDA fue denunciada en 2006

En ese año Public Citizen presentó una demanda a puerta cerrada, y esto fue lo único que forzó el cese definitivo de los estudios. Public Citizen denuncia que el organismo regulador norteamericano ya conocía los efectos adversos de los productos sanguíneos a finales de 2000. Y eran tantas las contraindicaciones que no se explican por qué no cesaron los estudios.

Pero la FDA no cesó, sino que comenzó a probarlos de forma separada en cirugía, traumatología, pacientes con apoplejía, en vez de unificar los resultados para tener una idea más global de los riesgos.