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'La cocina', de Arnold Wesker

Carta de Frank Loman Mills, chef segundo de Marango's

  • Como parte del proceso de construcción de sus personajes, los miembros del reparto de La cocina, en versión de Sergio Peris Mencheta, imaginaron una carta de su personaje. Esta es la de Patxi Freytez.

Por

Londres, 8 de agosto de 1953

Mi querida hija Jane:

Sólo han pasado tres días desde que recibí tu última carta y ya ardo en deseos de que el cartero me traiga nuevas noticias de ti.

Sé por los noticieros que Eisenhower se toma muy en serio los ensayos nucleares y que por ello debes estar muy atareada. No en vano fuiste la primera de tu promoción en la universidad y los americanos valoran enormemente el talento y la dedicación.

Sabes de sobra que tanto para tu madre como para mí verte partir hacia los Estados Unidos fue un gran orgullo pero también una pena inmensa por sentirte tan lejos. Y aunque tu madre ya no esté con nosotros, sé que desde donde se encuentre, te mira con un cariño y un orgullo infinitos. He dejado de ir al cementerio con tanta asiduidad. Ver el nombre de tu madre grabado en una losa me produce una pena que a duras penas ya puedo resistir. Sólo las horas que paso en el restaurante me hacen olvidar a ratos la profunda ausencia que nos dejó su muerte.

Aquí en Londres las cosas siguen muy ajetreadas. Entre la coronación de la reina y el tratado para la quita alemana, las calles se han convertido en un laberinto del que nunca sabes cuándo vas a salir. Hoy mismo he llegado diez minutos tarde al restaurante y el retraso me ha supuesto una irritación que he tardado mucho rato en hacer desaparecer. En Marango´s las cosas no cambian nunca. Salvo que todos los días son una caja de sorpresas, la rutina de ver siempre a las mismas piezas del puzzle, en ocasiones se me hace un poco agobiante. Aquello sigue siendo una torre de Babel que si no eres capaz de manejar con calma, te engulle sin compasión. Mi posición de segundo de cocina, aunque sólo ejerza como tal los jueves, me añade unas responsabilidades que afronto con tanta seriedad como deseos tengo de dejar de tenerlas. Aunque como ya conoces de sobra, mi habitual carácter reservado me sirve de coraza contra el vendaval de conversaciones, gritos y stress que supone esa cocina.

Hoy ha llegado un cocinero nuevo irlandés. Es joven y tiene un carácter muy voluntarioso aunque me temo que hoy se habrá ido a casa con la cabeza como una jaula de grillos. El chico apunta maneras y creo que acabará encajando. Y aunque él no se ha dado cuenta, he estado pendiente para evitar que el primer día tuviese grandes problemas. Todo el mundo merece un empujoncito, aunque no se dé cuenta. También ha llegado una camarera nueva. Se llama Violet, igual que tu madre. La verdad es que cuando he oído pronunciar su nombre no he podido evitar sentir un escalofrío. Hace mucho tiempo que no lo escuchaba dentro de esa cocina y... en fin. Sinceramente, no creo que esa chica tenga tanta suerte como le auguro a Kevin, el nuevo cocinero. La veo demasiado finolis para encajar en una cocina como esta. Viene de trabajar en lugares de mayor copete y esta cocina es un monstruo que hay que saber domar. Pero, en fin, el tiempo lo dirá. Hans se ha abrasado la cara en el cuarto de la caldera con un cubo de agua hirviendo. ¿Recuerdas las historias que te contaba de sus viajes? No sé si te acordarás de él, pero cómo olvidar tu carita escuchándole embelesada. Peter ha tenido también un accidente en el comedor y se ha cortado las manos. Este chico acabará mal. Entre su mal carácter y esa relación envenenada que tiene con Monique, va a terminar en un manicomio.

Por mi parte, yo sigo llenando mi tiempo libre enfrascado en la lectura. También he encontrado en Anne a una persona con la que dialogar sobre las cosas que me interesan. Siempre ha sido una gran amiga de la familia, y desde que murió tu madre, ha dedicado muchas horas de su tiempo a ayudarme a mitigar la soledad. Te manda muchos besos, como la mayoría de los que te conocieron en esa dichosa cocina en la que nos cocemos a fuego lento todos los días. Te confieso que la compañía de Anne es uno de los mayores alicientes que tienen mis días en Marango´s. Es amable, culta y siempre ha sido muy cariñosa con todos nosotros.

A veces me recuerda mucho a tu madre. Hoy mismo hemos estado hablando del acuerdo sobre la quita de la deuda alemana y de esos locos que asaltaron un cuartel en Cuba hace unos meses. Ambos coincidimos en el carácter romántico que le encontramos a su pequeña revolución y en que los Estados Unidos los aplastarán como cucarachas. Pobres. Anne dice que latinoamérica es un polvorín y que el peronismo también tiene los días contados. Disfruto mucho hablando con ella y con esa forma de sonreír que tiene cuando coincidimos en algo.

Como ves, entre la cocina, los libros y mis charlas con Anne los días van pasando lentamente. Y te juro que nada añoro más que el día en que pueda cruzar el charco como Hans y poder reunirme contigo en los Estados Unidos. Le pido a dios que así sea en cada minuto de mi tiempo.

Bueno, mi querida Jane. Hoy ha sido un día agotador, todavía tengo que escribir las sugerencias de mañana jueves y ya sabes que me toca ser segundo de cocina, así que: doble responsabilidad y doble paliza.

Te adjunto una foto que nos hizo Bertrand hace unos días a Anne y a mí con su cámara rusa. Sigue tan estirado como siempre pero su relación conmigo se conserva igual de cordial que siempre.

Te mando un beso y un abrazo infinitos. Espero noticias tuyas y de tus éxitos en el instituto americano de energía nuclear. Sé que llegarás lejos. Muy lejos.

Tu padre que te ama.

Frank.

RTVE

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