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La difícil tarea de clasificar a los paralímpicos

  • Se dividen en seis grandes grupos con numerosas clases en cada uno
  • Sus limitaciones y discapacidades fijen en qué grupo y clase entran

Como cualquier otro deportista, pueden intentar hacer trampas

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Imagen de la prueba masculina de atletismo de los 5000 metros en los Juegos Paralímpicos de Londres (Reino Unido).
Imagen de la prueba masculina de atletismo de los 5000 metros en los Juegos Paralímpicos de Londres (Reino Unido).

Los participantes en los juegos paralímpicos, organizados por el Comité Paralímpico Internacional, se dividen en seis grandes grupos, a saber:

  • amputados, aquellos que carecen total o parcialmente de al menos un miembro
  • parálisis cerebral, cualquier tipo de daño no progresivo en el cerebro que afecte al control muscular, el equilibrio o la coordinación
  • discapacidad intelectual, aunque hay muy pocos atletas con este tipo de discapacidad que lleguen a unas paraolimpiadas y en su lugar participan habitualmente en las Olimpiadas Especiales
  • silla de ruedas, para atletas con lesiones en la columna vertebral u otras discapacidades que les obligan a competir en silla de ruedas
  • discapacidad visual, para aquellos atletas considerados legalmente ciegos o que sean totalmente ciegos
  • Les autres, los otros, una especie de cajón de sastre en el que entran atletas con alguna discapacidad física y que no entran en ninguna de las otras categorías, tal y como puede ser alguien con enanismo, una malformación congénita, etc.

Pero más allá de estas grandes categorías, el CPI mantiene una clasificación que tiene en cuenta los distintos grados de afectación que puede presentar cada uno de los participantes, de tal forma que por ejemplo un paralímpico ciego no competirá con uno con parálisis cerebral ya que entran en distintas clases. Así, por ejemplo,  solo en natación, en los juegos Paralímpicos de Londres hay 148 medallas de oro en juego frente a las 34 de las olimpiadas.

Esta clasificación, basada en pruebas sobre sus discapacidades,  la hacen médicos deportivos que trabajan para el Comité Paralímpico Internacional, y es fuente de no pocas polémicas, pues un atleta puede intentar falsear los resultados para caer en un grupo o en otro, algo que se considera similar a doparse. Aunque también es posible que dependa de la opinión del examinador que le toque en un momento dado, y que por sus características pueda entrar en una categoría o en otra.

Además de disimular a la hora de hacer la prueba, los paralímpicos que tengan una lesión medular disponen también de un truco, que aunque prohibido desde 2004, algunos reconocen haber usado en Pekín. Se trata de romperse a propósito un dedo de un pié, atar cintas muy apretadas en las piernas, o incluso sentarse en un objeto punzante. Esto produce una acción refleja del cuerpo conocida como disreflexia autónoma que aumenta su ritmo cardíaco y presión arterial, algo que puede aumentar su rendimiento en un diez por ciento, aunque a cambio corren el riesgo de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral.

Aparte de esto, los paralímpicos dependen también de poder dedicarle tiempo a su entrenamiento y de poder utilizar el mejor equipo posible a la hora de practicar el deporte elegido, y en esto se enfrentan a otra desventaja frente a los atletas olímpicos, pues a menudo no gozan de los mismos niveles de financiación que estos. Y el equipamiento necesario para practicar un deporte de élite, que sin duda ayuda, puede ser muy caro, independientemente de tu condición.