Los desproporcionados precios de alquiler en zonas cercanas a las universidades están llevando a situaciones impensables hace unos años. Garajes y sótanos de chalés se están habilitando como viviendas. El problema de la vivienda llega a tal punto que ya se alquilan estos espacios adaptados con cocina, habitación y baño.
FOTO: REMITIDA / HANDOUT por FUNDACIÓN ATLANTIC COPPER
El 'cohousing' se está extendiendo por toda España y hay quien ve en esta modalidad una solución al problema de encontrar vivienda.
El término 'cohousing' surge en Dinamarca en los años 60. Se trata de un alojamiento en el que se comparten zonas comunes. Es una forma de alojamiento a medio camino entre la comuna residencial y la vivienda convencional.
La actualidad política de este sábado ha estado marcada por las negociaciones entre PP y Vox para buscar un sustituto de Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana, el calendario judicial de los casos que salpican al PSOE y a la mujer de Pedro Sánchez y por la crisis de la vivienda.
El acceso a la vivienda se complica cada vez más en España: los precios no paran de subir y la oferta es escasa, según lo ha confirmado recientemente el observatorio de financiación del sector promotor de España, de la consultora KPMG. Desde el Gobierno, ya se están empezando a tomar medidas para afrontar este grave problema que afectan a miles de familias y jóvenes. Sobre ello, en el 24 Horas de RNE hemos hablado con Alberto Ibáñez, diputado de Compromís, y Henry Gallego, consejero delegado de Ktesios Socimi.
Ibáñez ha señalado que los datos "demuestran la necesidad de prohibir que las empresas compren vivienda con fines especulativos", ya que —según ha recordado— "las multipropietarias adquirieron el 44 % de las casas que se vendieron en el último año". Ha añadido que "si nos ahorramos el intermediario de la empresa, podrá ser todavía más barato", y ha denunciado que "unas pocas manos están acaparando la vivienda para que la inmensa mayoría no pueda acceder al alquiler a precios razonables".
Por su parte, Gallego ha defendido el papel de la inversión institucional y ha advertido de que "no es correcto considerar que todo el sector sean fondos buitre". A su juicio, se debe "tomar medidas con prácticas bien reguladas y gestionadas" para garantizar un equilibrio en el mercado.
Cuando pensamos en comprar una casa, parece que hacerlo solo, sin pareja, puede ser más difícil. Pero lo cierto es que cada vez más españoles se hipotecan en solitario. Son ya el 45% de las que se firman: en apenas tres años, el número de personas solas que compran casa ha crecido más de siete puntos.
Esta semana nos informamos sobre la histórica sentencia del Tribunal Supremo que resuelve definitivamente la macrodemanda colectiva contra las clásulas suelo que hace más de 15 años inició Adicae, la asociación de usuarios de bancos, cajas y seguros. Las entidades deberán devolver todo el dinero desde la firma de cada hipoteca, con efectos retroactivos plenos y los intereses de mora hasta el día de la devolución.
Aumentan las infraviviendas en Ibiza. Se calcula que unas 900 personas viven en sitios que no están habilitados para ello, una cifra que asciende a unas 1.200 en verano. Lo hacen en chabolas, tiendas de campaña o caravanas. Muchos, incluso tienen trabajo.
España pasa por un proceso de desfragmentación social: la clase media se contrae y muchas familias pasan a estratos inferiores; además, la precariedad del empleo o la crisis de la vivienda son causas de esta situación, según datos del informe IX FOESSA de Cáritas. Solo en 2024 la exclusión severa se sitúa un 52% por encima de 2007. El estudio advierte de la "brecha generacional que se está llevando por delante un pacto social" y como algo llamativo, la inmensa mayoría de las personas son españolas. Informa Isabel Jiménez, periodista del área de Sociedad de RNE.
Manuel Arias Alvarado, voluntario de Cáritas que trabaja con personas en situación de exclusión, asegura en 'Mediodía en RNE': "Pido ayudas porque, si no, me hubiera sido imposible, económicamente dependo un poco de protección de menores y porque yo trabajo". Manuel quedó bajo acogida de sus tíos desde que era pequeño y ahora cuida de sus hermanos: "He tenido la suerte de acoger a mis hermanos en una residencia escolar, entonces no dependen de mí y esa es una ayuda para que yo pueda estudiar y además socializar un poco". Como voluntario cuenta que gracias a entrar en Cáritas la gente puede "evadirse de sus problemas y también ayudar a los demás, entonces es algo genial".
El cada vez más problemático mercado del alquiler está transformando nuestra forma de vivir. En ciudades como Madrid o Barcelona, el precio de una habitación ya está superando los mil euros al mes. “La situación llega a tal extremo que hay, incluso, estudiantes que están eligiendo qué carrera van a hacer y dónde van a estudiar, según los precios de la vivienda”, denuncia Carme Arcarazo, portavoz del Sindicato de Inquilinas: “y lo fuerte es que no es una situación que afecte solamente a la gente joven, sino que lo estamos viendo en todo ciclo de vida”. Ya es habitual encontrar ofertas en las que todo un domicilio está dividido en dormitorios, sin espacios comunes. Una situación, según Arcarazo, que provoca que “los inquilinos tengan que vivir con aún más miedo: si me quejo, si reclamo que tengo humedades y que me las arreglen, pues igual el mes que viene me dicen que me suben el alquiler 300 euros o que simplemente no me renuevan". "Lo que hay que hacer aquí es muy evidente”, apuntan desde el Sindicato de Inquilinas: "Hay que marcar unas reglas del juego iguales para alquilar un piso que para alquilar una habitación. Propusimos una ley en el Congreso que ya se tramitó y que solo hace falta votarla y que básicamente eliminaría estos incentivos que hacen que los más buitres se centren en temporada y habitación".
Independizarse se está convirtiendo en un sueño irreal para muchas personas. Los precios del alquiler están por las nubes, pero al mismo ritmo que crecen, aumenta el patrimonio de los grandes tenedores. Un pez que se muerde la cola ante el que Jaime Palomera, doctor en Antropología Económica y codirector del Instituto de Investigación Urbana, propone vías de salida: "Por ejemplo, impedir que la vivienda funcione como un activo de inversión. En tan solo una década, el número de individuos con más de diez pisos ha aumentado un 20 por ciento, mientras que cada vez hay más gente que no logra tener ni una sola casa. ¿Esto cómo lo frenamos? Pues como hizo Singapur hace años: a la persona que está haciendo acaparar casas con la expectativa de subir precios, un impuesto más alto. Y, a la persona que ahora mismo no puede acceder a una casa, bajarle los impuestos para que se pueda construir un futuro. Porque la actual situación atenta contra la igualdad de oportunidades, atenta contra los derechos más básicos".
Jóvenes y mayores de todas las edades, con la única posibilidad de alquilar o de compartir piso, se ven sumidos en un callejón sin salida ante la falta de ofertas económicas de calidad. "En el Monopoly de la vida real", añade Palomera, "lo que está pasando es que a los jugadores que ya tienen muchas casas, cada vez que pasan por la casilla de salida, le damos muchísimo dinero para que compren más… Y al resto de jugadores, cuando pasan por esa casilla, les toca pagar… Esta es la realidad de la gente joven y no tan joven que no tiene casa".
Emanciparse es ya un sueño irreal para la mayoría de jóvenes que se ven obligados a compartir. "En nuestro país, el 87 por ciento de los jóvenes se ve obligado a compartir la vivienda porque es la única manera de poder pagar el alquiler. Tenemos que destinar casi el 100%, -en torno a un 92% del salario mediano de persona joven- para poder pagarlo. No solo somos la generación inquilina, sino que somos la generación inquilina compartida".
Así la califica Javier Muñoz, responsable del área socioeconómica del Consejo de la Juventud de España: “al final, supone retrasar eventos como, por ejemplo, poder tener o no tener hijos, poder moverse para elegir un empleo u otro… Y esto tiene grandes repercusiones evidentemente a nivel de sociedad y, también, tienen un impacto en la salud mental de las personas".
Alquilar un piso en España se está convirtiendo en un sueño irreal para la mayoría de los jóvenes en edad de emancipación. Hay, incluso, universitarios que llegan a cambiar de disciplina por los precios de la vivienda. Es el caso de Ranya, que depende económicamente de sus padres y, al final, decidió optar por estudiar Biomedicina en Lleida, a pesar de ser de un pueblo de Barcelona: "Para mí era inasumible quedarme allí. Aquí, en Lleida, los precios de una habitación van de los 200-300 euros al mes, como mucho. En Barcelona, de 500 hasta 1.000".
Compartir piso no es nada nuevo, pero las condiciones, en numerosos casos, han empeorado. Melani, recepcionista en la Ciudad Condal, lo ha comprobado en primera persona: " Hay gente de todo tipo: irrespetuosa, desagradable, sucia. He llegado a compartir baño hasta con cinco personas. El dueño había transformado la sala de estar en dos dormitorios. Era una cueva".
"No solo es la humillación de tener que vivir en una habitación sin luz, sin espacios comunes, es la inseguridad de vivir hasta con miedo", denuncia Carme Arcarazo, portavoz del Sindicato de Inquilinas: “Si reclamo que tengo humedades y que me las arreglen, pues igual el mes que viene me dicen que me suben el alquiler 300 euros o que, simplemente, no me renuevan". Para Jaime Palomera, doctor en Antropología Económica, "en el Monopoly de la vida real, lo que está pasando es que a los jugadores que ya tienen muchas casas, cada vez que pasan por la casilla de salida, les damos muchísimo dinero para que compren más y, al resto de jugadores, les toca pagar. Esta es la realidad de la gente joven y no tan joven". Porque hay pensionistas que, por circunstancias, tienen que vivir de alquiler y compartir piso. Marisa y Ramón lo hacen -y en buenas condiciones- gracias a proyectos como el de Llars Compartides. Cuando a Marisa le preguntan cómo se mete toda una vida en un dormitorio respira sin respuesta. El mercado está tan tensionado que Jorge Gil, arquitecto, ha decidido comprarse una habitación por 50.000 euros. Dice que está contento.
La vivienda es el principal problema de los españoles. Y los datos no hacen más que aumentar esa preocupación. Alquilar es difícil, comprar es aún más inaccesible.
Aunque hay planes de vivienda en marcha, muchos ven imposible adquirir un inmueble. Es el caso de Benasque, Huesca, donde se van a construir más de 1.000 viviendas y los vecinos denuncian que son para especular. "Queremos una vivienda digna para vivir aquí todo el año".
En Benasque, que comprende a los núcleos de Anciles y Cerler, el 72% de las viviendas son de segunda residencia.
Se acaba de aprobar una gran operación inmobiliaria en Cerler, junto a la estación de esquí, del grupo Aramón, con 2.000 viviendas. Serán casi todas viviendas de precio libre, solo 29 de protección oficial.
Hay bloques en los que sólo viven dos familias todo el año. El proyecto abarca 50 hectáreas de terreno y 19 millones de euros de inversión.
Comienza a proliferar en nuestras ciudades un tipo de bloques de viviendas iguales: son los conocidos como edificios 'cebra'. Los vemos en Bilbao, Sevilla, Madrid...
"Todas las ciudades son iguales", se quejan algunos vecinos y también algunos arquitectos. Son un reflejo del momento en que vivimos.
"El premio de la inmediatez y de la mediocridad. Es todo lo mismo, ¿no? Porque se premia que todo se pueda repetir, que se pueda hacer rápido". señala un arquitecto.