Música, retos imposibles y mucha risa: todo lo que debes saber sobre el formato de 'That’s my jam'
- Cada programa combina juegos de adivinanza, mímica y actuaciones musicales en directo donde el ingenio y el ritmo mandan
- Canciones al revés, instrumentos alocados y retos imprevisibles marcan el ritmo de una competición tan divertida como impredecible
Música, humor y competición se dan la mano en That's My Jam: Que el ritmo no pare, el nuevo gran espectáculo de La 1 presentado por Arturo Valls. Un espectáculo donde la música, el humor y la competición se mezclan en un cóctel explosivo. Cada semana, dos parejas de famosos se lanzan a un duelo de talento y desparpajo para conseguir el trofeo más deseado: el radiocasete dorado. Todo, al ritmo de una Jam Band en vivo que pone la banda sonora a las pruebas más locas y divertidas de la tele. ¿Cómo funciona el show? Muy sencillo: música, retos y mucha improvisación.
Reto tras reto
La noche arranca fuerte con un arsenal de juegos diseñados para poner a prueba el oído, el ritmo y los reflejos de los concursantes. En "Micros fuera", deben adivinar canciones que suenan a toda velocidad, al revés o comprimidas en un solo segundo. En "Toca lo que toca", los invitados deben interpretar un tema con un instrumento totalmente aleatorio (sí, puede tocarte una flauta de juguete o una maraca gigante), mientras su compañero intenta adivinarlo. Y en "Do re mix", las cabezas echan humo intentando reconocer una canción que en realidad es una mezcla de dos temas diferentes. Pero ahí no termina la locura: llega el momento de mover el cuerpo.
Prohibido quedarse quieto
En "Adivina adivinance", los famosos deben representar acciones bailando, mientras su compañero intenta descifrarlas. Y si eso parece fácil, en "Y pega la vuelta" tendrán que hacer mímica sobre plataformas giratorias. ¿Más desafíos? Claro: en "Air Guitar", responder mal significa salir volando... ¡por un cañón de aire y confeti! Cada acierto suma puntos, que son vitales para llegar a la recta final.
Canta y resiste
El broche de oro llega con dos grandes momentos: el "karaoke imposible" y "chorros de voz". Una ruleta digital decide qué desafío musical inesperado debe cumplir cada concursante, desde cantar con voz de ardilla hasta actuar como si estuvieran en un videoclip ochentero. Y en "chorros de voz", las parejas deben completar letras de canciones sin fallar… o acabarán empapados por un micrófono que dispara agua a discreción.
Con That’s My Jam: Que el ritmo no pare, las risas, los temazos y las sorpresas están garantizados. Un show donde lo único prohibido es quedarse quieto.