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El tiramisú perfecto de María Lo: sabor a Italia en tu cocina

  • La ganadora de Masterchef 10 nos ofrece en Podría ser peor la receta del tiramisú perfecto
  • Además, María Lo también nos da unos trucos básicos para saber qué tipo de queso usar en cada ocasión
Tiramisú
RTVE.es

No necesita presentaciones. Es uno de los postres por excelencia ya no solo de Italia, donde nació, sino del mundo entero. Cremoso, intenso y con el equilibro perfecto entre dulzura y amargor. Un solo bocado y, de repente, te transportas a una cafetería en Roma, pero con la comodidad de estar en tu propia cocina. Porque, además de delicioso, el tiramisú es muy fácil y rápido de preparar.

Podría ser peor - Cocina con María Lo: Un tiramisú perfecto

No hace falta ser chef para conseguir un resultado de escándalo. ¿El secreto? Buenos ingredientes y un poco de paciencia para dejarlo reposar. Y más aún si sigues la receta que la ganadora de Masterchef 10, María Lo, nos ha dejado en el programa Podría ser peor de RNE.

De momento, la parte más difícil será esperar a que se enfríe y se integren todos sus sabores antes de meter la cuchara, y encontrar "solo" de 6 a 8 personas con las que compartir esta irresistible tiramisú.

El tiramisú perfecto de María Lo: sabor a Italia en tu cocinaEl tiramisú perfecto de María Lo: sabor a Italia en tu cocina
Ingredientes Preparación
  • 250 gramos de queso mascarpone
  • 200 mililitros de nata para montar
  • 3 yemas de huevo
  • 80 gramos de azúcar
  • 200 mililitros de café
  • 2 cucharadas de licor, preferiblemente Marsala, Amaretto o ron (opcional)
  • 200 gramos de bizcocho de soletilla
  • Cacao en polvo
  1. Lo primero será hacer el café. Se puede elaborar en cualquier tipo de cafetera, pero lo ideal sería hacerlo en una italiana
  2. En caso de querer ponerle a la receta alcohol, introduciríamos el licor en este primer paso
  3. Dejamos el café enfriar
  4. Seguidamente, prepararemos la crema. Para ello, batiremos las yemas con el azúcar hasta blanquear, es decir, que batiremos muy fuerte con una varilla para que la mezcla se espume y se vuelva un poco más blanquecina
  5. Añadiremos el queso mascarpone, el cual es recomendable haber enfriado previamente para que adquiera una textura más homogénea
  6. A continuación, montaremos la nata que tiene que estar muy fría. Incluso es recomendable enfriar el bol en el que la montaremos y que, además, es imprescindible que esté bien limpio y sin gotas de agua
  7. Con movimientos envolventes, mezclamos la nata montada con la mezcla anterior de mascarpone, yema y azúcar
  8. Reservamos la mezcla
  9. Empezamos a montar el tiramisú. Primero, mojamos los bizcochos de soletilla en el café, pero sin empaparlos mucho
  10. Después, creamos las capas. En la base, ponemos el bizcocho de soletilla mojado de café junto con la mitad de la mezcla de la crema mascarpone y demás. Luego, volvemos a poner los bizcochos con más crema y espolvoreamos el caco en polvo
  11. Dejamos reposar en la nevera, a poder ser un día entero para que se integren mejor los sabores

Un queso diferente para cada receta y ocasión

Además de ser uno de los elementos principales de recetas como el tiramisú, el queso es un imprescindible en un muchas otras elaboraciones. "Es uno de los ingredientes más versátiles que hay en la cocina. Pega con todo", explica María Lo. Aunque, eso sí, advierte la chef, hay que saber elegir. Porque cada queso tiene su secreto y, sobre todo, su momento.

Las variedades son tantas que no es complicado perderse entre ellas. Con tantas opciones, elegir el queso adecuado puede ser un desafío. Incluso un inconveniente. Ante tantas posibilidades, la tentación de usar el de siempre, ese que parece ir con todo y que nos gusta, es muy prometedora. Y, además, seguro que no decepciona porque el queso funciona casi en todo, sin embargo, estaríamos perdiendo mucho sabor.

Por suerte, no es necesario ser un experto para escoger bien. Con saber alguna que otra cuestión básica, podremos sacarle su máximo partido.

"Hay que tener en cuenta cuatro cosas", señala María Lo. "Lo primero es conocer la clasificación por tipo de leche", añade. Así, están los quesos de leche de vaca, como el Gouda, el Cheddar, el Parmesano o el Camembert que "suelen ser más cremosos y suaves".

También hay quesos de leche de cabra, entre los que se encuentran los "míticos rulos de cabra", el Garrotxa o el Payoya. Y los de leche de oveja, "la tercera gran tipología de leche empelada para hacer quesos" como son el Manchego, el Pecorino romano, el Roquefort, el Idiazábal o la Torta del Casar que, en general, "son más grasos y con un sabor mucho más profundo".

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"La segunda cosa que se debe conocer es la clasificación por tipo de curación". "La de 0 a 15 días es la propia de los quesos tiernos como el de Burgos o el Ricota", indica María Lo. Los semicurados, por su parte, tienen una "curación de entre 1 a 3 meses lo que les permite conseguir una textura más firme y más sabor", agrega, mientras que los curados están de 3 a 6 meses.

"En ese tiempo van perdiendo mucha agua, por lo que se acentúa su textura y se concentra mucho más su sabor. Así, los quesos que en apariencia están más secos suelen ser siempre mucho más potentes", avisa la chef. Es el caso de los añejos. "Son los que tienen más de 6 meses de curación –un Manchego viejo, un Parmesano o un Grana Padano–, y en los que es habitual encontrar cristalitos".

Pero estas no son las únicas clasificaciones a tener en cuenta. La de las texturas es también muy relevante. "Depende del proceso de elaboración", comenta María Lo. Por un lado, encontramos los "quesos blandos como los Brie, el Camenbert, el Tetilla gallego o aquellos que están envasados en papel film y apachurrados. Todos ellos son ideales para untar", indica la chef.

Al igual que los semiduros, entre los que encajan los el Gouda, el Havarti, el Edam o los que suelen comprarse envasados, son perfectos para bocadillos. Y los "duros o fuertes" son ideales para rallar.

Otra clasificación, la cuarta y última que debemos saber, sería en función de la corteza. "Los que no la tienen suelen estar vinculados a los blandos; los de corteza lavada suelen lavarse con salmuera o alcohol; los de corteza natural maduran solos y desarrollan una piel dura, mientras que a los de corteza de moho blanco se les inocula un hongo que les hace que les salga una textura aterciopelada".