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Cartas del Árbol (1957)

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Árbol de hierro de 8 metros de altura cuyas hojas son sobres de los que caen textos, de Ignacio Asenjo Salcedo, en El Oso, Ávila
Árbol de hierro de 8 metros de altura cuyas hojas son sobres de los que caen textos, de Ignacio Asenjo Salcedo, en El Oso, Ávila

Enviada por: Ignacio Asenjo Salcedo, hijo

La carta forma parte de una escultura muy singular. Se trata de un árbol de hierro de 8 metros de altura, cuyas hojas son sobres, de los cuales han caído los textos que se posan en unos monolitos de granito. La obra está situada en el pueblo de El Oso (Ávila).

Se evoca, mediante cartas del pueblo llano, documentos públicos, poesía y sabiduría popular, la esencia de este pueblo castellano, el sentir de su gente: sus recuerdos, valores, emociones, anhelos y preocupaciones.

“El árbol de la vida”. Ignacio Asenjo Salcedo. Museo al Aire Libre de El Oso.

Esta carta está escrita en 1957 por el joven segoviano sin estudios Ignacio Asenjo, que a los 12 años dejó la escuela para ser pastor de ovejas. El chico quedó prendado de una chica del pueblo de El Oso, a la que conoció en Madrid por unos días, antes de que regresara a su pueblo.

La carta

“Madrid, 1957

Mi estimada Virgi: (…) ¿Recuerdas aquella noche cuando ya te quedaban pocos días para irte a tu pueblo, cuando te dije que algo quería robarte? No olvidarás, en la vida, cuando me dijiste con voz temblorosa que ya me quedaba con tu cariño, pues con aquello me bastó para yo poner la mano en mi pecho y examinar el camino y la manera de corresponder contigo y no es otra más que dedicar para ti toda mi vida. ¡No sabes cuánto lo siento Virgi! el no haber podido ir a tu pueblo ese día y ahora al ver tu carta más. (…) Ya sabes que yo de una manera o de otra voy a tu pueblo, o sea bien comprendido a verte, que son muchas las ganas que tengo, y a poder ser pronto, para hablar muchas cosas entre los dos, y a tus padres decirles yo en palabra lo que pretendo contigo, con objeto de que en septiembre te dejen venir a Madrid, para tratar de arreglar nuestros temas pendientes, que de ninguna manera quisiera fuere el tiempo muy prolongado. (…) Son las 12 de la noche y me echo a dormir para soñar un poquito contigo.