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Bajos de Haina, la esperanza renacida

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El equipo de Pueblo de Dios con Joselín Pérez y Digna Jiménez, dos de las mujeres que aparecen en el reportaje sobre el centro Nuestra Esperanza de las Oblatas en República Dominicana.
El equipo de Pueblo de Dios con Joselín Pérez y Digna Jiménez, dos de las mujeres que aparecen en el reportaje sobre el centro Nuestra Esperanza de las Oblatas en República Dominicana.

Bajos de Haina es el principal centro industrial y portuario de República Dominicana. Su población ronda los 180.000 habitantes de los que el 37 por ciento están bajo el umbral de la pobreza. Aquí se genera más de la mitad de la energía eléctrica que consume todo el país. Es también el lugar en el que se encuentra la única refinería de petróleo de la República Dominicana y el puerto que registra mayor número de operaciones. Su polígono alberga cientos de industrias químicas, metalúrgicas y farmacéuticas. Un 40 por ciento del Producto Interior Bruto del país tiene su origen aquí y, sin embargo, la riqueza empresarial no se ve reflejada en la vida de sus habitantes. Bajos de Haina cuenta con un deficiente servicio de transporte público, sus calles se conservan en muy mal estado, tiene un grave problema de inseguridad ciudadana, las cifras de desempleo continúan siendo muy elevadas y no hay una mínima inversión social.

Lo primero que hicieron las Oblatas a su llegada fue visitar las casas en las que las mujeres se prostituían. Aquí reciben el nombre de “negocios”. Elaboraron un estudio sobre la situación real de las trabajadoras sexuales. La Fundación Centro Nuestra Esperanza es una puerta abierta a las mujeres marginadas por el fenómeno de la prostitución. Aquí pueden aprender un oficio con el que mantener a sus familias. Las chicas y mujeres que vienen al Centro Nuestra Esperanza viven en los barrios más vulnerables de Haina, en las temidas “cañadas” donde la pobreza y la delincuencia se confunden.

En el año 2002 el proyecto se adaptó a las leyes educativas del país. Desde entonces en el centro Nuestra Esperanza se pueden realizar los estudios básicos de la escuela combinados con la formación técnica y profesional. Aquí sólo estudian mujeres con edades que van desde los 13 hasta los 65 años. La mayoría son jóvenes que han tenido problemas y han sido expulsadas de sus escuelas. En cuatro años pueden completar los ocho cursos oficiales. Todas las alumnas de Nuestra Esperanza compaginan estas clases de alfabetización con alguno de los cursos técnicos que se ofrecen cada año en el Centro. La idea es que todas salgan de aquí trabajando en aquello para lo que se han preparado. Este año la oferta formativa incluye, además del Curso Básico de Belleza, este de Auxiliar en Farmacia y Visitador Médico. En total son ocho especialidades que van desde el Curso Básico de Cocina hasta el de Emprendedor para PYMES pasando por Técnico en Informática, Contabilidad Fiscal o Ayudante de Panadero.

Las Oblatas del Santísimo Redentor nacieron en Ciempozuelos, al sur de Madrid, hace 153 años, a finales del siglo XIX. Sus fundadores, Antonia María de la Misericordia y José María Benito Serra, vieron la realidad de pobreza y prostitución que se vivía en el Madrid de entonces y decidieron darle una respuesta siguiendo el Evangelio de Jesús. La comunidad de Haina está formada por cuatro religiosas comprometidas con la transformación social y la construcción de espacios humanizados en un contexto de exclusión.

La prostitución no es el oficio más antiguo del mundo. Antigua es la explotación, la injusticia, la desigualdad, la esclavitud y la violencia contra las mujeres y los niños ejercida por los hombres. Las Oblatas son mujeres que actúan como lo hacía Jesús con todas las personas que se encontraban con Él. Y los resultados son los mismos. Gente que resucita a una vida nueva.

Agustinos Recoletos

Los Bajos de Haina es también una de las tres ciudades más contaminadas del planeta. Las distintas plantas y fábricas vierten cada año cientos de toneladas de plomo, amonio, anhídrido carbónico y ácido sulfúrico al medio ambiente. El 93% de los pacientes que acudieron a alguno de los centros sanitarios locales por distintas dolencias, también salieron diagnosticados con asma y el 83% con bronquitis crónica o aguda. La situación del sistema sanitario en República Dominicana es crítica. A pesar de que el 70 por ciento de los dominicanos está afiliada según el régimen correspondiente existe un sistema de copago. El elevado coste de los servicios de salud y el alto precio del copago incrementan el gasto de bolsillo en más de un 49 por ciento. A esto hay que sumar la falta de equipos y medicamentos en los hospitales. Durante el año 2017 el gobierno dominicano intervino simultáneamente 70 hospitales en todo el país llevando el sistema al borde del abismo.

El dispensario médico San Agustín abrió sus puertas hace más de dos décadas para aliviar el dolor de los haineros. Al frente están los agustinos recoletos, una orden nacida en España a finales del siglo XVI. En 1927 llegaron a República Dominicana y en la actualidad son los responsables de una de las parroquias más grandes del país con una población estimada de 180.000 habitantes.

El padre Cruz es un navarro nacido hace 73 años en Vidaurreta. Es el párroco de Bajos de Haina, el responsable de la pastoral social de la diócesis de Baní y el director del Dispensario Médico San Agustín. Cruz lleva toda su vida entregado al pueblo dominicano y comprometido con la provincia de San Cristóbal, especialmente con los que menos tienen. Llegó en 1985 y no entiende la fe sin la dimensión social. En el centro de salud se atienden cada año una media de 30.000 personas. El equipo de profesionales está formado por 27 trabajadores entre los que hay algunos especialistas médicos que brindan sus servicios gratuitamente un día a la semana. Todos los meses la parroquia destina 20.000 pesos dominicanos, algo más de 300 euros, para sufragar el pago de los medicamentos a las familias más pobres.

Los niños, las madres adolescentes, las mujeres explotadas sexualmente, los enfermos, las personas con discapacidad, los presos, los ancianos, los que sufren, los pobres, los descartes, los últimos… son los preferidos de Dios: los bienaventurados: los destinatarios del mensaje sanador de Jesús.

También en los Bajos de Haina.