De Orihuela al Caribe
En la ciudad colonial de Santo Domingo se pueden visitar la primera catedral y el primer castillo de América. Esta zona fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La capital de República Dominicana, con casi dos millones y medio de habitantes, es la ciudad más poblada del Caribe. Hasta aquí llegaron en 1949 las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo: las Carmelitas de Orihuela.
En 1891 la madre Elisea Oliver Molina fundaba la congregación en Caudete, provincia de Albacete y diócesis de Orihuela. Desde entonces las Carmelitas no han dejado de crecer siguiendo el deseo de su fundadora, que repetía: “Lleguemos nosotras allí donde otros no pueden llegar”. Hoy las hermanas están presentes en once países de Europa, África, Asia y América. Su carisma, según la Regla del Carmelo, se fundamenta en la contemplación y se expresa en la oración, la fraternidad y el servicio a los más pobres.
Hace dos años que las Carmelitas abrieron en Santo Domingo una casa para el descanso y la atención de las hermanas mayores. La comunidad está dedicada a Santa María del Monte Carmelo y la forman ocho religiosas. La más joven tiene 78 años y la más veterana acaba de cumplir 87. Las actividades apostólicas de las carmelitas son muy variadas. En sus constituciones mencionan expresamente la asistencia a enfermos, ancianos y pobres; pero también hacen hincapié en la formación integral de niños y jóvenes.
Colegio
El Liceo Escuela Nuestra Señora del Carmen abrió sus puertas en 1961. Es gratuito, como todos los colegios públicos del país, aunque en este caso la gestión y dirección corre a cargo de las Carmelitas de Orihuela. La hermana Susana es la responsable del nivel básico. Tiene a su cargo 19 profesores y los 241 alumnos más pequeños, los que van desde los cinco a los diez años. Pero las religiosas no se limitan únicamente a la parte académica. El colegio de las carmelitas tiene un merecido prestigio en la capital dominicana. Se trata de uno de los centros educativos que presta mayor número de servicios a los alumnos y sus familias. Está ubicado en el centro y destaca por su seriedad. En República Dominicana las escuelas públicas tienen fama de suspender las clases con cualquier excusa, sin embargo, en El Carmen es muy difícil que los profesores falten a su cita con los alumnos. El compromiso del equipo docente y la cultura del trabajo forman parte de la idiosincrasia carmelitana. Este año la comunidad educativa está formada por 600 alumnos y 45 profesores. Las familias que lo desean también participan una vez al mes en la escuela de padres. Educar a los niños era uno de los grandes deseos de la Madre Elisea, fundadora de las Carmelitas de Orihuela. En República Dominicana lo han hecho realidad y han ido más allá.
Residencia universitaria
La Universidad Autónoma de Santo Domingo está a ocho manzanas de aquí. Las 26 jóvenes acogidas en la residencia van caminando a clase. Estudian carreras muy diferentes, pero al vivir bajo el mismo techo comparten las mismas inquietudes. Las universitarias acogidas por la comunidad de carmelitas colaboran pagando una mensualidad de 3.500 pesos al mes, unos 60 euros al cambio. Una cantidad que no cubre los gastos, pero que sirve para poder prestar el servicio a estas jóvenes del interior sin que quiebre la economía de las religiosas. La residencia universitaria se enmarca dentro de la fidelidad al carisma de la Madre Elisea que no es otro que el de hacer de modo extraordinario, las cosas ordinarias.
Los Barracones
Ell barrio de Los Barracones, en la ciudad de Baní, provincia de Peravia, está a una hora de la capital. Aquí llegaron las carmelitas un año después del huracán David, en 1980, para ayudar a los que se quedaron sin nada. Lo primero que construyeron fue la escuela para atender a los más pequeños. Enseguida pusieron en marcha el dispensario. Poco después arrancaron los talleres para los jóvenes y las mujeres. Los Barracones sigue siendo un barrio complicado y muy pobre. Pero las hermanas tienen muy clara su misión. La comunidad está formada por cinco religiosas y una aspirante. Entre las seis atienden dos centros de formación para adultos, una escuela, un dispensario médico y la parroquia. Viven en el barrio y se desviven por su gente.
Talleres
El Maní es una de las zonas más complicadas dentro del ya de por sí difícil barrio de Los Barracones. Es un sector en el que no hay parques infantiles, ni plazas, ni jardines para pasear. Tampoco tienen teatros, ni cines, ni centros culturales, cívicos o sociales. En El Maní sólo hay bares, alguna tiendecita y mucha desconfianza. Los vecinos son de aluvión. No se conocen entre ellos. Tampoco tienen espacios donde encontrarse porque las calles no son seguras. Las hermanas salen cada día de casa y acuden a su lugar de trabajo caminando. Todo está muy cerca en Los Barracones, al norte de Baní. “Los talleres” son, en realidad, un Instituto de Formación Técnico Profesional. Son gratuitos y funcionan desde 1984. Los cursos tienen una duración de diez meses y, aunque la titulación es oficial y la preparación está acreditada, el centro cumple una función social muy importante. Es un punto de encuentro. Especialmente para las mujeres.
Dispensario
Las consultas son casi gratuitas. Los pacientes colaboran con cinco o diez pesos; al cambio, menos de veinte céntimos de euro. Es una aportación testimonial. Cada día se atienden unas cien personas en el dispensario. En total hay 47 profesionales sanitarios que, por turnos, atienden casi todas las especialidades médicas. Se trata de una pequeña clínica de alta calidad para los que nada tienen. La hermana Carmen necesita ayuda externa para continuar atendiendo a los más pobres.