Seis Hermanas - Carolina: una vida de mentiras, locura y muerte
- Esta semana nos ha tocado decir adios a otro de los grandes personajes de Seis Hermanas. Como homenaje, os dejamos con todos los detalles y momentos más destacados de la vida de Carolina.
La historia de Carolina no tiene desperdicio alguno. Digna de la más intensa de las novelas, su personaje ha pasado por todo tipo de estados. Son muchísimos los matices que la forman, y es que no se trata de una “mala” al uso.
El debate está servido: ¿es mala, buena, o su carácter ha sido definido por las singulares circunstancias que le ha tocado vivir?
El abandono marcó su existencia
Carolina estaba felizmente casada con Germán, o eso creía ella, hasta que Adela apareció en la vida de su marido. Nada más conocerla, Germán no pudo evitar quedarse prendado de la mayor de las Silva y luchó por su amor sin apenas importarle el qué dirán.
Pero empecemos por el principio. Su infancia tampoco fue precisamente un camino de rosas. Carmelita (su nombre real), había sido abandonada por su madre casi al nacer y ni siquiera conocía a su padre biológico. Su tía tomó la responsabilidad de su crianza, pero más tarde, terminaría desplazándola por sus verdaderas hijas.
Durante su adolescencia, Carolina ya sabía que Rosalía era su progenitora y todos los miércoles se acercaba a ver como cuidaba a las hermanas Silva, como no lo había hecho con ella. De este modo, empezó a gestarse su odio hacia las Silva.
Después conoció a Germán. Él le hizo olvidar, momentáneamente, todas sus desgracias. Pero el destino le interpuso un nuevo obstáculo: la incapacidad de concebir hijos de forma natural. Y por temor a un nuevo abandono, fingió su propio embarazo.
De repente, aparece en escena Marianela, la verdadera madre del pequeño Germán. Y Carolina decide quitársela de en medio antes de que se destape su gran red de mentiras. Una vez más, el dicho de “se coge antes a un mentiroso que a un cojo”, se hace realidad y acaba entre rejas.
Posteriormente es encerrada en un psiquiátrico. A su salida, se marca un nuevo objetivo: hacer sufrir, cueste lo que cueste, a la mujer de Germán: Adela, a quien culpa de todos sus males.
De nuevo, sale a relucir un excéntrico comportamiento que roza la locura y que acabará una vez más, por delatarla.
Todavía le quedan algunas cartas por jugar. El bueno de Bernardo se convierte en una más de sus víctimas. Lo manipula hasta tal punto, que consigue ponerlo en contra de Germán y hasta que le pida matrimonio.
Aunque Carolina ha pecado muchas veces de loca, de tonta no tiene un pelo. Lo demuestra, al ser ella quién descubre toda la verdad sobre Marina. Hecho que la llevará a la tumba.