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Viaje a la Alcarria con Santa Teresa

Viaje a la Alcarria con Santa Teresa NOTICIA
PdD / Julián del Olmo

En la primavera de 1569 Santa Teresa de Jesús viajó a la Alcarria invitada por Ana de la Cerda, Princesa de Éboli. Teresa y Ana, dos singulares mujeres de la historia de España que se encontraron en Pastrana. Entre ellas hubo sus más y sus menos. Pastrana es un pueblo con mucha historia a sus espaldas. Su época de mayor esplendor fue a partir del siglo XV cuando se convirtió en villa ducal. Los primeros duques de Pastrana fueron Ruy Gómez de Silva, secretario personal del rey Felipe II, y su esposa Ana de la Cerda, la famosa Princesa de Éboli. Los duques dieron señorío y riqueza a este bello rincón de la Alcarria baja, en la provincia de Guadalajara, declarado Conjunto Histórico Artístico. Pastrana ronda los mil habitantes que viven del turismo, la apicultura y las pensiones de jubilación. Es una ciudad medieval que ha sobrevivido al tiempo y a las nuevas construcciones. Sus casas señoriales nos retrotraen a los siglos XVI y XVII, cuando tuvo una floreciente industria de la seda trabajada por los almorávides que los Duques trajeron a la villa.

Santa Teresa, la reformadora del Carmelo, estaba de moda y la Princesa de Éboli quería que viniera a fundar a Pastrana. La Santa accedió, aunque de mala gana porque no se fiaba de la temperamental y caprichosa Princesa. En 1569, Teresa de Jesús vino, desde Toledo, con otras dos monjas. En los tres meses que estuvo en la villa fundó dos conventos. El de San José para mujeres y el de San Pedro para hombres.

Al morir su marido, a la Princesa le dio el arrebato de hacerse monja. Al enterarse Sor Isabel, la priora de San José, que quería ingresar en el convento exclamó: “¡¿La Princesa monja?! Ya doy la casa por deshecha”. Y así fue. La Princesa estuvo seis meses en el convento llevando una vida poco edificante. Como tras su salida seguía incordiando a las monjas, Santa Teresa regresó para llevarse, en secreto, a la comunidad a Segovia, con el consiguiente enfado de la Princesa.Como la iglesia de la villa no estaba a la altura de las circunstancias, los duques la ampliaron y embellecieron hasta convertirla en Colegiata. La colegiata era una especie de catedral local con 38 canónigos, y con cripta para enterramientos de la familia ducal. Nada mejor para un noble de la época que ser enterrado en la iglesia para estar más lo más cerca posible del cielo. En la cripta están enterrados la Princesa de Éboli y su esposo. Acompañamos a los alumnos de primer curso de la ESO del colegio “Fernández de Moratín” de Pastrana en su visita a la colegiata. Muchos no la conocen porque son de otros pueblos de la comarca. La visita tiene dos momento fuertes: la reliquia de la Santa y el Museo de Tapices.

En realidad toda la colegiata es un museo que ha merecido la declaración de Bien de Interés Cultural. El Museo Parroquial de Tapices es la joya de la corona. La colección de tapices flamencos es una obra maestra realizada en Holanda a finales del siglo XV. Estos tapices son únicos en el mundo por la calidad de su textura y su historicidad ya que representan las conquistas de las plazas del norte de África por las tropas de Alfonso V de Portugal. A las afueras de la villa, en un altozano sobre el valle del Arlés, está el “Convento del Carmen” que hasta la Desamortización de Mendizábal, en 1836, fue de los Carmelitas Descalzos.El humilde convento primitivo fundado por Santa Teresa no tiene nada que ver con el majestuoso edificio actual construido en el siglo XVII. En 1855 los franciscanos convirtieron “El Carmen” en seminario para misioneros con destino a Filipinas. Mas tarde fue instituto y ahora es una hospedería. Detrás del edificio están los restos del convento de San Pedro fundado por Santa Teresa y en el que San Juan de la Cruz estuvo seis meses ejerciendo de maestro de novicios. El pequeño convento estaba adosado a la ermita que todavía se conserva. la iglesia del Convento del Carmen” convertida en Museo del V Centenario de Santa Teresa. La joya del museo es el “Cristo de la Verdad”, esculpida por Gregorio Fernándezen el siglo XVII.

Salimos de Pastrana por la Vega del Arlés hasta encontrarnos con el río Tajo donde está la extinta central nuclear “José Cabrera”, primera de este tipo que se construyó en España. Visitaremos los pueblos ribereños de Almonacid, Albalate y Zorita de los Canes. Nuestro guía será el párroco de estos tres pueblos. A tiro de piedra de Zorita está la Recópolis, la ciudad que, en el siglo VI, mandó edificar el rey Leovigildo en honor de su hijo Recaredo. Recaredo abdicó del arrianismo y se convirtió al catolicismo, religión que declaró oficial del reino visigodo que tenía su capital en Toledo. De la primitiva iglesia visigótica apenas quedan restos. Lo que ahora se ve son vestigios de templos posteriores. Las excavaciones han descubierto las ruinas de una ciudad que estuvo habitada más de 200 años.