Costa de Marfil: misión de puertas abiertas
Más del 25 por ciento de la población en Costa de Marfil está formada por inmigrantes. Su tasa de inmigración es el doble que la de España y recibe hasta cuatro veces más inmigrantes que Francia. La violencia que se desató en noviembre de 2010, tras las elecciones presidenciales, provocaron el desplazamiento interno de un millón de personas. El barrio de Gonzagueville, a cinco minutos del aeropuerto, fue uno de los lugares de destino tras el conflicto. Después de la última guerra su población se duplicó con la llegada de los desplazados. Los Carmelitas Descalzos han visto cómo el barrio pasaba de 5.000 a 10.000 vecinos en sólo unos meses. Aquí la población de extranjeros es aún mayor que en el resto del país. En Gonzagueville la tasa de inmigrantes supera el treinta por ciento.
Parroquia
Los Carmelitas Descalzos llegaron a Costa de Marfil con el siglo XXI. Se hicieron cargo de la parroquia en Gonzagueville y comenzaron a dar respuesta a las necesidades del barrio. En esta populosa barriada no hay centro comercial con aire acondicionado donde ir a tomar el fresco. Los mayores aprovechan el ambiente sombrío de la parroquia para venir a descansar. Es muy común ver a gente que entra a rezar, a descansar, a conversar con algún amigo. Se trata de un punto de encuentro, de un oasis de paz en mitad del ajetreo que siempre va unido a la pobreza. Todo el mundo es bienvenido, hay sitio para todos.
Hasta hace unos años aquí vivía la comunidad de carmelitas descalzos. Hoy, el lugar donde estaban sus habitaciones, el comedor y la biblioteca están ocupadas por un centro de salud parroquial. Desde el año 2002 un grupo de profesionales sanitarios vela por la salud de los más pobres. La iglesia de Gonzagueville no sólo se ocupa de la salud del alma.
Biblionet
Otra de las dependencias de la comunidad está ahora al servicio de los jóvenes del barrio. En 2008 los carmelitas descalzos vieron que internet se había convertido en una necesidad. Los estudiantes acudían a los cíber que iban surgiendo en el barrio para ampliar conocimientos y conectarse al mundo. Gracias a la generosidad de los frailes y al empeño de los laicos, consiguieron 12 terminales con conexión a la red.
Además, la biblionet se completa con otra sala en la que han instalado algunos viejos ordenadores llegados de España para que los jóvenes puedan hacer sus trabajos.
Escuela
En Gonzagueville no hay suficientes escuelas para todos los niños y jóvenes del barrio. Ante esta necesidad, los Carmelitas Descalzos decidieron dar una respuesta a las madres que no podían seguir trabajando porque tenían que cuidar de sus niños. Y en 2004 abrió sus puertas la Escuela Infantil “Santa Teresita” en los antiguos salones parroquiales. Como la iglesia, también tiene sus puertas abiertas a todo el barrio.
En Gonzagueville todos conocen esta escuela maternal por su calidad. Tienen tres aulas atendidas por seis educadoras. Siempre hay dos profesoras en cada clase. En total son 120 niños de entre tres y cinco años distribuidos en tres aulas. La ayuda de la ong de la Iglesia española, Manos Unidas, ha sido muy importante para mejorar las instalaciones. Alumnos, padres y profesoras, forman parte activa de un proyecto educativo que no excluye a nadie. Tres años después, en 2007, pusieron en marcha la escuela de Primaria con los primeros niños que salían de la maternal. Hoy estudian aquí 632 niños y niñas de Gonzagueville.
Es una escuela católica única en Costa de Marfil. Sus 19 profesores son del barrio. La diócesis ni los nombra ni les paga. Los Carmelitas Descalzos son los únicos responsables.
SICAR
Pero el barrio tiene otras muchas necesidades. Los misioneros, desde su llegada, quisieron ponerse del lado de los que peor lo pasaban, de los que lo tenían más difícil. Y se encontraron con una realidad muy dura: mujeres que eran rechazadas por sus familias, expulsadas de sus casas y abandonadas a su suerte. Mujeres que sufrían una enfermedad que en occidente está aceptada y cronificada. Mujeres que en África sufren el doble por haber contraído el VIH. A los dolores del cuerpo, aquí hay que sumar los del alma. La mayoría de los africanos sigue considerando el SIDA como una maldición, como un castigo, como una enfermedad estrechamente ligada a las malas artes de la brujería. El centro SICAR abrió sus puertas en julio de 2010. Hasta ahora han pasado por este centro de acogida 14 mujeres. Actualmente viven aquí otras once. Los medicamentos para frenar el VIH son gratuitos en Costa de Marfil. Con ellos se consiguen frenar los dolores del cuerpo. Para curar las heridas del alma es para lo que los misioneros han abierto esta casa. Aquí vienen a comer y a dormir. Algunas, cuando mejoran, empiezan a trabajar fuera. Las educadoras de SICAR acompañan las 24 horas del día a estas mujeres. Sin embargo, el trabajo más importante, es el que realizan cuando visitan a las familias que han rechazado a las enfermas.