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Eduardo Arroyo, afrancesado y apasionado de España

  • Su pintura se forja en el París de los años sesenta dentro de la denominada figuración narrativa alejada de la abstracción dominante
  • Polemista y apasionado, su cuadros muestran, con ironía y colorido, la gran historia y las anécdotas de la pequeña historia

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Las cuñas de RNE - Eduardo Arroyo, afrancesado y apasionado de España

El 14 de octubre de 2018 fallecía en Madrid, a los 81 años, el pintor Eduardo Arroyo, quizá el artista español más internacional de su generación. Un hombre que quiso ser escritor y terminó cayendo en los brazos de la pintura, aunque hizo otras muchas cosas en el mundo del arte: escultura, cerámica, ilustración, escenografía…y, además, escribió libros. Decía que necesitaba escapar a veces de la pintura para poder volver a ella luego con más fuerza.

Arroyo nació en 1937 en un Madrid en guerra, en el seno de una familia burguesa. Siempre manifestó una gran habilidad para el dibujo y era muy aficionado a la lectura, pero fue un estudiante díscolo y acabó expulsado del Liceo Francés. Su vocación, entonces, era la escritura e ingresó en la Escuela de Periodismo pensando que era la vía más directa para dedicarse a la literatura.

Agobiado por la España gris de los años cincuenta, Arroyo se marcha a París en 1958, donde su vida dio un giro. Empezó a ganarse la vida haciendo dibujos y retratos que vendía en bares y cafés; se integra con un grupo de pintores que exponían en el Salón de la Joven Pintura y, poco a poco, se fue dando a conocer. Aunque las corrientes artísticas apuntaban a la abstracción, su obra se enmarca en la figuración narrativa; se ocupa de la historia con mayúsculas y también de la anécdota, de la pequeña historia, tratada en clave irónica y con gran colorido.

En el París de los años sesenta desarrolló su faceta política; así lo expresa en cuadros como la serie de los cuatros dictadores o La mujer del minero Pérez Martínez; participa en la revolución de mayo del 68 y expresa su rechazo al franquismo, pero él no se considera un exiliado. También viajó a menudo a Italia donde sus cuadros se vendían con más facilidad; vivió seis meses en Milán y se relacionó con intelectuales próximos al PCI.

En 1973 fue detenido en España, acusado de pintar cuadros caricaturizando al régimen. Fue expulsado a Francia y no recuperó el pasaporte hasta 1977. A principios de los ochenta decide regresar a España donde, poco a poco, se va integrando, pero no será hasta 1988 cuando el Museo Reina Sofía presentó su primera retrospectiva en España.

Sus pasiones alcanzaban al boxeo y a los toros, expresiones violentas, pero donde reconocía un código de nobleza y de lucha del ser humano. Y los libros; Arroyo publicó una biografía del boxeador Panamá Al Brown, un dandy del cuadrilátero que murió olvidado en Nueva York a causa de los excesos en 1951; también Sardinas en aceiteEl Trío Calaveras o Minuta de un testamento, en todos ellos mostraba su carácter polemista y apasionado.

Documentos RNE recorre la figura de Eduardo Arroyo, un apasionado de España que siempre sintió una gran admiración por la cultura francesa, de la mano de Modesta Cruz. A comprender mejor su figura nos ayudarán sus amigos, el editor Alberto Anaut y el crítico Fernando Castro Flórez. También se muestran los testimonios de su colaboradora Fabienne di Rocco y de su esposa,  Isabel de Azcárate.

Documentos RNE se emite los viernes, de 23 a 24 horas, por Radio Nacional.