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Mi adiós a Robin Gibb, el "trémolo" del pop

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No puedo hablar de Robin Gibb -o de los Bee Gees- como crítico porque no lo soy. No soy tal vez el más indicado para hablar públicamente de una persona sobre la que no puedo ser objetivo. Pero sí puedo, y quiero, hablar como seguidor de un grupo que, a lo largo de toda mi vida, me ha comunicado más emociones que ningún otro, y más especialmente ahora, que el segundo de sus tres excomponentes acaba de fallecer.

Se nos ha ido el “trémolo” del pop, la voz fina y aguda que acentuaba el punto de emoción en muchas de las canciones, la voz que, junto a las de sus dos hermanos formaba el ramillete sonoro de sus melodías inconfundibles.

Toda una vida con los Bee Gees

Aún recuerdo aquellos discos que nos traía nuestro amigo Raymond, tristemente fallecido también, desde Londres a Las Palmas, y nos encerrábamos en su cuarto un grupo de amigos de 14/15 años a escuchar con devoción y a intentar imitar las armonías típicas de los hermanos.

Cómo no recordar también las discusiones entre nosotros a la hora de buscar al culpable cuando se separaron tras el lanzamiento de Odessa; simplemente fue un problema de egos entre los hermanos.

En fin, se me pone un nudo en la garganta cuando pienso en cuántos grandes artistas nos han ido dejando en estos años.

Una leyenda entrañable

Robin, hermano gemelo del otro fallecido, Maurice, y Barry Gibb, el mayor y más prolífico de los tres, supieron adaptarse a las diferentes tendencias a lo largo de décadas, y compusieron y cantaron temas claramente pop, country, soul, rhythm &blues e incluso de música clásica, como en el álbum Odessa.

Se nos ha ido una de las leyendas más entrañables de la música pop. ¡Larga vida a Robin! ¡Larga vida a The Bee Gees! ¡Descanse en paz!

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