¿Qué pasa con los niños en internet? Censura y mercantilización del público infantil
- Problemáticas a nivel digital como el ciberacoso o la difusión de información dañina han de ser perseguidas, pero la extrema limitación de un espacio “para todos” que termina siendo “para nadie” no es la solución
¿Es que acaso nadie piensa en los niños? La respuesta corta a la icónica pregunta de Helen Lovejoy podría ser “No”. Si se deseara una conclusión más detallada, se podrían especificar varios perfiles concretos de personas que no piensan en el bienestar de los niños a pesar de tener un impacto progresivamente creciente en sus vidas. Uno de estos perfiles sería el de Mark Zuckerberg. Desde luego, uno de los mayores diseñadores de espacios digitales del mundo no tendría por qué centrarse en la seguridad de dichos espacios, así como su accesibilidad o ética interna, pero estaría bien que lo hiciese, aunque solo sea de vez en cuando.
¿QUÉ son las redes sociales?
Las redes sociales son un elemento troncal de la vida de cualquier persona que haya nacido a principios del siglo XXI o a finales del XX, y pueden describirse rápidamente como lugares de esparcimiento y ocio donde ejercer las funciones sociales de la vida de cualquier individuo, solo que en el plano digital. Pero si estás leyendo esto ya sabes perfectamente a lo que me refiero. Sabes que existe una variedad amplia y creciente de redes sociales, cada una ajustada en mayor o menor medida a un público o rango de edad. Desde Messenger a Facebook, pasando por la era pleistocénica, llegamos a Tuenti, Tumblr, Myspace, Metroflog, el renacimiento creativo de las ansias de una generación entera por empezar a trasladar sus vivencias físicas a un plano digital. Todos los eventos se vuelven fotografiables, todos los comentarios son públicos, y la raza humana conoce por primera vez al contador de seguidores o “amigos” y al contador de “me gusta”. Pero todo esto también lo sabes.
Twitter, Snapchat, Reddit, BeReal, PoopMap, Truth Social… el listado de redes sociales más o menos de nicho es interminable llegados a 2022. Cualquier persona tiene permitido monitorizar sus acciones al milímetro con un fin que no está del todo claro:
¿Para QUÉ sirven las redes sociales?
Al ser concebidas como espacios para el ocio, las redes sociales tienen la misma utilidad práctica que un parque infantil o un banco de la calle: estar con la gente. Sin embargo, si esto fuera cierto, nadie podría sacar provecho de ellas, como es el caso de los influencers o “creadores de contenido”, dos oficios nuevos y a la vez enormemente deseados por un sector cada vez más amplio de la población. La alargada sombra del capitalismo se extiende más allá de las relaciones interpersonales, habiendo llegado ya hace años a un punto en el que cualquier interacción humana tiene una lectura transaccional para mucha gente.
Esto le otorga al entorno de las redes sociales una finalidad que para nada es nueva en nuestra sociedad. Por supuesto que una persona puede relacionarse en un banco o en un parque, pero también puede hacerlo en un bar, en un club de golf, en una clase de bailes de salón. Generaciones anteriores a la nuestra también han situado el ocio en un marco transaccional, solo que en estos casos se aplicaba una restricción que se está perdiendo con el paso del tiempo: la edad.
Siempre se ha intentado mantener al público infantil al margen de la mentalidad mercantil de las relaciones, no por una cuestión moral o ética, sino principalmente porque en el mundo real un niño no tiene cabida real en estos entornos: no tienen dinero. Era de esperar que, tan pronto como internet descubriera que cualquier usuario tiene un valor a explotar desde el punto de vista financiero, se abrieran sus puertas para el MÁXIMO número de usuarios, sin ningún tipo de restricciones.
¿Para QUIÉN son las redes sociales?
Para todos. PARA TODOS. Finalmente terminamos de circunnavegar el tema principal de este artículo y llegamos a ver de lejos la conclusión. A cualquier red social le beneficia maximizar su rango de usuarios a toda costa, maximizar las impresiones de la publicidad que muestre, la promoción de las publicaciones, el impacto en general de su marca. Ya no estamos hablando de un banco donde sentarte a hablar con tus amigos, ni siquiera de un bar o un club de golf, estamos hablando de una MARCA PARA LA QUE TRABAJAS.
Con la premisa de lograr relevancia digital y alcanzar un nivel de viralidad o influencia, las redes sociales se han convertido en canteras de mano de obra gratuita que mueven a las masas de un lugar a otro de internet; además de contar con los medios para poner al usuario en directa conexión con un producto que pueda comprar (ya no se puede ser más literal).
Y ahora de verdad: ¿qué pasa con los niños? Habiendo puesto sobre la mesa la naturaleza transaccional y el fin corporativo de estos espacios, es casi imposible pensar que puedan ser una influencia favorable para el desarrollo de un niño. Y, en mi opinión, no lo son. No diré que la culpa sea de los padres o tutores que exponen a los chavales a internet, eso es vago y reduccionista. La culpa es de internet. La culpa es de un sistema estructural enorme que ha reducido todo lo que existe a un único fin: la maximización de capital.
Las redes sociales han de ser PARA TODOS, y por supuesto que se “cuida” la posible influencia negativa en los niños, mediante un método que ha dado resultados satisfactorios casi siempre en el pasado: la censura. En lugar de crear un espacio independiente para cada demográfica, las grandes compañías optan por establecer lo que se denomina “contenido inapropiado” y a continuación perseguir a los creadores que lo publican. Las directrices que determinan lo que es o no “inapropiado” varían de una red social a otra, pero hay una cosa que se mantiene: la circunvalación de estas normas.
Que se suspenda a las cuentas que hablan de “sexo” solo hace que el resto de cuentas hablen de “s3x0”, lo cual es normal (no inapropiado) o incluso recomendable en un entorno destinado a la población adolescente, por ejemplo. El camino a la seguridad está en la creación de espacios apropiados para las necesidades de cada audiencia, no en la extrema limitación de un espacio “para todos” que termina siendo “para nadie” únicamente porque es conveniente que muchos usuarios coexistan en una misma red.
¿Acaso no existe contenido inapropiado?
Por supuesto que sí. Desde el principio, internet ha sido un pudridero de toxicidad donde mucha gente ha circulado sin la vigilancia necesaria y ha causado mucho daño a personas inocentes. Evidentemente, problemas como el ciberacoso, la difusión de información falsa o dañina y muchas otras problemáticas que se desarrollan a nivel digital han de ser perseguidas pero, una vez más, no creo que la censura sea el camino.
Internet no deja de ser un reflejo y una consecuencia del mundo real, por ende, los problemas que existen en él son a menudo problemas que radican fuera del mismo. Por poner un ejemplo, es probable que una educación sexual diversa y clara impartida a la mayor parte de la población posible redujera las problemáticas de tipo sexual que se dan online, del mismo modo en que se reducirían en el plano físico. Repetir los patrones relacionales del capitalismo en los entornos virtuales únicamente abre la puerta a nuevos problemas sin solucionar ninguno de los viejos. Hasta que no dejemos de ver internet como un negocio, no podrá ser un lugar apropiado para ciertas audiencias.
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DANELICIOUSTM se dedica a crear contenido principalmente relacionado con la propia creación de contenido, la vida en redes sociales y las dinámicas que se desarrollan a diario en el plano digital.