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Robert De Niro, y su enigma, en Cannes: "Tengo miedo de la muerte, pero no tengo opción"

  • El lacónico actor, ganador de la Palma de Honor, comparte en el festival reflexiones sobre su oficio
Robert De Niro, en el Festival de Cannes.
Robert De Niro, en el Festival de Cannes. Miguel MEDINA / AFP
ESTEBAN RAMÓN (Cannes)

Cuando Robert De Niro murió, su hijo, Robert De Niro, quiso conservarlo todo. El actor preservó el estudio de pintura de su padre tal y como estaba el día de su muerte: cada pincel, cada cuadro e incluso las colillas de los cigarros permanecieron intactos porque, explica el hijo, su padre fue una persona “comprometida completamente con el arte desde niño” y quería que sus nietos tuvieran acceso a contemplarlo.

La alargada sombra paterna ha marcado también el encuentro del ganador de la Palma de Honor en Cannes con la prensa, convertida casi en un diván psicológico, si bien el paciente no tenía ganas de abrirse. De Niro ha hecho gala de su fama de parco, que ayer Leonardo DiCaprio describió como “alguien que no dice hola, pero que cada palabra que dice cuenta”. Como botón de muestra, la única definición que le brota de sí mismo es “me gusta levantarme temprano”.

La carrera de De Niro también jalona la historia de Cannes. En 1974 impactó como promesa en Malas Calles. En 1976 llegó el boom con la Palma de Oro a Taxi Driver, película que disgustaba al presidente del jurado, Tennessee Williams, pero que arrebató al resto. Inauguró el festival en 1984 con El rey de la comedia y en 1984, la monumental Érase una vez en América se presentó en su versión íntegra. En 1986 otra cinta suya, La misión, ganó otra vez la Palma de Oro. Y en 2011 presidió el jurado que acertó otorgando el máximo galardón a El árbol de la vida.

En el encuentro, el artista, fotógrafo y cineasta francés JR, que está filmando un documental sobre el De Niro privado, trató en vano que el actor se abriese a hablar de sus padres ante las mil personas que copaban la sala Debussy del Palacio de Festivales. Pero De Niro solo se ha soltado cuando la conversación ha virado hacia su oficio y la política.

“Es hacerse mayor, no el cine, lo que me ha hecho encontrar mi identidad”

“La primera película que me hizo querer ser actor fue Esplendor en la hierba, cuando tenía 18 años”, ha recordado. “Antes ya había visto muchas películas, westerns como Raíces profundas, y ese cine de los 50 y 60. Pero la primera que vi en un cine, con mis padres, fue La bella y la bestia, de Jean Cocteau, fue una experiencia diferente”.

Como uno de los grandes exponentes de la segunda camada del método y del Actors Studio, no sorprende que de niño se fijase “en Marlon Brando, Montgomery Clift o James Dean. Además de otros, como Laurence Olivier”.

¿El cine le ha ayudado a encontrar su identidad? “Es más bien crecer y hacerse mayor, experimentar la vida, lo que te forma una identidad. Hay cosas que no sé ahora que sabía antes y hay cosa que sé ahora que no sabía antes. Se aprende con experiencia, en mi caso, observando a la gente”.

Y, desde la suma de sus 81 años, deja un temor y un consejo: “Tengo miedo a la muerte, pero no tengo opción. No puedes no tener miedo en muchos sentidos de la muerte. Tienes que tomar la vida como llega, lo bueno y lo malo, cuanto menos malo, mejor”.

“El poder político y económico no quiere que la gente decida colectivamente”

En Francia están encantados con la invocación del liberté, égalité, fraternité que De Niro pronunció Palma de Honor en mano. Siempre elocuente en lo político, abiertamente progresista y demócrata, también mostró optimismo en la lucha: “La gente sabe lo que está bien y la gente que no hace lo correcto sabe que no hace lo correcto. Es como cuando sumerges algo bajo el agua que al final emerge. Y la superficie para mí es la claridad y la justicia. Hay dictaduras o autocracias donde hay voluntad de controlar a los demás, pero la gente tiene que tener el derecho de tomar decisiones colectivamente. Pero mucha gente, sobre todo el poder político y económico, no piensa así”.

Volviendo a su propia pulsión conservadora, él mismo guarda desde años vestuarios y objetos de los personajes que interpreta. “Hace años me di cuenta de que todo se dispersaba o se lo llevaba cualquiera como souvenir. Así que comencé a guardarlo, para la posteridad por decir algo, y empecé a tener tantas cosas que al final necesitamos la ayuda de la Universidad de Texas, que lo está custodiando”. Quizá algún estudioso del futuro puede resolver entre los objetos el enigma De Niro.