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Cuando Hollywood convirtió a Madrid y Almería en el oeste americano

  • Carlos Aguilar publica el libro American Western en España, un repaso a ese cine de los 60 y 70
  • Yul Bryner, Raquel Welch, Kirk Douglas, Burt Lancaster o Robert Mitchum rodaron películas aquí
Siete hombres vestidos con atuendos del oeste caminan en fila.  Imagen de una película ambientada en un paisaje desértico.
'El regreso de los siete magníficos' (1966) se rodó en Madrid

Hubo un tiempo en el que Los Siete Magníficos cabalgaron por la sierra de Madrid y Alicante a las órdenes de Yul Brynner; en el que Chato, el guerrero apache interpretado por Charles Bronson, hacía de las suyas en el desierto de Almería; y en el que Raquel Welch (Ana Coulder) buscaba venganza, también en Almería (mientras veíamos a Paco de Lucía tocar la guitarra). Y es que hubo un tiempo en el que Almería, la sierra de Madrid y otras localidades españolas se convirtieron para Hollywood en el oeste americano. Un tiempo que el periodista y crítico cinematográfico Carlos Aguilar (Cine de terror 1950-1959. De entre los muertos) repasa exhaustivamente en el sorprendente libro American Western en España (Desfiladero ediciones).

"Los años dorados de este fenómeno forman un decenio, que es el comprendido entre 1965 y 1975 -nos explica Carlos-. Pero en 1958 se rodó la primera película americana del género en España y en 1999 la última hasta la fecha. Los americanos comenzaron a rodar aquí porque salía más barato y el paisaje respondía, amén de que España ya contaba entonces con técnicos e intérpretes muy cualificados. Pero a partir de esta, digamos, picardía, advirtieron que nuestro país aportaba una particularidad visual muy interesante para el Western, de ahí que siguieran rodando en España aunque los precios, de todo, fuesen subiendo. Valía la pena, la película adquiría un carácter especial".

Un tiempo en el que se rodaron decenas de westerns norteamericanos, que terminarían derivando en el Spaghetti Western y el Paella Western, que tanto apasionan a Tarantino. Aunque para Carlos, eso es otra historia: "Me apetecía concretar el ensayo en ese aspecto, al posibilitar un texto lo suficientemente largo y propio: las películas, los rodajes, el contexto sociopolítico, las anécdotas… el período de los americanos haciendo westerns en España me ha apasionado desde siempre, además he tenido la suerte de charlar con no pocos profesionales que participaron en el fenómeno, desde españoles como el decorador Gil Parrondo, el ayudante Julio Sempere, el figurinista Tony Pueo y el actor Fernando Rey, a extranjeros como los actores Ernest Borgnine, Herbert Lom y Dan Van Husen, amén del director Eugenio Martín, que fue muy amigo mío, y sobre el cual escribí un libro, junto con mi mujer, Anita Haas. Hablar con ellos de este fenómeno, a lo largo de los años, acrecentó más y más mi interés sobre el tema. Por añadidura , apenas existe bibliografía al respecto, y en general en mis ensayos he procurado cubrir huecos, ya sabes".

Portada de libro con imagen de hombre con rifle, fondo naranja y título

Portada del libro 'American Western en España' (Desfiladero ediciones)

Grandes directores y actores de Hollywood

Leyendo el libro de Carlos sorprende la gran cantidad de grandes directores e intérpretes norteamericanos y británicos que acabaron cabalgando por nuestros paisajes: "Entre los directores destacaría a John Sturges, Richard Fleischer, Monte Hellman, Burt Kennedy, Robert Siodmak, Michael Winner, Edward Dmytryk, así como el argentino cosmopolita Hugo Fregonese, sobre quien también he escrito un libro. Y entre los intérpretes, muchos que figuran en la mitología fílmica del siglo XX: Lee Marvin, Yul Brynner, Raquel Welch, Robert Mitchum, Burt Lancaster, Richard Widmark, Charles Bronson, Kirk Douglas, Telly Savalas, Robert Ryan, Faye Dunaway, Lee Van Cleef… todos ellos trabajaron en westerns americanos en España. ¡Es fabuloso!"

Además, en estas películas vemos a reconocidos actores españoles codeándose con esas estrellas de Hollywood. "En los actores españoles buscaban profesionalidad, talento y verosimilitud, amén de un cierto dominio del inglés -nos comenta Carlos-. Fernando Rey y Julián Mateos en efecto fueron los más solicitados, el primero por lo común para interpretar hacendados o sacerdotes, y el segundo para jóvenes y dinámicos mexicanos. Pero también fueron muy solicitados, por ejemplo, José Nieto, Sancho Gracia y Aldo Sambrell, en los registros correspondientes, y entre las actrices la guapetona Diana Lorys sobre todo. De ahí que le pidiera el prólogo, que ella me escribió con mucho gusto, lo cual me ha hecho una ilusión enorme".

Burt Reynolds y Soledad Miranda abrazados en una cama con cabecera metálica, ella con una prenda blanca, él con camisa de manga larga. Fondo con papel pintado y un objeto en una mesita.

Burt Reynolds y Soledad Miranda en '100 rifles'

Contribuyeron mucho al progreso de algunas zonas

Pero... ¿Qué ofrecían concretamente Almería y Madrid a los americanos para que fueran los principales escenarios de estas películas? "Unos paisajes eminentemente cinematográficos, que hasta entonces apenas se habían explotado ante las cámaras, y que aportaban un toque mediterráneo de lo más sugestivo, distinto de lo que podían encontrar los cineastas en México, donde también rodaron mucho".

Aparte de lo anecdótico, lo cierto es que estos rodajes contribuyeron muchísimo al desarrollo de algunas zonas, sobre todo del sur de España, como Almería. "Contribuyeron al progreso de esas zonas en altísima medida -afirma Carlos Aguilar-, al poner en contacto la España de entonces, anticuada en todos los sentidos, con, literalmente, otro mundo. Además, la repercusión de un rodaje es elevada en términos crematísticos, tanto por la inversión en personal y empresas locales (auxiliares, figuración, alquileres de vehículos y espacios, comidas, transportes, alojamiento, etc) como en los propios gastos del equipo técnico-artístico (restaurantes y bares, souvenirs y compras, vida social, etc)".

Chuck Connors y Eugenio Martín en una escena de rodaje. Connors viste camiseta y pantalones oscuros; Martín, chaqueta y gafas de sol, parece dirigir.

Chuck Connors con Eugenio Martín en el rodaje de 'El desafío de Pancho Villa'

Y, por supuesto, también provocaron el rodaje masivo de westerns españoles e italianos, entre los que destaca la trilogía del dólar de Sergio Leone. "El Spaghetti Western -nos comenta Carlos-, fue un fenómeno aparte pero coincidió con el esplendor de los westerns americanos en España. De este modo, fluyen en paralelo la reinterpretación europea del género con esta nueva etapa del Western americano, la cual, en función del nivel de violencia, se denominó "Crepuscular" o "Sucio". Es necesario destacar que ambos ramales del género concordaron en diversos rasgos (formales, visuales, conceptuales), en actores secundarios, en localizaciones y escenografías, etc. Diferían en cambio en el presupuesto, el de las películas americanas era muy superior por lo general al del Spaghetti.

Imagen en blanco y negro: Russ Tamblyn y María Granada, abrazados, en una escena romántica de la película

Russ Tamblyn y María Granada en 'El hijo del pistolero'

Los mejores westerns rodados en tierras hispanas

Preguntamos a Carlos qué títulos destacaría de entre todas esas películas rodadas en España: "Pampa salvaje, El justiciero ciego y los tres de Burt Kennedy: El regreso de los siete magníficos, La quebrada del diablo y Ana Coulder".

Y del legado de esa época nos quedan un par de poblados del oeste en Almería (donde Álex de la Iglesia rodó su homenaje particular a esta época: 800 balas). Y, como nos comenta Carlos: "Queda para la historia un bloque del cine americano del Oeste que es muy particular y de mucho mayor entidad artística de lo que se consideró en su día".

Raquel Welch en blanco y negro, vestida con poncho y pistolera, apoyada en un poste de madera, con expresión seria en 'Ana Coulder'.

Raquel Welch en 'Ana Coulder'

Fotografías realmente sorprendentes

Destacar, como en todos los libros de Carlos Aguilar la gran cantidad de fotografías que aparecen en el libro: "Llama la atención la cantidad y expresividad de las fotos y carteles, en el seno de una maquetación magnífica, equilibrada al milímetro, donde hay imágenes hasta en la bibliografía y el índice onomástico -nos explica-. Me parecía esencial en un libro con este tema. Tanto es así que el número de imágenes ronda las 600. Al respecto no puedo sino agradecer el soberbio trabajo del diseñador, Javier G. Romero, que encontró fotos de toda índole, la mayoría inéditas hasta su publicación en este libro, así como la confianza que depositó en nosotros el editor, Pablo Herranz. ¡Así da gusto trabajar!".

Crítico de cine sonriente en plató de TV con camisa granate y corbata abstracta. Fondo con paneles azules y mobiliario de estudio.

Carlos Aguilar en 'Historia de nuestro cine'

También nos llama la atención también que los dos libros anteriores de Carlos sean el ensayo Cine de terror, 1950-1959 y la ficción Programa doble: Mejor para los buitres y Cena escarlata en Transilvania. Es como si este nuevo libro conectara con los otros dos anteriores. "En efecto, Mejor para los buitres es un western y Cena escarlata en Transilvania un Gothic. Por tanto, el uno dialoga con American Western en España y el otro con Cine de terror, 1950-1959".

"Me ha resultado de lo más satisfactorio desglosar las ficciones cinematográficas de otros, por una parte, y proponer las mías literarias, por otro lado -nos confiesa-. Además en un plazo temporal corto, unos dos años. Esto me ha supuesto un esfuerzo intelectual y emocional muy gratificante, insisto. Del Programa doble destaco también el diseño de Javier, sensacional, con unas 70 fotos, y me permito la vanidad de destacar que es el único libro existente con esta propuesta, dos relatos largos de géneros diferentes en homenaje a los programas dobles de antaño".

En cuanto a sus siguientes libros, Carlos Aguilar nos comenta: "Son uno ensayo y un libro de ficción, uno de cada. Y ya están encarrilados".

Portada de libro ilustrado con dos ilustraciones, una de un pistolero y otra de un vampiro, títulos de novelas:

Portada de 'Programa doble', de Carlos Aguilar